Wilder
09-11-2009, 09:00 PM
Me enteré, gracias al hermano de la sobrina de la única hija de mi abuela por parte de mi padre, que un hubo una primera visita de parte de un periodista a los desarrolladores, justo el día anterior a la entrevista con las cámaras. Después de mucha insistencia, logré que me mandara un relato de los hechos que ocurrieron durante su visita al establecimiento. A continuación presento el escrito tal cuál me lo enviaron.
NOTA: Esto es simple ficción creado a partir de comentarios en tono de broma. Cualquier parecido con la realidad es por pura coincidencia, y además sería muy preocupante.
Miro el reloj impaciente. Ya van doce minutos desde que atendieron el portero y me prometieron que enseguida bajaban a recibirme. Ni siquiera llamaron al guardia, que se mantuvo estático durante todo el tiempo, para que por lo menos espere más cómodo en el hall. Súbitamente un muchacho pálido aparece disparado desde la escalera y le da una mirada al guardia, como de aprobación. Enseguida este último me abre la puerta gesticulando una sonrisa obviamente fingida.
- Gracias. - le digo, “Bailaré sobre tu tumba” pienso. Aunque reconozco que solo estoy molesto por la espera.
Nos presentamos mutuamente y nos damos la mano.
- Lamento la tardanza – dice –, es que los ascensores se quedaron trabados quién sabe por qué, y tendremos que subir por al escalera.
Por más que me desagrada realizar esfuerzos no programados, me rindo ante lo inevitable. En el camino, pasamos frente a los cuatro ascensores del edificio, y de un solo vistazo observo que curiosamente están todos detenidos en el piso al cuál nos dirigimos. Ochenta y ocho peldaños después llegamos a la puerta de vidrio que permite la entrada a las oficinas. El muchacho tomó la perilla dela puerta, la sacudió un poco, con el codo la golpeó tres veces, y recién después de todo eso procedió a abrirla.
- Entre señor – exclamó -, nos cayó de sorpresa, la verdad es que lo esperábamos recién el lunes a las tres de la tarde.
- Hoy es lunes llegué a las tres en punto y me atendiste pasados los doce minutos. – le reprocho.
El chico se detuvo un momento para pensar y dijo:
- Ah es verdad, lo que pasa es que a veces es difícil determinar el paso de los días aquí adentro.
Al terminar de entrar comprendí a lo que se refería. Es un lugar completamente cerrado, con las ventanas completamente tapadas con cortinas de tela burda, pegadas a la pared con cinta de embalar e iluminado por algunos pocos tubos fluorescentes. Todo explica el aire viciado que se respira. La mayoría de los escritorios están tapados con bolsitas de distintos productos de comida, solo los monitores emergen entre ellas, como castillos medievales que están siendo sitiados por las hordas de embases. Inmediatamente me conduce escritorio relativamente ordenado y libre de basura, aunque para llegar a él camino sobre una alfombra que al pisarla se siente excesivamente húmeda para mi gusto.
Siento que debo dejar todo eso atrás y proseguir con lo que vine a hacer:
- Vine para realizar una pequeña entrevista y si considero que el tema tiene posibilidades de crecer, volveremos mañana con un móvil para hacer una entrevista con las cámaras- digo con crudeza. Aunque pienso que la única cámara que puede instalarse acá es una séptica.
- No hay ningún problema, yo estoy aquí para atender sus preguntas- dice el muchacho.
- Yo creía que iba a ser atendido por el señor con el que hablé por teléfono.
- Si, ese era el plan –responde-, pero eso iba a ser si el encuentro era mañana. Al ser hoy, yo soy el que puede atender a los de afuera al ser el conductor designado.
Inclino la cabeza, pienso que tal vez escuché mal y pregunto:
- ¿Puede? – en realidad fue la palabra que menos me llamó la atención.
- Eeeeh si… el que está libre…
Ahí caigo en la cuenta. No me había llamado la atención antes porque entré en shock al ver tantos focos de enfermedades incurables. Estábamos aparentemente solos.
- ¿Dónde están todos? –pregunto.
- Tuvieron que ir a una reunión, por…- duda mientras extiende el brazo hacia una mancha de mayonesa de la pared y chasquea sus dedos rítmicamente como queriendo señalarla – …con la gente… del Server, si eso.
No quise profundizar en esa patraña, sobretodo porque interrumpe un ruido, una especie de golpeteo. Al fijar mi atención en la fuente del mismo descubro que proviene de atrás de una puerta que resulta ser de un supuesto “arMario de compohnentez”. Al menos eso dice la hoja A4 escrita con marcador indeleble negro pegada a la puerta con cinta scotch a la altura de la cintura. Es como si atrás de ella estuviera un animal o un montón de gente hacinada.
A todo eso el muchacho trajo desde algún rincón oscuro una silla para que me siente. Me dejo caer lentamente en el asiento con miedo, pero resulta ser confortable. Conciente de que la entrevista con esas condiciones no podía terminar bien comienzo con una pregunta básica:
- ¿Cuál es su cargo y obligaciones dentro de la empresa?.
- Yo soy el que recibe los insultos de los jugadores.- responde.
- ¿Algo más? – digo mientras me arrepiento de recostarme en el apoyabrazos del asiento, que está igual de mojado que la alfombra.
- Si, también procuro que no se acabe el hielo, los limones o la granadina.
Ya con la situación que me supera y con la esperanza de que lo húmedo provenga de alguna de esas sustancias antes de ser consumidas y no después, observo la pantalla de la computadora del escritorio donde estamos sentados y digo con inocencia:
- Ah, veo que tiene un protector de pantalla que itera imágenes del juego cada ciertos segundos.
- ¿Protector? – dice -,ah ¿Se refiere a lo de la pantalla?. No, ese es el juego en si, lo que pasa es que el ping está en rojo con menos de un FPS.
Secándome la mano en la rodilla y tratando de acertar con una pregunta que no genere una causa penal, pregunto:
- ¿Están trabajando en algún tema en particular en este instante?
- Si. En aquella computadora – señalando la que tenía la línea de hormigas saliendo de uno de los agujeros de ventilación – se sienta uno de los que trabaja en el hotfix de la actualización.
- Bien, ¿y que aspectos tuvo esa actualización?.
- Tendrá – me corrige -, recién la semana que viene actualizaremos a la nueva versión, pero ya preparamos el hotfix del día siguiente. Verá...
La explicación del muchacho se ve interrumpida cuando aparentemente uno de los “compohnentez” del “arMario” estornuda, lo que provoca que los demás se rían. Ese mental de parte de mi entrevistado me permite por lo menos poner un gesto de “estoy pensando preguntar algo”, cuando en realidad ya no tenía idea de cómo continuar, solo quería evitar que él lo hiciera. Entonces fue cuando todo empeoró.
NOTA: Esto es simple ficción creado a partir de comentarios en tono de broma. Cualquier parecido con la realidad es por pura coincidencia, y además sería muy preocupante.
Miro el reloj impaciente. Ya van doce minutos desde que atendieron el portero y me prometieron que enseguida bajaban a recibirme. Ni siquiera llamaron al guardia, que se mantuvo estático durante todo el tiempo, para que por lo menos espere más cómodo en el hall. Súbitamente un muchacho pálido aparece disparado desde la escalera y le da una mirada al guardia, como de aprobación. Enseguida este último me abre la puerta gesticulando una sonrisa obviamente fingida.
- Gracias. - le digo, “Bailaré sobre tu tumba” pienso. Aunque reconozco que solo estoy molesto por la espera.
Nos presentamos mutuamente y nos damos la mano.
- Lamento la tardanza – dice –, es que los ascensores se quedaron trabados quién sabe por qué, y tendremos que subir por al escalera.
Por más que me desagrada realizar esfuerzos no programados, me rindo ante lo inevitable. En el camino, pasamos frente a los cuatro ascensores del edificio, y de un solo vistazo observo que curiosamente están todos detenidos en el piso al cuál nos dirigimos. Ochenta y ocho peldaños después llegamos a la puerta de vidrio que permite la entrada a las oficinas. El muchacho tomó la perilla dela puerta, la sacudió un poco, con el codo la golpeó tres veces, y recién después de todo eso procedió a abrirla.
- Entre señor – exclamó -, nos cayó de sorpresa, la verdad es que lo esperábamos recién el lunes a las tres de la tarde.
- Hoy es lunes llegué a las tres en punto y me atendiste pasados los doce minutos. – le reprocho.
El chico se detuvo un momento para pensar y dijo:
- Ah es verdad, lo que pasa es que a veces es difícil determinar el paso de los días aquí adentro.
Al terminar de entrar comprendí a lo que se refería. Es un lugar completamente cerrado, con las ventanas completamente tapadas con cortinas de tela burda, pegadas a la pared con cinta de embalar e iluminado por algunos pocos tubos fluorescentes. Todo explica el aire viciado que se respira. La mayoría de los escritorios están tapados con bolsitas de distintos productos de comida, solo los monitores emergen entre ellas, como castillos medievales que están siendo sitiados por las hordas de embases. Inmediatamente me conduce escritorio relativamente ordenado y libre de basura, aunque para llegar a él camino sobre una alfombra que al pisarla se siente excesivamente húmeda para mi gusto.
Siento que debo dejar todo eso atrás y proseguir con lo que vine a hacer:
- Vine para realizar una pequeña entrevista y si considero que el tema tiene posibilidades de crecer, volveremos mañana con un móvil para hacer una entrevista con las cámaras- digo con crudeza. Aunque pienso que la única cámara que puede instalarse acá es una séptica.
- No hay ningún problema, yo estoy aquí para atender sus preguntas- dice el muchacho.
- Yo creía que iba a ser atendido por el señor con el que hablé por teléfono.
- Si, ese era el plan –responde-, pero eso iba a ser si el encuentro era mañana. Al ser hoy, yo soy el que puede atender a los de afuera al ser el conductor designado.
Inclino la cabeza, pienso que tal vez escuché mal y pregunto:
- ¿Puede? – en realidad fue la palabra que menos me llamó la atención.
- Eeeeh si… el que está libre…
Ahí caigo en la cuenta. No me había llamado la atención antes porque entré en shock al ver tantos focos de enfermedades incurables. Estábamos aparentemente solos.
- ¿Dónde están todos? –pregunto.
- Tuvieron que ir a una reunión, por…- duda mientras extiende el brazo hacia una mancha de mayonesa de la pared y chasquea sus dedos rítmicamente como queriendo señalarla – …con la gente… del Server, si eso.
No quise profundizar en esa patraña, sobretodo porque interrumpe un ruido, una especie de golpeteo. Al fijar mi atención en la fuente del mismo descubro que proviene de atrás de una puerta que resulta ser de un supuesto “arMario de compohnentez”. Al menos eso dice la hoja A4 escrita con marcador indeleble negro pegada a la puerta con cinta scotch a la altura de la cintura. Es como si atrás de ella estuviera un animal o un montón de gente hacinada.
A todo eso el muchacho trajo desde algún rincón oscuro una silla para que me siente. Me dejo caer lentamente en el asiento con miedo, pero resulta ser confortable. Conciente de que la entrevista con esas condiciones no podía terminar bien comienzo con una pregunta básica:
- ¿Cuál es su cargo y obligaciones dentro de la empresa?.
- Yo soy el que recibe los insultos de los jugadores.- responde.
- ¿Algo más? – digo mientras me arrepiento de recostarme en el apoyabrazos del asiento, que está igual de mojado que la alfombra.
- Si, también procuro que no se acabe el hielo, los limones o la granadina.
Ya con la situación que me supera y con la esperanza de que lo húmedo provenga de alguna de esas sustancias antes de ser consumidas y no después, observo la pantalla de la computadora del escritorio donde estamos sentados y digo con inocencia:
- Ah, veo que tiene un protector de pantalla que itera imágenes del juego cada ciertos segundos.
- ¿Protector? – dice -,ah ¿Se refiere a lo de la pantalla?. No, ese es el juego en si, lo que pasa es que el ping está en rojo con menos de un FPS.
Secándome la mano en la rodilla y tratando de acertar con una pregunta que no genere una causa penal, pregunto:
- ¿Están trabajando en algún tema en particular en este instante?
- Si. En aquella computadora – señalando la que tenía la línea de hormigas saliendo de uno de los agujeros de ventilación – se sienta uno de los que trabaja en el hotfix de la actualización.
- Bien, ¿y que aspectos tuvo esa actualización?.
- Tendrá – me corrige -, recién la semana que viene actualizaremos a la nueva versión, pero ya preparamos el hotfix del día siguiente. Verá...
La explicación del muchacho se ve interrumpida cuando aparentemente uno de los “compohnentez” del “arMario” estornuda, lo que provoca que los demás se rían. Ese mental de parte de mi entrevistado me permite por lo menos poner un gesto de “estoy pensando preguntar algo”, cuando en realidad ya no tenía idea de cómo continuar, solo quería evitar que él lo hiciera. Entonces fue cuando todo empeoró.