[Relato] La Forja de un Túnica Verde

[MalditoLobo]

Buen cap, Tuor, volveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

¿Quién va a ser la madre de tu hijo? =O

[keymod]

Tour is back... and is GREEN

[Tuor]

Gracias por sus comentarios
Tengo un par de ideas para el próximo, quizás salga dentro de poco ^^

[Darith]

muy buena tuor hace mucho que no leia tus relatos asi que lei varios capitulos juntos segui asi!!!
saludos!!

[Valkasar]

tuor!!! me atute cuando me entere que no estabas mas por estas verdes praderas pero... he's back in green and please bring us a new chapter soon que tengo la vena del tamaño de la lanza de mi barbaro asi que OS LO RUEGO, TRAED UN NUEVO CAPITULO ASI PUEDO DORMIR SIN LA INCOGNITA.
ademas, que apropiado eso de "FURIA" de evendim por lo re-caliente que estaba "the chosen one"
bue che acordate de hacer otro que casi no puedo dormir...¬¬>_< dale che


P.D: ya te dije que estaba impaciente?

[Tuor]

Bueno, a petición popular y disculpandome por no haber posteado en tanto tiempo, hoy posteo nuevo cap, ahora veo si lo termino xP

[climene]

dale!! wiii! estábamos esperando!!

[Tuor]

Capítulo XV
Revelación

Unos pasos atrajeron la atención del conjurador. Linglot había caminado hasta el carcelero y, una vez que extrajo su espada del pecho del cadáver, tomó las llaves y se encaminó hacia afuera sigilosamente. La mirada del entonces perplejo conjurador se desvió a Richox.

- Nos enteramos de lo que pasó ayer en la plaza y decidimos actuar – su voz sonaba amistosa, acompañando una leve sonrisa, pero súbitamente cambió a un tono serio - ¿Por qué lanzaste ese hechizo Tuor? ¿Te das cuenta de lo que hiciste?
El conjurador no respondió, bajó la mirada al suelo y pasó su mano por los ojos. Claro que lo sabía. Se arrepentía de aquello, en parte claro. La injusticia que habían cometido a su madre y la sed de sangre de los ciudadanos comunes le asqueaba, pero no era ningún justificativo para lo que había causado.

Richox, quizás adivinando sus pensamientos, siguió hablando:
- Un miembro del clan estaba allí y lo vio todo. Nos contó y te entendemos, aunque nadie supo de dónde salió la flecha.
- ¿Y cómo me encontraron? – preguntó Tuor, desviando la conversación de aquel tema en particular. No sabía bien por qué, pero no le gustaba hablar sobre su hermano y el oscuro mal que guardaba tras de sí.
- Digamos que tenemos nuestros contactos.

En ese momento se oyeron pasos aproximándose por el corredor y ambos magos se pusieron en guardia. Linglot, secundado por Har y Wolfus, apareció en el umbral y los miró algo preocupado.

- Hay movimiento arriba, se escuchan gritos de furia e insultos, creo que el verdadero Ancalimon viene.
- ¿El verdadero? – preguntó Richox, sorprendido.
- Si, supongo que sí. Por las exclamaciones de desafío que dan los prisioneros debe ser él. No está lejos, tenemos que irnos de acá. Muévanse.

Tomaron sus pertenencias y empezaron a caminar hacia el umbral, pero Tuor se paró en seco y miró a la puerta con el seño fruncido.
- Dale Tuor – exclamó Har.
- No, no me voy todavía, quiero ver a Ancalimon.
- ¿Qué? ¿Por qué? – exclamó Wolfus. Una mirada del conjurador bastó para responder su pregunta. El porqué estaba claro. – Sí, bueno, entiendo el motivo, pero ¿Ahora tiene que ser? Tenemos que aprovechar la oportunidad para escapar.
- Vayan, yo los alcanzo después.
- No vas a poder Tuor, tenemos que irnos ahora – dijo Linglot, cerrando la mano en torno a la empuñadura. Los pasos se aproximaban y ya se podían escuchar algunos gritos.
- Nos quedamos – dijo entonces Richox, tirando a un lado la bolsa que llevaba y alzando el báculo en actitud defensiva.

Aquello paradójicamente generó desconcierto y decisión. Una mirada del caballero bastó para ver que su compañero estaba firme en su decisión, y después de todo a él mismo no le gustaba salir corriendo de un lugar. No, una pelea es una pelea, y para un Centinela Nocturno huir no es una opción.

Desenvainando su espada, comenzó a dar indicaciones.
- Tenemos que emboscarlos. Seguramente van a ir primero a las celdas y cuando vean que no estamos van a venir a buscarnos acá, pensando que vinimos por los báculos y los libros. – Justo en ese momento se oyó un juramento y un ruido fuerte, como de metal cayendo – Bueno, ya saben que no están ahí. A ver, Tuor y Har frente a la puerta, como carnada. Rich, vos conmigo, si podes invocá protecciones sobre mí. Wolfus, necesito que estés del otro lado de la puerta y que no te vean. Cuando entren asustalos.

El brujo sonrió y caminó hasta su posición. Richox y el caballero se dispusieron de un lado de la puerta y el mago aprovechó esos segundos para crear una ilusión que impediría al monarca descubrir que ellos dos eran centinelas nocturnos. Los otros dos conjuradores tomaron sus báculos e invocaron protecciones mutuamente.

Y entonces llegaron. Unos pasos apresurados y unas órdenes revelaron que estaban sumamente cerca. Tuor apretó el báculo con fuerza. Súbitamente seis personas entraron en la estancia. Cinco guardias y un hombre de rica vestimenta y porte real.
- ¡Ahí están!
- ¡Ahora Wolfus!

El suelo tembló y unas calaveras cayeron sobre los guardias, derribándolos de terror. Linglot se lanzó entonces hacia ellos, mientras Richox con una enorme precisión producto de años de trabajo en conjunto le lanzaba una de las más formidables protecciones.

Todo terminó muy rápido.
Los guardias fueron aniquilados en breves segundos y Ancalimon quedó derribado, aterrado ante el efecto del poderoso Terror de Sultar.
- Que temerario señor, venir aquí tan sólo con cinco guardias – se mofó el brujo.
- ¡Traidores! ¡Todos morirán estúpidos! ¡Liberenm...!
- Silencio – dijo Tuor, invocando un sortilegio para enmudecer al hombre. - Silencio y escucha. Es por el bien del reino. Uriannas no mató a su marido. Hay alguien más moviéndose, no te puedo decir quién es pero tenes que estar prevenido. Su poder no tiene barreras, preveni a tus hombres contra esta amenaza, contra un arquero de ropas negras.

Y entonces una mueca cruzó el rostro del gobernante: una sonrisa de suficiencia. La luz se hizo en la mente de Tuor.
- ¿Lo sabías? ¿Lo sabías y no hiciste nada? – gritó el mago, liberando sin darse cuenta al monarca del hechizo silenciador.
- Oh sí, estoy enterado de ello. Tu hermano juega bien sus cartas.
- ¿Hermano? – susurró Wolfus, mirando interrogativamente a Har, pero ella estaba pendiente de la conversación.
- ¿Cómo sabías? ¿Cuánto sabías? ¡Hablá!
- No tengo porqué contestarte eso – dijo, esbozando aquella sonrisa estúpida.

Y como si el destino quisiera reafirmar esa resolución, en ese instante se escucharon gritos y entrechocar de armas por encima de ellos. Cruzaron miradas.
- Vienen más.
- Claro que vienen más, y esta vez no van a ser sólo cinco – se mofó Ancalimon.
- Tenemos que salir de acá, ¡ahora!

Todos comenzaron a movilizarse, todos menos el mago y el interrogado a quien tenía inmovilizado con un conjuro.
- ¡Decime!
- No creo que tenga porqué, mocoso.
- ¡Tuor! ¡Vamos!
- ¡No! ¡Él sabe, yo tengo que saber!
- No nos lo podemos llevar, vámonos, ¡YA!

Con la frustración en el corazón y el fuego del odio en su mirada, el conjurador liberó al gobernante de su sortilegio y se juntó con los otros. Un cúmulo de pensamientos se arremolinó en torno a la mente del mago. ¿Cómo sabía? ¿Qué tanto sabía? ¿Estaba aliado con Sithel? ¿Había hecho todo eso adrede?

El grupo cruzó la puerta y se encaminó por el pasillo hacia el lado opuesto al que venían los sonidos. Unos gritos seguidos de una orden seca les revelaron que habían encontrado a Ancalimon. Apresuraron el paso buscando ganar terreno.

Finalmente encontraron un escondrijo: una sala lateral algo deshabitada. Entraron y Linglot bloqueó la puerta. Seguramente aquella enorme cárcel subterránea estaba protegida contra sortilegios de teletransportación, pero si cuatro magos como ellos unían sus fuerzas era probable que lograran escapar.

Tomándose de las manos, los hechiceros comenzaron un ritual de desvanecimiento. Del otro lado de la puerta se oyeron algunos golpes, como si estuvieran abrirla quebrarla con un ariete. El caballero desenvainó su espada y adoptó una postura de combate.

La luz que emanaba del conjuro era terrible y en pocos segundos un destello fulgurante inundó la sala. La puerta se hizo añicos y un grupo de hombres entraron en el mismo instante en que el sortilegio los transportaba lejos de las armas, lejos de la muerte y lejos de la respuesta a la pregunta de un mago atormentado.

[climene]

:S

hombre, me dejaste peor que antes...

exijo otro capi ahora ya!

[Tuor]

Jajaj,
Me voy a bariloche el domingo, y no creo que haga uno antes ni en el tiempo que estoy afuera (más de 10 dias) asi que... no se, cuando pueda/tenga inspiracion escribo