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La Taberna Un lugar para conversar sobre casi cualquier tema |
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01-30-2012, 03:27 PM | #11 |
Baron
Join Date: Mar 2006
Location: de día: Rosario // de noche: ZG -Regnum
Posts: 824
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Groso !
Totalmente !!!! Jeje... excelente Tuor !! Me siento honrado realmente... está totalmente en linea con los relatos... sos un groso ! Genial el tono épico... Para leer mas:
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01-30-2012, 03:34 PM | #12 |
Count
Join Date: Oct 2008
Location: A Coruña
Posts: 1,505
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Felicidades, aunque solo fuera por las horas de hacerlo! |
01-30-2012, 03:40 PM | #13 |
Marquis
Join Date: Nov 2009
Location: Asturias (España)
Posts: 2,516
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Me encanto, lo leí enterito porque me engancho, Tuor ya te dí mi karma, pero si pudiera te daria 80 más.
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01-30-2012, 04:39 PM | #14 |
Master
Join Date: Sep 2011
Posts: 541
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Sos un groso, no paré de reírme mientras lo leía .
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01-30-2012, 08:20 PM | #15 |
Baron
Join Date: Nov 2009
Location: Argentina
Posts: 646
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Buen trabajo me gusto mucho.. espero que sigas haciendolo
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01-30-2012, 11:17 PM | #16 | |
Master
Join Date: Apr 2009
Posts: 510
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Quote:
Espero ansiosos este nuevo aporte tuyo, que si es mejor que todos los anteriores va a ser impresionante!
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"La vida no se pide, se agradece" by conjus de soporte!
Facebook Oficial de ALSIUS! La JIhad de Alsius |
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01-30-2012, 11:21 PM | #17 |
Apprentice
Join Date: Apr 2010
Location: En la Isla del Dragon ,bailando.
Posts: 71
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Aja...lo leo mañana, hasta eso, alguien me hace un resumen?
PD: El blanco sobre negro me hace mier** los ojos D: |
01-31-2012, 04:49 PM | #18 |
Pledge
Join Date: Aug 2008
Posts: 15
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Me encantó!!! Ya me había olvidado de la vieja introducción... ojala que la vuelvan a poner algún día! que recuerdos
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The Gunner - Tirador [60] Natural Born Killerz |
01-31-2012, 05:18 PM | #19 |
Apprentice
Join Date: Apr 2010
Location: En la Isla del Dragon ,bailando.
Posts: 71
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Ya lo leí, es fabuloso! Te mandaría karma, pero llegaría gris
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03-04-2012, 01:51 AM | #20 |
Baron
Join Date: Sep 2007
Posts: 708
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Gracias! Revivo para postear el capítulo primero del cuento, lo escribi el otro dia que andaba algo aburrido
__________________________________________________ __ Capitulo I La tormenta se mostraba inclemente, arrastrando grandes masas de arena a través de la playa de Allahed, embraveciendo el mar y generando grandes olas en toda la costa. Una silueta a los pies de la orilla desafiaba el poder del viento y la lluvia. Encapuchada y apoyándose en un báculo rematado con una garra de dragón, la figura parecía esperar algo. Se trataba de una elfa oscura de delicada figura, de cabellos cortos y estatura promedio, una conjuradora del reino de Ignis. Sus ojos, de un tono azabache, parecían indagar en la profundidad del mar, buscando, escudriñando, a la espera de algo indudablemente. El viento le trajo el sonido del repicar del acero. Alguien se aproximaba desde el norte a través de la playa, en dirección hacia ella. Volviéndose en aquella dirección, la elfa oscura atisbó no muy lejos una figura alta equipada con una formidable armadura quien, protegiéndose de las ráfagas del cielo, le dio alcance a los pocos instantes. - ¡Ping! – exclamó la persona que se aproximaba, haciéndose oír por encima de la tempestad, el timbre de su voz delatándola como mujer. - ¿Era necesario vernos aquí? ¡Pareciera que los dioses arrojaran el cielo sobre nosotros! ¡Busquemos refugio en Allahed y conversemos allí! La interpelada no dio respuesta alguna, sin embargo alzó su báculo y formó una cúpula de protección a su alrededor, rechazando el viento y el agua hacia fuera. La otra mujer llegó finalmente donde se encontraba la hechicera y se puso a resguardo debajo del sortilegio. Se trataba de una molok de elevada estatura, con una cicatriz en una mejilla y un gran tatuaje en un lado del rostro. A su espalda portaba dos largas cimitarras. A pesar de su aspecto formidable, una sonrisa marcaba su rostro y abrazó a la hechicera brevemente a modo de saludo, un acto el cual a ésta última evidentemente no le pareció bien pues rebulló inquieta. - ¡Ping! Tanto tiempo sin vernos. – exclamó. - Hola Jaq, si, ha pasado un buen tiempo. – contestó ésta, acomodando su túnica y tratando de recuperar su dignidad perdida con ese abrazo. Era sumamente orgullosa y no estaba acostumbrada a muestras de afecto, algo totalmente opuesto a la molok. - ¿Qué querías decirme? ¿En serio no podemos hablar en la taberna de Allahed? Podría pasar por allí ya sabes… hay un par de caballeros que podrían comprarnos unos tragos… – deslizó, centelleando sus ojos con picardía. - No, necesito hablarlo aquí, lejos de oídos indiscretos y sombras taimadas. – Replicó la hechicera, mientras alzaba el báculo y una luz brillante centelleaba en la punta. - ¿Qué estás haciendo? – curioseó Jaq, intrigada. Ping no contestó al instante, pues murmuraba en un lenguaje arcano. Unas ondas de diversos colores envolvieron a ambas mujeres y luego se disiparon. La cúpula de protección se mantuvo a su alrededor, íntegra, y las gotas se frenaban curiosas en el aire invisible y se deslizaban fuera del alcance de las ignitas. - Emm… ¿qué hiciste? – preguntó de nuevo la bárbara, intrigada. No había ocurrido nada espectacular como había esperado que pasara y empezaba a tiritar, su armadura empapada le pesaba sobremanera. - Oculté esta conversación. Podremos hablar sin que nadie nos escuche. Jaq se preguntó qué movía a la conjuradora a tomar tantos reparos. La conocía desde que ambas eran unas pequeñas niñas en la lejana Nasraah Tej y siempre se habían llevado bien. La hechicera se había mudado junto a sus padres a Altaruk al poco tiempo, y si bien habían mantenido el contacto a distancia, se veían esporádicamente a lo largo del tiempo. Ping había resultado ser una dotada conjuradora, sumamente hábil en el campo de batalla, revirtiendo la muerte y sanando a quien fuera alcanzado por algún arma enemiga. En todo Ignis se hablaba de ella con admiración, pues los conjuradores eran escasos y más aún aquellos que se dedicaban enteramente a la magia blanca. Por otro lado Jaq era una bárbara, quien había entrenado gran parte de su vida en Medenet y luego directamente en la zona de guerra, en el fuerte Menirah. Era fuerte, rápida y letal, hábil con sus armas duales. Tenía un talante mucho más jovial que su amiga, quien se había vuelto seria y orgullosa con los años. Y si bien ambas rondarían la veintena, la hechicera aparentaba tener cinco o diez años más. - Bien, dime, ¿qué ocurre? ¿Qué te mueve a tomar tantas precauciones? – preguntó, yendo directo al grano. No le gustaban las vueltas que le daban los hechiceros a sus asuntos y lo misteriosos que se podían llegar a poner si se les daba la oportunidad. Ping no respondió al instante. Miró el horizonte más allá del mar y luego de unos segundos susurró: - Dime Jaq… ¿crees en los dioses? - ¿Mm? Si, claro que si – contestó ella, intrigada. No veía a qué quería llegar. - ¿En qué dioses crees? ¿En las cuatro diosas animales ignitas? - Sabes bien que no Ping. Las cuatro diosas son invento de las sacerdotisas para impulsar al ejército a la guerra. Sólo los tontos se dejan llevar de la mano al matadero. Puedo simular asentir, pero no creo en estas autoproclamadas diosas… y en el campo de batalla sólo dependo de mi y de mis compañeros, no hay intervención divina que valga. - ¿Entonces crees en los viejos dioses? – susurró con voz musical, aún sin mirarla. - Los únicos dioses querrás decir. Si, creo en ellos. Históricamente toda mi familia creyó en ellos, aunque nunca recibí ninguna señal ni muestra de que existieran. Creo en los Adh-Mins, si, en Surak, Kailer, Frosk y los demás dioses del mundo. Si. Ping guardó silencio y entonces la miró fijamente, indagando en sus ojos, en su memoria, en su mente. Al cabo de unos segundos pareció mostrarse conforme pues el esbozo de una sonrisa apareció en su rostro por primera vez. - Bien, eso quería escuchar. Yo tampoco creo en las diosas ignitas como bien sabes, y si creo en los antiguos dioses. Sin embargo a diferencia de ti, he comprobado su existencia. - ¿Tuviste contacto con un dios? – exclamó Jaq, asombrada. - Déjame terminar – susurró Ping, algo molesta por la interrupción. – Comprobé su existencia pues los hechizos, la magia, fue otorgada por los dioses en los albores del tiempo. Y ya hace algunas semanas que he percibido un debilitamiento, una flaqueza en mis artes mágicas. - Es cierto lo que dices, algunos hechiceros comentaban lo mismo en el campo de batalla. Dicen que sus poderes no siempre resultan tan confiables como antes. - Cierto, pero no es eso únicamente. En el arte de la conjuración, cuando uno desea resucitar a un aliado debe elevar una plegaria a uno de los dioses, pues sólo ellos controlan el flujo de la vida y la muerte, y fueron los creadores de los altares de resurrección. Hace un tiempo ya que estos hechizos están… no fallando pero… mutando, digamos que cambiaron… - ¿En qué sentido? - Verás, resucitar a un aliado es el máximo arte de un conjurador, y para poder hacerlo se debe entrar en contacto con algo más que un Adh-Minh, para resucitar a un aliado hace falta el visto bueno del creador, de Enshi. Eso es lo que dicen los más sagrados libros de conjuración, y de hecho no son muchos los verdaderos conjuradores que saben esto, pues únicamente repiten las palabras del conjuro y el milagro ocurre, no les interesa saber cómo. Sin embargo para dominar la magia es necesario adentrarse en ella y hacerla parte de uno mismo. Jaq parpadeó, siempre le costaba entender de lo que hablaban los hechiceros, eternamente preocupados por el discurrir del mundo, de la magia y de eventos celestiales. Su vida era más simple: matar o morir. Sus cimitarras eran sus únicas palabras de poder, y su armadura de élite era la única defensa ante los ataques enemigos. No despreciaba a los hechiceros en modo alguno, simplemente consideraba (como todo guerrero) que el destino era moldeado por sus propias acciones, que no estaba escrito en la piedra. - En fin – continuó Ping – He notado un cambio en las artes de resurrección. Temo… temo que algo haya ocurrido con el propio Enshi… - ¿Qué podría haber ocurrido con él? – se sorprendió Jaq. - ¿Qué te ha llevado a pensar eso? ¿El debilitamiento de la magia? - No es sólo eso. Es el cambio en la habilidad de resurrección. No podría explicártelo pero se siente diferente, se siente… menos divino por decirlo de alguna forma. Es como si estuvieran suplantando a Enshi o algo similar… - Es muy serio lo que dices amiga mía, ¿hay forma de saberlo realmente? ¿Quién crees que podría haberle hecho algo al creador? Es el creador después de todo. - Si hay alguien que pudo haberle hecho algo... son los propios Adh-Mins – dijo, y el silencio cayó entre ambas. El rugido de la tempestad a su alrededor contrastaba con la calma, con esa incertidumbre palpable en el aire dentro de la cúpula de protección. Aquella era una grave acusación. Ahora entendía Jaq porque la hechicera había entonado aquellos hechizos de protección ante oídos indiscretos, nunca se sabía cuando un Adh-Minh podía estar escuchando, o eso decían las viejas lenguas, las que no hablaban sobre las falsas diosas ignitas. - Es peligroso lo que piensas – dijo finalmente la Molok, intranquila. - ¿Hay alguna forma de comprobar lo que crees? - Hay una forma, si, un hechizo. Es uno de los más secretos en la biblioteca de Altaruk, y uno de los más peligrosos. Supuestamente permite entrar en contacto directo con Enshi durante unos pocos segundos. - ¡Deberíamos hacerlo entonces!, ¿qué tan peligroso es? - Ya lo hice ayer - continuó Ping, pasando por alto la interrupción - es por eso que te convoqué aquí con tanta urgencia. Confirmé lo que decía previamente. - ¿Cómo? ¿Qué viste? – la mirada de incredulidad de Jaq se tornó en otra de preocupación - ¿Estás bien? ¿Te ocurrió algo?
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Tuor
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