climene
01-28-2011, 04:19 PM
http://cdn.alt1040.com/files/2011/01/Juan-G%C3%B3mez-Jurado-TodosConAlex-big-294x420.jpg
Soy creador. Escribo novelas (http://www.juangomezjurado.com/), y este –junto al periodismo- es mi único modo de vida. Mis dedos presionan medio millón de veces las teclas de este Mac, y como resultado se produce un archivo de texto que, una vez editado y corregido, se convierte en un libro que se traduce a decenas de idiomas. Mi familia y la hipoteca de mi casa dependen de mis derechos de autor. Según muchos medios de comunicación, y según muchos talibanes del todo gratis, eso me alinearía instantáneamente en las filas de los que defienden ese horror legislativo (http://www.enriquedans.com/2010/12/preguntas-y-respuestas-sobre-la-ley-sinde.html), falaz (http://alt1040.com/2011/01/5-falacias-recurrentes-de-quienes-defienden-la-ley-sinde)e inútil (http://derechoynormas.blogspot.com/2010/12/diez-preguntas-para-explicar-la-ley.html)conocido como Ley Sinde (http://alt1040.com/2011/01/que-es-la-ley-sinde), que se va a aprobar contra la voluntad de cientos de miles de ciudadanos.
Eso es mentira, y gorda.
Es una más de las que llevan apareciendo en los medios durante años, especialmente durante los últimos meses. Dicen que los españoles son piratas, que va en nuestra idiosincrasia, esa famosa picaresca tan tópica y desacertada como pintarnos a todos con el traje de luces y la paellera debajo del brazo.
Para empezar, es falso que España sea el país más pirata del mundo. De hecho en software, por ejemplo, ocupamos el puesto 79, según una encuesta de la BSA (http://www.nationmaster.com/graph/cri_sof_pir_rat-crime-software-piracy-rate#source), y en cuanto al resto, los estudios (http://www.iipa.com/pdf/IIPA2010USTRDecisionsSpecial301TableofEstimatedTra deLossesandPiracyLevels061110.pdf) de la International Intellectual Property Alliance achacan un nivel de “piratería” del 20%. ¿Cómo se conjuga eso con que haya que pagar el canon en el 100% de los casos?
Tampoco es real que la piratería esté matando el cine, cuya recaudación ha crecido a buen ritmo (http://www.mcu.es/cine/docs/MC/BIC/2009/Boletin_2009.pdf) en los últimos diez años, al igual que el resto de contenidos (http://asimelec.es/publicaciones/Items/ItemDetail.aspx?ID=3315). También es falso que yo tenga derecho a vivir de mi obra. Lo que tengo derecho es a intentarlo.
Sí, es cierto que las nuevas tecnologías hacen desaparecer el modelo de negocio basado en soportes físicos cerrados, lo cual es normal -también desaparecieron los fabricantes de carretas cuando Karl Benz inventó el automóvil-. No, no es cierto que las páginas de descargas tengan la culpa. ¿Acaso no es patente la incoherencia que existe por parte de la industria entre acusar a las páginas de descargas de “forrarse” y no intentar hacer lo mismo?
No defiendo las páginas de descargas, pues aunque sean legales no es justo que haya quien se aproveche del trabajo ajeno. Pero no son ellas la causa de todos los males, ni mucho menos quienes las usan ladrones y proxenetas, tal y como les llaman algunos -exiliados en Miami por causas fiscales-. Por cierto, para ellos el recordatorio de que para exigir al gobierno habría que empezar por pagar impuestos aquí como hacemos los demás.
El mayor problema que existe en el mercado en español es la ausencia de flexibilidad, de ganas de crecer y de adaptarse. En una palabra, y tal como Amador Fdez-Savater percibió en su cena con la ministra, sobreabundancia de miedo (http://acuarelalibros.blogspot.com/2011/01/la-cena-del-miedo-mi-reunion-con-la.html). Miedo a perder el status quo, la cadena alimenticia ante un cambio de paradigma. Y sin embargo tenemos ejemplos a nuestro alrededor de que si damos un paso adelante ocurrirá justo lo contrario.
Miremos a Estados Unidos, donde se han creado tres modelos de negocio impecables y de éxito abrumador. Kindle (http://www.amazon.com/dp/B002Y27P3M/ref=kindlesu-1), iTunes (http://www.apple.com/es/itunes/)y Netflix (http://www.netflix.com/). El primero es una librería virtual que vende 775.000 títulos con precios en torno a los 7 euros para las novedades, mucho más baratos e incluso gratis para los libros de fondo de catálogo. Los libros se descargan en 30” con un solo clic en el propio dispositivo, que incluye 3G gratis. El segundo –único que opera en España- es, desde hace diez años, la referencia indiscutible en la música, habiendo vendido más de 10 mil millones de canciones. Y el tercero es un videoclub virtual con tarifa plana por 6 euros al mes. Para muestra de su éxito, baste decir que los mandos a distancia de los televisores que se venden en EEUU llevan desde 2011 un botón para acceder a Netflix de serie. (http://www.gizig.com/tecnologia/netflix-ha-ganado-espacio-mando-distancia-algunos-fabricantes.html)
¿Qué tienen en común estos servicios? Lo más importante de todo es su sencillez. Una vez registrado en el servicio, no hay que hacer nada más. Los cobros se realizan por tarjeta de crédito, con total comodidad. Las descargas son instantáneas, y la calidad está garantizada. Las películas se ven en streaming, y están siempre disponibles. Los libros están editados por casas de primer nivel. La música no lleva protección anti copia, o DRM (http://es.wikipedia.org/wiki/Gesti%C3%B3n_de_derechos_digitales).
(sigue...)
Soy creador. Escribo novelas (http://www.juangomezjurado.com/), y este –junto al periodismo- es mi único modo de vida. Mis dedos presionan medio millón de veces las teclas de este Mac, y como resultado se produce un archivo de texto que, una vez editado y corregido, se convierte en un libro que se traduce a decenas de idiomas. Mi familia y la hipoteca de mi casa dependen de mis derechos de autor. Según muchos medios de comunicación, y según muchos talibanes del todo gratis, eso me alinearía instantáneamente en las filas de los que defienden ese horror legislativo (http://www.enriquedans.com/2010/12/preguntas-y-respuestas-sobre-la-ley-sinde.html), falaz (http://alt1040.com/2011/01/5-falacias-recurrentes-de-quienes-defienden-la-ley-sinde)e inútil (http://derechoynormas.blogspot.com/2010/12/diez-preguntas-para-explicar-la-ley.html)conocido como Ley Sinde (http://alt1040.com/2011/01/que-es-la-ley-sinde), que se va a aprobar contra la voluntad de cientos de miles de ciudadanos.
Eso es mentira, y gorda.
Es una más de las que llevan apareciendo en los medios durante años, especialmente durante los últimos meses. Dicen que los españoles son piratas, que va en nuestra idiosincrasia, esa famosa picaresca tan tópica y desacertada como pintarnos a todos con el traje de luces y la paellera debajo del brazo.
Para empezar, es falso que España sea el país más pirata del mundo. De hecho en software, por ejemplo, ocupamos el puesto 79, según una encuesta de la BSA (http://www.nationmaster.com/graph/cri_sof_pir_rat-crime-software-piracy-rate#source), y en cuanto al resto, los estudios (http://www.iipa.com/pdf/IIPA2010USTRDecisionsSpecial301TableofEstimatedTra deLossesandPiracyLevels061110.pdf) de la International Intellectual Property Alliance achacan un nivel de “piratería” del 20%. ¿Cómo se conjuga eso con que haya que pagar el canon en el 100% de los casos?
Tampoco es real que la piratería esté matando el cine, cuya recaudación ha crecido a buen ritmo (http://www.mcu.es/cine/docs/MC/BIC/2009/Boletin_2009.pdf) en los últimos diez años, al igual que el resto de contenidos (http://asimelec.es/publicaciones/Items/ItemDetail.aspx?ID=3315). También es falso que yo tenga derecho a vivir de mi obra. Lo que tengo derecho es a intentarlo.
Sí, es cierto que las nuevas tecnologías hacen desaparecer el modelo de negocio basado en soportes físicos cerrados, lo cual es normal -también desaparecieron los fabricantes de carretas cuando Karl Benz inventó el automóvil-. No, no es cierto que las páginas de descargas tengan la culpa. ¿Acaso no es patente la incoherencia que existe por parte de la industria entre acusar a las páginas de descargas de “forrarse” y no intentar hacer lo mismo?
No defiendo las páginas de descargas, pues aunque sean legales no es justo que haya quien se aproveche del trabajo ajeno. Pero no son ellas la causa de todos los males, ni mucho menos quienes las usan ladrones y proxenetas, tal y como les llaman algunos -exiliados en Miami por causas fiscales-. Por cierto, para ellos el recordatorio de que para exigir al gobierno habría que empezar por pagar impuestos aquí como hacemos los demás.
El mayor problema que existe en el mercado en español es la ausencia de flexibilidad, de ganas de crecer y de adaptarse. En una palabra, y tal como Amador Fdez-Savater percibió en su cena con la ministra, sobreabundancia de miedo (http://acuarelalibros.blogspot.com/2011/01/la-cena-del-miedo-mi-reunion-con-la.html). Miedo a perder el status quo, la cadena alimenticia ante un cambio de paradigma. Y sin embargo tenemos ejemplos a nuestro alrededor de que si damos un paso adelante ocurrirá justo lo contrario.
Miremos a Estados Unidos, donde se han creado tres modelos de negocio impecables y de éxito abrumador. Kindle (http://www.amazon.com/dp/B002Y27P3M/ref=kindlesu-1), iTunes (http://www.apple.com/es/itunes/)y Netflix (http://www.netflix.com/). El primero es una librería virtual que vende 775.000 títulos con precios en torno a los 7 euros para las novedades, mucho más baratos e incluso gratis para los libros de fondo de catálogo. Los libros se descargan en 30” con un solo clic en el propio dispositivo, que incluye 3G gratis. El segundo –único que opera en España- es, desde hace diez años, la referencia indiscutible en la música, habiendo vendido más de 10 mil millones de canciones. Y el tercero es un videoclub virtual con tarifa plana por 6 euros al mes. Para muestra de su éxito, baste decir que los mandos a distancia de los televisores que se venden en EEUU llevan desde 2011 un botón para acceder a Netflix de serie. (http://www.gizig.com/tecnologia/netflix-ha-ganado-espacio-mando-distancia-algunos-fabricantes.html)
¿Qué tienen en común estos servicios? Lo más importante de todo es su sencillez. Una vez registrado en el servicio, no hay que hacer nada más. Los cobros se realizan por tarjeta de crédito, con total comodidad. Las descargas son instantáneas, y la calidad está garantizada. Las películas se ven en streaming, y están siempre disponibles. Los libros están editados por casas de primer nivel. La música no lleva protección anti copia, o DRM (http://es.wikipedia.org/wiki/Gesti%C3%B3n_de_derechos_digitales).
(sigue...)