ivo_rocker
09-26-2008, 11:16 PM
Inspirado por el post de Mr-Hide http://regnumonline.com.ar/forum/showthread.php?t=30622&highlight=mundo, decidí hacer mi propia historia de supervivencia, pero con el transfondo de las profecías mayas y la actualidad, y no el LHC. Disfruten:
Durante milenios, las profecías hablaban sobre lo que venía, pero estúpidamente las ignoramos. Estas hablaban de la era más oscura jamás vista, una era que duraría tan sólo veinte años, pero que derrumbaría el mundo de los hombres y culminaría en el fin de los tiempos.
Pocos estábamos convencidos de que realmente sucedería, observábamos las señales y rezábamos a nuestros dioses para que nos protejan. Pero todo fue en vano, poco a poco la oscuridad se manifestaba. Al principio, el mundo entero comenzó a recalentarse, luego los tornados; terremotos y tsunamis crecieron en cantidad e intensidad.
Algunos hicieron públicas sus ideas sobre las profecías, y su temor ante lo que decían, pero rápidamente fueron tachados de locos e incoherentes, y pasaron al olvido. Sin embargo, la oscuridad seguía acechándonos de cerca. Rumores de guerra comenzaron a circular por la sociedad, más y más países empezaron a producir armas nucleares, el terror encarnado se hizo presente, y los atentados atemorizaron a todos los hombres y mujeres del mundo.
Entonces, el dragón dormido, portador de una ira milenaria, despertó. El imperio renació, y con su nacimiento, la tierra misma tembló. Las potencias recibieron con miedo y desconfianza al nuevo titán, sabiendo que viejos vientos soplarían con renovada fuerza. A la llegada del gigante, que prometía tiempos de luz, lo siguió la desgracia. Las bolsas mundiales cayeron drásticamente, mientras que el imperio cultivaba la muerte en sus fábricas. Los bancos comenzaron a cerrar uno por uno, empezando con el Washington Mutual, quién parecía ser el único que caería.
Pero no fue así, y el mundo tembló con la muerte de la economía mundial. El miedo se apoderó de todos, llevando a los países a una crisis nunca antes vista, el miedo degeneró en violencia, y la violencia se convirtió en guerra. En busca de recursos cada vez más escasos, las potencias se declararon la guerra entre ellas, involucrando en su paso a los países tercermundistas. Estos formaron una alianza para defenderse de los gigantes enloquecidos, y liderados por una coalición formada por Irán, Corea del Norte y otros países que lograron poder nuclear, se lanzaron a la guerra por su propia supervivencia.
El destino pondría a nuestro país en manos de la locura. Al igual que en tiempos pasados, la guerra civil se manifestó con un salvajismo terrible, poniéndome en alerta, haciéndome saber que las profecías estaban en lo correcto. Las bombas cayeron, destrozando la ciudad, haciendo temblar a Capital Federal como nunca había temblado. Me armé de valor, y de armas caseras, y marché hacia la terminal de colectivos más cercana: la terminal del 132. Sabía que la única forma de llevar a los míos a un lugar seguro era con un colectivo, pero no tenía idea de como hacerlo. Entonces me decidí, debía hacer algo que jamás haría en tiempos normales.
Fuí corriendo a toda prisa, y cuando llegué a mi destino, tomé por sorpresa a un colectivero refugiado allí, y lo obligué a conducir uno de los colectivos que aún no habían sido destruidos. Fuimos por Balbastro, al lado del cementerio de Flores, y llegamos hasta la esquina de mi manzana. Lanzando un grito desde una de las ventanas del vehículo, llamé a mi padre para que llevara a mi familia hacia el colectivo. Todos se subieron rápido, y enseguida le dije al chofer que fuera hacia la avenida Rivadavia a toda prisa, había algo que debía hacer.
Cuando llegamos hacia el cruce de Carabobo y Rivadavia, me bajé e intenté llamar a mi novia y amigos desde varios teléfonos públicos. Afortunadamente, la ineptitud de los soldados civiles había hecho que olvidaran cortar algunas líneas telefónicas, permitiéndome alertarlos de mi plan, y fijar un lugar dónde los recogería. Decidimos que el mejor lugar era el parque Rivadavia, en la parte que da hacia la avenida de igual nombre. Mi transporte nos llevó hacia allá, y ahí ascendieron mis amigos; mi novia y sus respectivos familiares. Por suerte el colectivo que secuestré era uno de esos colectivos dobles que habían sido estrenados recientemente, y no hubo problema a la hora de transportar a mis amistades hacia un lugar seguro.
No tenía muy bien planeado dónde era tal lugar, aunque tenía ciertas ideas dando vueltas en mi cabeza. Me dí cuenta de que el mejor lugar sería lejos de las ciudades, dónde podríamos tratar de vivir de la tierra. Tomamos una de las rutas que salían de la ciudad y que no había sido destruida, y nos dirigimos hacia el este, buscando un lugar para refugiarnos. Pero el destino estaba decidido a enfrentarme, y yo estaba decidido a no retroceder.
Continuará...
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q les pareció? tngo futuro en la literatura?:D
no sean muy crueles (bue, también yo pido imposibles)
P.D.: escribí esto en media hora, y no tuve ningún error ortográfico :metal:
Durante milenios, las profecías hablaban sobre lo que venía, pero estúpidamente las ignoramos. Estas hablaban de la era más oscura jamás vista, una era que duraría tan sólo veinte años, pero que derrumbaría el mundo de los hombres y culminaría en el fin de los tiempos.
Pocos estábamos convencidos de que realmente sucedería, observábamos las señales y rezábamos a nuestros dioses para que nos protejan. Pero todo fue en vano, poco a poco la oscuridad se manifestaba. Al principio, el mundo entero comenzó a recalentarse, luego los tornados; terremotos y tsunamis crecieron en cantidad e intensidad.
Algunos hicieron públicas sus ideas sobre las profecías, y su temor ante lo que decían, pero rápidamente fueron tachados de locos e incoherentes, y pasaron al olvido. Sin embargo, la oscuridad seguía acechándonos de cerca. Rumores de guerra comenzaron a circular por la sociedad, más y más países empezaron a producir armas nucleares, el terror encarnado se hizo presente, y los atentados atemorizaron a todos los hombres y mujeres del mundo.
Entonces, el dragón dormido, portador de una ira milenaria, despertó. El imperio renació, y con su nacimiento, la tierra misma tembló. Las potencias recibieron con miedo y desconfianza al nuevo titán, sabiendo que viejos vientos soplarían con renovada fuerza. A la llegada del gigante, que prometía tiempos de luz, lo siguió la desgracia. Las bolsas mundiales cayeron drásticamente, mientras que el imperio cultivaba la muerte en sus fábricas. Los bancos comenzaron a cerrar uno por uno, empezando con el Washington Mutual, quién parecía ser el único que caería.
Pero no fue así, y el mundo tembló con la muerte de la economía mundial. El miedo se apoderó de todos, llevando a los países a una crisis nunca antes vista, el miedo degeneró en violencia, y la violencia se convirtió en guerra. En busca de recursos cada vez más escasos, las potencias se declararon la guerra entre ellas, involucrando en su paso a los países tercermundistas. Estos formaron una alianza para defenderse de los gigantes enloquecidos, y liderados por una coalición formada por Irán, Corea del Norte y otros países que lograron poder nuclear, se lanzaron a la guerra por su propia supervivencia.
El destino pondría a nuestro país en manos de la locura. Al igual que en tiempos pasados, la guerra civil se manifestó con un salvajismo terrible, poniéndome en alerta, haciéndome saber que las profecías estaban en lo correcto. Las bombas cayeron, destrozando la ciudad, haciendo temblar a Capital Federal como nunca había temblado. Me armé de valor, y de armas caseras, y marché hacia la terminal de colectivos más cercana: la terminal del 132. Sabía que la única forma de llevar a los míos a un lugar seguro era con un colectivo, pero no tenía idea de como hacerlo. Entonces me decidí, debía hacer algo que jamás haría en tiempos normales.
Fuí corriendo a toda prisa, y cuando llegué a mi destino, tomé por sorpresa a un colectivero refugiado allí, y lo obligué a conducir uno de los colectivos que aún no habían sido destruidos. Fuimos por Balbastro, al lado del cementerio de Flores, y llegamos hasta la esquina de mi manzana. Lanzando un grito desde una de las ventanas del vehículo, llamé a mi padre para que llevara a mi familia hacia el colectivo. Todos se subieron rápido, y enseguida le dije al chofer que fuera hacia la avenida Rivadavia a toda prisa, había algo que debía hacer.
Cuando llegamos hacia el cruce de Carabobo y Rivadavia, me bajé e intenté llamar a mi novia y amigos desde varios teléfonos públicos. Afortunadamente, la ineptitud de los soldados civiles había hecho que olvidaran cortar algunas líneas telefónicas, permitiéndome alertarlos de mi plan, y fijar un lugar dónde los recogería. Decidimos que el mejor lugar era el parque Rivadavia, en la parte que da hacia la avenida de igual nombre. Mi transporte nos llevó hacia allá, y ahí ascendieron mis amigos; mi novia y sus respectivos familiares. Por suerte el colectivo que secuestré era uno de esos colectivos dobles que habían sido estrenados recientemente, y no hubo problema a la hora de transportar a mis amistades hacia un lugar seguro.
No tenía muy bien planeado dónde era tal lugar, aunque tenía ciertas ideas dando vueltas en mi cabeza. Me dí cuenta de que el mejor lugar sería lejos de las ciudades, dónde podríamos tratar de vivir de la tierra. Tomamos una de las rutas que salían de la ciudad y que no había sido destruida, y nos dirigimos hacia el este, buscando un lugar para refugiarnos. Pero el destino estaba decidido a enfrentarme, y yo estaba decidido a no retroceder.
Continuará...
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q les pareció? tngo futuro en la literatura?:D
no sean muy crueles (bue, también yo pido imposibles)
P.D.: escribí esto en media hora, y no tuve ningún error ortográfico :metal: