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La Taberna Un lugar para conversar sobre casi cualquier tema

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Old 07-23-2009, 03:10 AM   #501
flor_del_desierto
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Entro atropellando mesas, como de costumbre.

-¡Pepe!-saludo al ver al mozo.

-¡Lobo, querido!-me responde mientras me siento en la mesa habitual.

-¿Cómo va todo?

-Bien, hace un rato pasó tu compañero, el abogado.

-¿Otra vez cargó en mi cuenta el hdp?

-Nah, esta vez pagó. ¿Que vas a querer?

-Ando con el termo y el mate a cuestas, así que nada más traeme medialunas.

-¿Cuantas?

-Las de siempre.

-Hecho-dijo y agregó-¡tres docenas de medialunas para este forro que nunca engorda!

Y acto seguido, escribí en una servilleta:

Esa tarde ella se tomo sus 15 minutos habituales para si misma un poco antes de las 8, en la confiteria de la esquina solo para descansar un poco su cabeza, habia tenido un dia largo...
La tarde estaba gris, fria, algo lluviosa tal cual su dia perfecto, entro al salon y la melodia la transporto directo a su pasado, sonaba Diego Torres con un clasico (Penelope).
-Hola!, Pepe- le dijo al mozo cuando se acerco...
-Hola señorita como esta en esta fea tarde gris?,- pregunto el con confianza, - La verdad Pepe,- dijo mientras hacia un pasusa anlizando si contarle o no que amaba aquellas tardes melancolicas,- es una bonita tarde para mi...- lo miro apasiblemente y le regalo una sonrisa; a lo que el mozo respondio -entonces me alegro mucho!!.
- Pepe (dijo ella) los chicos pasaron hoy por aqui?; Si (dijo el), Lobo esta mañana dejandole esta nota, y Federiquito (dijo mientras se reia en complicidad con ella) paso por la tarde preguntando por los 2.
-Sabes una cosa (dijo ella) cuando paso mucho sin verlos los extraño, aun no me decido lo se pero, es que lo quiero a ambos... (le dijo sin esperar una respuesta como hablando para si misma, el solo se limito a escuchar y entragar la nota que decia: Muacks mi Nanu, espero la noche o el dia para compartir de nuevo una lectura divina...)



SE las dejo Besitossssssssssssssss... Les Toca!
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Old 07-23-2009, 05:19 AM   #502
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Default La historia de Ehangüyln Anhayslar

Historia de mi personaje en el mundo World of Warcraft. ¡Disfruten!

ڥڭښ Anaslor: orígenes ڇکڟ
Por Celerian


Alrededores de Quel’Thalas, hace dos semanas.

- Cien almas te pido, elfo –exclamó aquel extraño ser.

- ¿Cómo pretendes que haga todo eso? Con cada víctima se me haría más difícil. Cien almas es demasiado –respondió el brujo Elfo de Sangre. La herida en su pecho dejaba correr, lentamente, el cálido elixir de la vida.

- Cien almas es lo que pido, cien almas es lo que obtendré a cambio de que sigas con vida.

Ehangüyln Anhayslar Valarion’Sever se vio atado a un problema sin solución. Antaño destinado a ser Lord de Quel’Thalas y futuro miembro del Concilio de Lunargenta, ahora debía realizar un trato con un demonio. Jamás había caído tan bajo.

Entonces, recordó su pasado. Un largo camino...


***
Aldea Brisapura, antes de la Segunda Guerra.

El sol de la mañana atravesó las delicadas cortinas de seda azul y celeste de la residencia Valarion’Sever. Recorriendo los haces de luz, pequeñas partículas de polvo brillaron con la intensidad del mismísimo astro rey, antes de depositarse lentamente sobre la cama del primogénito e hijo único de Lord Khandarion Bar’Thelas Valarion y Lady Celerian Ithilian Sever. El nombre del adolescente era Ehangüyln Anhayslar.

De repente las jarras y adornos de la habitación comenzaron a levitar y a girar lentamente. Ehangüyln se movía en sueños; perturbación. En su cara se dibujaba una expresión de sufrimiento, dolor. Entonces, el muchacho se levantó súbitamente, sudando, abriendo sus profundos ojos azules; al mismo tiempo, los objetos suspendidos se precipitaron al suelo, rompiéndose en mil pedazos.

Ehangüyln miró a su alrededor, observando el desorden y el caos de su habitación. Ya era la tercera vez en el mes que había sucedido el mismo acontecimiento. Observándolo desde la alta puerta del dormitorio, su tío, Azj’Thalos Valarion, sonreía con picardía.

- ¿Otra vez?

- ¡Tío! ¡¿Qué haces aquí?! –exclamó el joven, sorprendido.

- ¿Otra vez? –insistió Azj’Thalos.

- Si, no se a que se debe. Creo que no volveré a poner adornos en mi habitación –contestó bromeando. Su tío rió vivamente.

- Tranquilízate, chico. Te he dicho que tienes grandes mágicas. Hay precedentes de hechos similares en la adolescencia de grandes magísteres. Es cuestión de tiempo hasta que tu subconsciente no manifieste magia por sí solo. En fin... vístete, debemos ir a Lunargenta.
- ¿Qué? ¡Hoy es mi día libre!

- ¡Si quieres ser un gran mago, como tus padres y yo, debes trabajar duro! –grita - ¡Estudia! ¡Practica! ¡Aprende! ¡Merece ser el derecho de portar tu apellido!

Ehangüyln bufó y puso los ojos en blanco. Procedió a vestirse con una túnica turquesa con incrustaciones de zafiro, digna vestimenta de la clase alta de Quel’Thalas. Ciñó sus cabellos lacios y dorados con una diadema de reluciente oro. Tras terminar, siguió a su tío a través de los interminables pasillos de la mansión. Caminando en silencio, el chico pensó en como odiaba la estricta personalidad de su tío, pero a su vez comprendió que desde pequeño siempre estuvo preocupado por él y su futuro, debido a la continua ausencia de los señores de la casa, ocupados en su diaria labor.

Una vez afuera, Azj’Thalos abrió un pequeño portal, a través del cual llegaron a Lunargenta. El bullicioso lado este se encontraba, ya, abarrotado de mercaderes. Unos cuantos mendigos se desperezaban de los bancos públicos para comenzar a pedir limosna a los transeúntes. Ehangüyln se prometió a sí mismo, tras ver esa miseria, que cuando llegara a ser miembro del Concilio de Lunargenta, trataría de distribuir entre su pueblo. Sin embargo, la sociedad elfica, prácticamente utópica, no prestaba atención a unos cuantos mendigos, más empeñada en embellecerse y perfeccionarse constantemente. De repente, y tras salir de sus eternos pensamientos, el muchacho se encontró acompañando a su tío al lado oeste de la metrópoli, donde se encontraba su residencia. En cuestión de minutos, llegaron al Sagrario Valarion, en pleno funcionamiento. Dos guardias apostados a la entrada, usando el escudo familiar de los Valarion, saludaron a su patrón. Azj’Thalos, ataviado con las túnicas azules de magíster y blandiendo, con orgullo, un alto báculo de hierro negro. El mago de mediana edad saludó, con un gesto de la cabeza, a sus vigilantes. Luego se introdujo con su sobrino en aquel vistoso edificio, cerrando la puerta con un movimiento de su báculo.

El interior del recinto estaba a oscuras, iluminado débilmente por candelabros mágicos de cristal. Bastó con que Lord Valarion susurrara una palabra para que las fuentes de luz quintuplicaran su brillo. Ehangüyln miró hacia la planta superior y vio la amplia biblioteca del sagrario. Desde pequeño siempre había sentido curiosidad por leer esos libros misteriosos y exóticos que su tío compraba a mercaderes de todo el mundo conocido. De esto se dio cuenta entonces Azj’Thalos:

- Ehangüyln, ¿Sientes curiosidad por alguno de mis libros?

- Bueno...-duda – Si, siempre he deseado poder leer alguno, aunque sea ojearlo, nada más.

- Entonces, es tu día de suerte, chico. Te recomiendo...-dijo mientras señalaba hacia la gran biblioteca, y uno de los libros, forrado de terciopelo rojo y bordes dorados, salió de su estantería flotando y cayó suavemente entre las manos del joven-... “El Arte de la Piromancia: Orígenes y Perfeccionamiento”. Te será muy útil.

- Pero, tío... esto es, ¡magia prohibida! Nosotros manipulamos hielo y agua, no fuego. Mi padre me lo ha dejado en claro desde que era pequeño.

- ¿Vas a hacerle caso a los incompetentes y seniles que dirigen las academias mágicas? ¡¿Qué saben ellos de magia?! ¡¿Qué saben de poder?! ¡Nada! –gritó furioso Azj’Thalos, mientras que algunos libros de la biblioteca temblaban estrepitosamente.

- Discúlpame, tío. Si hay alguien que ha de saber de magia, ese eres tú. Mi padre quizá sea demasiado... conservador.

- ¡Por fin abriste los ojos! –agregó su tío- Te enseñaré a usar el fuego para que seas respetado y temido. El verdadero poder de la magia se encuentra en lo desconocido. Recuerda esto por siempre. Ahora aprenderás la piromancia básica.

- Que se cumpla tus deseos, tío. Estoy a tu disposición.


***

Había ya salido la Dama Blanca cuando tres magísteres ingresaron en la mansión Valarion’Sever. Al llegar al salón principal, un destello rojizo y cambiante les llamó la atención. Allí, el joven primogénito se encontraba realizando complejos encantamientos de fuego. Serpientes llameantes recorrían la habitación, mientras dos espirales de fuego giraban en órbitas elípticas a un enorme globo ígneo que se elevaba en el centro de la habitación. Recostado sobre almohadones de terciopelo, Ehangüyln movía sus manos en todas direcciones, como dirigiendo la peligrosa exhibición.

De repente, las luces se encendieron y el muchacho se sobresaltó, perdiendo la concentración y produciendo que aquella vistosa demostración de piromancia cesara. Consternado, miró a sus padres buscando que decir.

- Ehangüyln Anhayslar Valarion’Sever, ¡¿Qué rayos estás haciendo?! –exclamó furioso Lord Khandarion. Tras de el, Lady Celerian lloraba desconsolada.

- ¡Déjame explicarte! –gritó Ehangüyln – Yo he apr...

- ¡No quiero explicaciones! ¡¿Cómo demonios te atreves a ensuciar el nombre de esta familia con esa inmunda practica mágica?! –avanzando hacia su hijo.

- ¡Yo solo quería...!

- ¡Silencio, insolente! –abofeteando a su hijo único.

Ehangüyln cayó retumbante al suelo. Durante unos eternos segundos, no reaccionó, mientras el llanto de su madre rompía el silencio de la habitación. En la entrada, vio a su tío, serio, mirándolo. Entonces, se levantó. Su padre volvió a gritarle:

- ¡Eres una escoria! ¿Cómo pudiste hacernos esto?

- ¡Cállate! ¡¡Cállate!! –grita rabioso Ehangüyln – Al fin lo comprendo, ¡Tu no quieres que yo alcance mi máximo potencial! ¡Temes que empañe tus logros con mi fortaleza y poderío! Ahora esta todo tan claro...- exclamó mientras corría por el pasillo principal de la casa, hacia el pórtico.

Khandarion intentó alcanzar a su hijo, pero su paso fue detenido por su hermano, que interpuso su báculo con el pasillo diciendo:

- Déjalo. No sabe lo que hace. Pero no te preocupes, se donde va, me haré cargo de él.

El padre, aturdido, asintió con la cabeza.


***

Ehangüyln se encontraba observando la infinidad del río Elrendar, sentado sobre las colinas al norte del curso de agua, cuando su tío se acercó por detrás diciendo:

- Todo gran avance requiere grandes sacrificios, chico.

- ¡¿Cómo lo permitiste?! ¡¿Por qué no dijiste nada?! ¡¿Por qué no dijiste que fue tu idea?! –dijo sollozando.

- ¡Ya te he respondido! Si te quedabas con tus padres, nunca habrias progresado. ¡No habrías sido lo que debes ser! –dijo Azj’Thalos mientras abofeteaba a su sobrino.

Ehangüyln cayó de bruces al suelo. Ya no tenía futuro. Sus padres se avergonzaban de él, lo perdería todo... En medio de sus reflexiones, su tío le tendió la mano para ayudarlo a levantarse, diciendo:

- No te preocupes, sobrino. Yo te daré techo y me encargaré de que sigas tus estudios. Aquí, como te he repetido hasta el hartazgo, serás reprimido y nunca alcanzarás tu verdadera naturaleza. Partiremos enseguida a mi segundo hogar, Dalaran, la Ciudad Violeta.

Ehangüyln aceptó la mano de su tío y, antes de ser teletransportado, dijo susurrando:

- Gracias.

***

Ciudad de Dalaran, meses antes del inicio de la Plaga.


Habían pasado ya varios años desde que Ehangüyln había abandonado Quel’Thalas. Durante ese tiempo, su tío le había permitido vivir en su mansión de la Ciudadela Violeta, y el muchacho había ingresado a la Academia de las Artes Arcanas de Dalaran, para perfeccionar su dominio de la magia. Mientras, en privado, Azj’Thalos lo instruía en la piromancia.


***

Ehangüyln miraba por la ventana los jardines de la Ciudadela Violeta, donde estudiantes de las diversas naciones de la Alianza practicaban sus encantamientos, o simplemente pasaban el tiempo libre. Sin embargo, dejó de lado su distracción para volver a centrarse en la clase impartida por la Archimaga Avaris Silversong, que realizaba un diagrama sobre el equilibrio del Plano Elemental en el vacío. Entonces, sonó la campana que anunciaba el fin de la jornada. La mayoría de los estudiantes se teletransportó, lo que también hizo el joven.

Segundos después, se encontraba en la torre arcana de su tío, Azj’Thalos. Ehangüyln pronuncio una contraseña y el golem arcano que obstruía la entrada se despertó, dejándolo pasar. Una vez dentro, el chico subió a un elevador mágico y, segundos mas tarde, se hallaba en el primer piso de la estancia de la torre. De la majestuosa cúpula violeta, se suspendía mágicamente el esqueleto completo de un dragón negro. Sobre la mesa central de la estancia, un libro negro, adornado con huesos y amatistas, llamó la atención del joven. Curioso, abrió aquel grimorio y una extraña energía, retorcida, oscura, emanó de él... comenzó a leer.

Continúa abajo...
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***

Meses después, una noche de tormenta, en su habitación, Ehangüyln invocó, guiándose con aquel libro, un pequeño diablillo que se mostró deseoso de servirlo.

En las sombras y protegido con un escudo mágico, Azj’Thalos río en silencio. Su plan estaba apunto de ultimarse.


***

Habían pasado ya tres meses desde la primera invocación del joven elfo, y sus calificaciones en la academia habían bajado notablemente. Casi siempre faltaba a sus clases, y los pocos amigos que tenía ya se habían cansado de ir a buscarlo.

Un día, Azj’Thalos entró en la habitación de su protegido y se deleitó con lo que vio: sangre y viseras esparcidas por todas partes, todo revuelto y desordenado, las paredes cubiertas de extraños símbolos y gravados. Buscó en lo que alguna vez fue una cama, a su sobrino. Al levantar una frazada, una súcubo salto de entre las telas y desapareció en un estallido de energía verde. Segundos después, Ehangüyln, se destapó gritando:

- ¡Vuelve aquí ahora mismo! Soy tu amo, ¡debes obedecer!

- Desperdicias tu potencial en placeres de la carne. ¡Que desperdicio!

Ehangüyln se sobresaltó. No supo que decir. Trato de procesar la naturalidad de su tío al descubrir que practicaba la brujería:

- Tío, puedo explicarlo. Aquel...

- No hay que nada que debas explicar. Yo dejé allí el libro. Sabía que tu incontrolable curiosidad te llevaría a leerlo y describir sus secretos.

- Entonces... ¡Fuiste tu!

- Nada sucede por casualidad, chico. Eso, en esta instancia, ya deberías saberlo. Ahora, perfeccionaremos tu técnica –rió sutilmente.


***

En medio de un círculo de unos tres metros de diámetro, un campesino se encontraba fijado al suelo, rodeado de velas carmesí. El pobre se encontraba desorientado, temeroso.

De repente, una oscura silueta atravesó el borde del círculo y las velas la delinearon.

La última semana había cambiado completamente la apariencia de Ehangüyln. Su piel se había vuelto grisácea y sus ojos azules habían obtenido un leve matiz de verde. Una capucha negra ocultaba su rostro. Solo su penetrante visión se veía en esa oscuridad eterna y esta se posó sobre el humilde peón. Con lentitud, desenvainó una daga curvada con una pequeña calavera de plata de su empuñadura y, con decisión, la descargó sobre su víctima.

Instantáneamente, el cadáver comenzó a ser consumido por un fuego que no era de ese mundo, un fuego demoníaco, un fuego vil. Tras el círculo, Azj’Thalos rió:

- Has completado el ritual, chico.

- Gracias, maestro.

- Tus poderes ya han madurado lo suficiente.

- Gracias, maestro –reitera Ehangüyln.

- Ahora, tu alma es valiosa, muy valiosa –ríe.

- ¡¿Qué?! –grito Ehangüyln exaltado.

- Lo siento, chico. Esa es la razón por la que me interesó tanto educarte. ¿Acaso no lo entiendes?

- ¡¿A que te refieres?! –exclama el joven elfo.

- Tu dote natural es magnifico y ahora... ¡Me pertenecerá! –dijo Azj’Thalos mientras comenzaba a pronunciar un cántico. El círculo ritual se ilumino en un brillo violáceo y Ehangüyln se retorció de dolor.

Sin embargo, todo cesó de repente. Ehangüyln comenzó a reír frenéticamente. Azj’Thalos no comprendía nada. El aprendiz habló mientras hacia un gesto con su mano a su tío, que quedo inmovilizado:

- ¿De verdad creíste que era tan estúpido como para no descubrir la verdad?, ¿Tío? Siempre lo supe desde que aprendí a dominar la magia vil, el verdadero poder.

- ¡¿Qué rayos...?! –grito confundido Azj’Thalos.

- Te usé... te usé para que me enseñaras. Y ahora, el aprendiz reemplaza al maestro –dijo mientras lentamente se aproximó a su antaño querido tío, que no sabía como reaccionar.

Al acercarse lo suficiente, Ehangüyln dio una estocada en el corazón de su tío, inmóvil. Y, al igual que el campesino, la gloriosa vida de Azj’Thalos fue concluida por su propio sobrino, que absorbió, sin remordimientos, sus poderes mágicos. Segundos después, el antiguo magíster de Lunargenta se desvaneció en un montón de cenizas llameantes de color verde.


***
Alrededores de Quel’Thalas, hace dos semanas.

Hacía ya varios años que Ehangüyln había escuchado que su pueblo había cambiado. Ahora el fuego y la magia vil eran aceptados como ultimo recurso defensivo contra los enemigos de la caída nación élfica. Tanto él como el resto de s pueblo habían sufrido de sobre medida la fuente del Pozo del Sol, pero a el no le resulto difícil aprender a extraer energía de los demonios. Ahora se acercaba a su destruido país para ayudar en la reconstrucción, volver a empezar; sin embargo, no lo haría a menos que obtuviera un beneficio.

Mientras caminaba, a paso firme, cerca de los territorios Troll Amani, la mayor parte de los individuos se alejaban de él al percibir la oscuridad que le rodeaba. Con confianza, se deslizaba por las aldeas troll, mientras los pobladores huían desconcertador ante la oscura presencia del extranjero.

Habiendo llegado a un lago cercano a la Aldea Corona de Sol, una extraña criatura alada, una gárgola, se abalanzo sobre él. Ehangüyln esquivó con facilidad el golpe y, por medio de un simple movimiento de la mano, carbonizó a la criatura. Mientras extraía, con ímpetu, la energía de la bestia, algo inesperado ocurrió. Otra presencia se hizo notar. Una nueva gárgola embistió al elfo, el cual no tuvo tiempo de reaccionar. Aquel bestial empujón tiró a Ehangüyln al suelo boca abajo. Tratando de reaccionar lo más rápido posible, se dio la vuelta para ver lo que no era más que un no-muerto armado con la fuerza de una maza. El golpe no fue letal, pero si grave. La sangre recorría la cavidad torácica del elfo. Aquel fuerte porrazo dejó como consecuencia una grave herida en el abdomen del brujo, el cual cayó al suelo débil, inconciente.

Al despertar, moribundo, se hallaba dentro de una misteriosa caverna. Tirado en el suelo, frágil, Ehangüyln no podía hacer nada. Observando a su alrededor, pudo observar que la fuente de luz que iluminaba el sector provenía de un pozo de fuego ubicado a no mas de tres metros de su posición. De entre las llamas, se alzaba un demonio de los denominados Fhar’Thurs, supuestamente extinguidos. Este miró al moribundo elfo y, con una voz potente y grave, dijo:

- Era hora de que despertaras.

Ehangüyln, con las pocas fuerzas que le quedaban, sacude su mano con objetivo de herir a su oponente con un hechizo, pero no puede.

- Tus fuerzas ahora me pertenecen, no eres más que un enclenque elfo –informa aquella tenebrosa presencia – Tus fuerzas me ayudaron mas de lo que pensé.

- ¿Qué...?-Ehangüyln se retuerce de dolor - ¡¿Qué me has hecho?!

- Tu fuerza mágica me ha ayudado a progresar en mi evolución. Pronto podré abandonar esta prisión, para ello necesito más fuentes de magia. ¡Por ello necesito que me digas donde encontrar el poder suficiente para abandonar este inmundo agujero!

- No...-decide el elfo - ¡Nunca!

- No estoy tan seguro de ello, elfo –ríe – Obedéceme, o caerás herido de muerte en aquel inmundo y empolvado suelo.

Las palabras de aquel Fhar’Thur impactaron en Ehangüyln. El solo hecho de pensar en el frío abrazo de la muerte, estremecería hasta al más valiente. El elfo, sin otro remedio, respondió:

- Ha... –se sujeta la herida - haré lo que me pidas.

- Excelente.

Ehangüyln Anhayslar se levanta del suelo, a duras penas, y dice:

- No se donde conseguir fuentes de magia tan poderosas.

- No te preocupes, elfo –ríe – Bastará con la energía de cien almas para que tenga el poder suficiente para liberarme de esta prisión que me mantiene cautivo.

- Pero, ¿Cómo se supone que seleccione a la victima correcta? Sin mi habilidad, soy inútil.

El demonio levantó su brazo y, dando un poderoso y aturdidor rugido que sacudió la caverna, creó un intenso destello blanco que impactó en la cara de Ehangüyln, lanzándolo hacia atrás.

El elfo de sangre sujetaba su rostro con la mano derecha. Al apartarla, dio a ver una marca arcana que recorría el hemisferio izquierdo de su cara, cubriendo el alrededor de su ojo. Este misterioso sello dotó a Ehangüyln de la capacidad de detectar a sus objetivos, las almas impuras.

- Cien almas te pido, elfo –exclamó aquel extraño ser.

- ¿Cómo pretendes que haga todo eso? Con cada víctima se me haría más difícil. Cien almas es demasiado –respondió el brujo Elfo de Sangre. La herida en su pecho dejaba correr, lentamente, el cálido elixir de la vida.

- Cien almas es lo que pido, y cien almas es lo que obtendré a cambio de que sigas con vida.

Ehangüyln Anhayslar Valarion’Sever se vio atado a un problema sin solución. Antaño destinado a ser Lord de Quel’Thalas y futuro miembro del Concilio de Lunargenta, ahora debía realizar un trato con un demonio. Jamás había caído tan bajo.

- A...-duda – Acepto.

El demonio, riendo, lanzó un fuerte rugido, a través del cual, la herida del elfo comenzó a sanar.

- Tenemos un trato, elfo.

- Cien almas te debo, cien almas de traeré – anuncia.

- Que así sea.

Vestido con lo que solía ser un llamativo atuendo noble, pero ahora no es más que un montón de trapos harapientos, sale, a paso débil, del lugar. Ahora se encuentra atado a una promesa a la cual no podrá ignorar como otras tantas. Su misión está escrita en piedra, su destino, pendiente.



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Old 07-23-2009, 05:51 AM   #504
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La leyenda cuenta que hoy en día, aquel misterioso brujo elfo ronda por el mundo
buscando víctimas para pagar lo que prometió.A medida que pasó el tiempo, su nombre, Ehangüyln Anhayslar, fue transfigurando. Hoy en día se lo conoce como Anaslor, el devorador de almas. Y dicen que toda persona que ha caido bajo su eterno manto de tinieblas, ha desaparecido.

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Cuánta alegría me da leerlos. Extrañaba el café ^^


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El recado


Era una tarde fría, probablemente una de las más frías de aquel invierno, cuando vió aquella nota cual averno, deslizarse por un hueco bajo la puerta. Extraño -pensó-, ¿un recado? No era de esperarse; y aún así tan sólo un rostro logró imaginarse: tímido, cobarde, introvertido. Llegaron a su mente de versado en vida, centenares de alegorías que místicamente lo estremecían. Permaneció perplejo y pensante por un eterno instante. Y dándose una bofeteada, posó nuevamente su mirada en esa carta torva, airada, indignada; esperando a ser leída o aguardando a convertirse en ruina.
Oyendo el tic-tac de su reloj suizo, inhaló su alma en el descuido que, punzando en su pecho, huía prematuramente ante el acecho. Remoto a su razón, dió los pasos que lo apartaban del atolondrado gris bisoño, el envoltorio. Intentaba calcular su intencidad en pálpitos. Pero no pudo más que conseguir un número exageradamente elevado. Ello clamó una profunda atención. -¿Cómo era posible, si no era más que un anónimo yaciente en el piso de su apartamento?, se preguntó, aunque sabía que no era así. Conocía esos escritos, aunque no hayan estado firmado o manuscrito. Reconocía su aroma, aún tirado en ese mismísimo piso. Lo atormentaba su posible contenido.
Penosamente, inclinó su torso y estiró su largo brazo vigoroso, tomando aquello que dormía a sus pies. Y sin dudas ni sensatez, lo lanzó con rencor sobre su cama.
Pasaban las horas y la nota allí aguardaba, tendida sobre una de las almohadas, mientras él continuaba con esfuerzo y dedicación a enmendar su irónica conmoción. No supo qué más intentar. No supo qué camino tomar. Se dejó estar, por temor a la verdad. Tomó unas botellas de la despensa y comenzó a beber. Una a una, pretendiendo ocultar a un no se qué, dentro de su ser. Hasta que finalmente, con ímpetu y ánimos, irrumpió la pronta resaca con un nostálgico llanto. Lágrimas y lágrimas cubrieron su rostro, descendiendo de sus tiernos ojos, yaciendo en su pecho, dejándolo todo en remojo. Y se desarmaba su alma con cada gota derramada.
Sin más nada que perder; sin llanto, alma o un por qué, se incorporó. Y girando la cabeza hacia el centro de su cama, lo divisó. La nota. El recado. La carta anónima. Las sombras...
Aún con demasiado pavor, y tras reiterados suspiros, la tomó y allí entre sus manos la contempló. Su aroma. Ay, su aroma a rosas, tan suaves y armoniosas... Hipnotizado y anonado, la disfrutó. Degustaba en su imaginación una escena clásica de amor.
Apresuró el sueño y volvió en sí. Clavó su mirada en sus manos, en la carta. En el dorso tenía escrito: "Para ti", con una letra cursiva, en manuscrito. Ansioso y exaltado, con la mente en cualquier lado por la bebida y el espanto, prosiguió a abrirla deseperadamente. Extrañamente, no había carta. Lo que aquello contenía era una imagen: dos personas, en un valle. Mas, sí habían tras ella unas palabras: "Perdóname por no estar allí contigo. Deseo que me continúes soñando. Desde mi lugar, te envío este recado. Los ángeles aquí me cuidan, quédate tranquilo. Como yo, nadie te ha amado."


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Saludos!
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Me alegra mucho saber que les gustó el cuento... Ese día fue muy reflexivo, un día donde me puse a pensar en todas esas cosas que vienen a mí en contadas ocasiones, porque siempre estoy con la mente ocupada.

Sinceramente, Lobo, no imaginé ninguna cara ahí, pero en mi subconsciente sabía que todos y cada uno de nosotros estaremos ahí en algún momento. También creo que las personas que bajen en una estación o en otra no es una decisión que me corresponda a mí, sino al Dios Todopoderoso. Aunque, dentro de mis pensamientos, puedo hacer bajar en una estación a quien yo quiera.

Hace dos noches, me puse a escribir algo lindo acá, pero por un error inesperado (como un crash en Regnum), volví a esa ventana y se había borrado todo (????). Me dio una frustración tan grande haber estado una hora escribiendo y que, de un segundo a otro, todo haya desaparecido... Era tarde, apagué la computadora y me fui a dormir. Ya no había más remedio.

Acá les dejo lo que estaba escribiendo...

La voz del amor eterno

Te veo aquí y allá.
Miro la Luna viendo tu rostro,
mi corazón grita sin parar.
¿Cuándo se va a callar?

Mi alma me dice mis sentimientos
y solo escucho un gran silencio;
una nada
que no tiende a cesar.

Miles de cartas te he escrito
y ninguna has leído.
Seguramente ya imaginas su contenido,
eso a lo que tanto hemos temido.

Todo el tiempo exclamo lo que siento
y vos no me escuchás.
¡Te amo!
Es algo que no puedo evitar.

¡Te amo!
Viene de muy adentro,
es un sentimiento muy profundo
del que cada vez más me inundo.

Te siento,
desde la tierra de los sueños
aunque para traerlo a este mundo
tengan que pasar mileños.

Me alegro de que sean las once y no las doce,
así tengo una hora más para amarte
hasta el fin de los tiempos,
por toda la eternidad.


Espero que les guste... Siento que tengo algunos errores pero no sé donde, me gustaría que me los marquen si es posible, yo no los encuentro, estoy perdida ahí adentro.

Saludos, Ear.
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Old 07-23-2009, 04:40 PM   #507
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Originally Posted by angy_pnsandnalgoweno View Post
Cuánta alegría me da leerlos. Extrañaba el café ^^


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El recado


Era una tarde fría, probablemente una de las más frías de aquel invierno, cuando vió aquella nota cual averno, deslizarse por un hueco bajo la puerta. Mas, sí habían tras ella unas palabras: "Perdóname por no estar allí contigo. Deseo que me continúes soñando. Desde mi lugar, te envío este recado. Los ángeles aquí me cuidan, quédate tranquilo. Como yo, nadie te ha amado."


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Saludos!
Hola amiga hersoma!... como va todo? de lujo seguro!, lindas cosas escritas lei hoy! pero la tuya lejos es la que mas me gusto sobre todo por lo que recorte y marque ahi!...
Corazon, lo de la historia del cafe salio de la nada!, jaja comenzamos hace unos dias, si miras unas hojistas atras, vas a ver que Armestt (FEDERIQUITO) largo con esta historia!, asi que ya que esta la sigo =)...
Besossssssssssssssssssssss
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Old 07-25-2009, 05:34 PM   #508
Carpi
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"La soledad, no está tan sola, no ves que a mí no me abandona. Como una tempestad que va arrancando los tejados, no se quién me quitó lo que jamás me había dado.

Me acerco a la ventana y siempre está lloviendo, y en mi vieja radio suena "Sol de invierno". Perdido en el camino entre el amor y el odio, tan cerca del cielo como del demonio.

¿Qué ha pasado? que no quiere salir ni un rayito de sol que me ayude a vivir.
¿Qué ha pasado? ¿se ha olvidado de mí? Y yo me siento triste si el cielo está gris.
"

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Old 07-25-2009, 09:18 PM   #509
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Comparto con Flor, esas partes que citó son realmente muy lindas.

Carpi... Armestt, hace algunos posts atrás, dejó un cuento con el tema de la soledad, creo que lo habrás leído. Es un tema muy duro.
Personalmente, creo que todos tenemos "un poco de soledad", aunque sea dentro nuestro. No estamos acompañados solo por estar rodeados de 5 continentes colmados de personas.

Besos, Ear.

PD: escrito en proceso.............
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Old 07-26-2009, 12:30 AM   #510
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Creo que esto no lo pusieron aun, lo encontré ne la sección extras del blog de luca

Los cuatro en la mesa, como los cuatro jinetes del apocalipsis. Como los cuatro puntos cardinales, como las cuatro sangrientas patas del dragón.
El miedo se huele. El silencio se espesa. Luca lo corta con una palabra rápida como una puñalada al bajo vientre.

- Lobo.

- Qué.

- Vení.

- No.

- Dale, vení.

- No.

- ¿Por qué?

- No puedo.

- ¿No podés o no querés ?

El llamado Maldito, se acomoda apenas en su silla. Su mirada es hielo.

- Sabés cómo soy. No poder, no querer... ¿Existe acaso el libre albedrío? O está todo escrito desde el amargo comienzo, hasta el cruel fin...

- No sé... Dale, vení

- No. No puedo. Tengo que matar, lo sabés.

- No mates, vení

- Tengo que matar.

- Pará Lobo... ¿Acaso no tenés un Rey ?

- No

- ¿ Oro ?

- No

- ¿ Un caballo ?

- No. Tengo solo una espada. Una espada grande.

- Bueno si tenés que matar, matá. Pero después vení... este es un juego que no podés ganar solo

- Lo sé

- Matá callado. O mentí

- No puedo.

- ¿Mentir?

- Mejor no. Mentí vos.

- Está bien. Miento yo.

Tuor se hincha las bolas y tira las cartas sobre la mesa.

- Dale loco, juegen de una puta vez, que no terminamos más !!!

Jean Luc Picard asiente - No, al truco no se puede jugar con estos pibes...



Jaja espectacular jean luc picard, lobo, tuor y luca jugando al truco

Saludos Tatharcito
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