Café Literario

[master-g]

hola,me encanta la literatura y la poesia,no es mi fuerte,pero tambien escribo un poco,lo mio es el dibujo y la guitarra,sigan asi me gustan estos textos,son buenos

[flor_del_desierto]

En donde esta la gente de este Cafe?...
tan lleno de cuentos y tan lleno de polvo,
tan abierto como olvidado...
Donde anda la gente que solia colgar sus historias llenas de vida en la pared?,
Por donde andaran mis compañero de tertulias, de noches sin lunas?...
Con quienes estaran compartiendo un poco de su existencia en este mundo hostil?...
Donde anda esa gente que a diaro me mostro que la realidad supero los deseo,
pero que son los sueños el remedio a la monotonio, el motor fundamental de un dia a dia.
Donde esta esa gente que comparte mi espiritu?,
que llena mi mente, que nutre mi ser...
Que Falta me Hace Leerlos, los hecho de menos...


Besos y Cariños a todos...

[ChiziAlsius]

Originally Posted by flor_del_desierto

En donde esta la gente de este Cafe?...
tan lleno de cuentos y tan lleno de polvo,
tan abierto como olvidado...
Donde anda la gente que solia colgar sus historias llenas de vida en la pared?,
Por donde andaran mis compañero de tertulias, de noches sin lunas?...
Con quienes estaran compartiendo un poco de su existencia en este mundo hostil?...
Donde anda esa gente que a diaro me mostro que la realidad supero los deseo,
pero que son los sueños el remedio a la monotonio, el motor fundamental de un dia a dia.
Donde esta esa gente que comparte mi espiritu?,
que llena mi mente, que nutre mi ser...
Que Falta me Hace Leerlos, los hecho de menos...


Besos y Cariños a todos...

En mis días,
No hay tiempo para los sueños, para las esperanzas;
No hay ya lugar para anhelos, pues vida es lo que jamás cobrarán.

En mis noches,
Desvelos grises e inservibles manipulan el resto,
Con inquietudes y verdades, mueren a diario deseos.

Nadie me quitó nada. Yo elegí esto.
Lo que atesoraba voló.
Y si no hay tiempo para mí en lo que sea que haya sido aquello,
Ya no me queda por qué soñar,
Ni dormir, ni volar.

[Earwin]

Originally Posted by angy_pnsandnalgoweno

En mis días,
No hay tiempo para los sueños, para las esperanzas;
No hay ya lugar para anhelos, pues vida es lo que jamás cobrarán.

En mis noches,
Desvelos grises e inservibles manipulan el resto,
Con inquietudes y verdades, mueren a diario deseos.

Nadie me quitó nada. Yo elegí esto.
Lo que atesoraba voló.
Y si no hay tiempo para mí en lo que sea que haya sido aquello,
Ya no me queda por qué soñar,
Ni dormir, ni volar.

Vamos a desempolvar un poco este librito.

Si hay algo que no quiero perder,
son las esperanzas.
Si no creo en lo que alguna vez quise y aún deseo,
no se cumplirá, dejaré ya de soñar y moriré en la oscuridad.

Si en las noches no hubiera una Luna,
la penumbra nos mataría.
Si los sueños no iluminaran mi vida,
en las tinieblas me perdería.

Nunca pierdan las fuerzas,
no dejen de luchar.
Jamás olviden cómo soñar;
Jamás olviden cómo amar.

No abandonen las esperanzas, las ilusiones y los sueños.
Los ideales y los sentimientos.
No dejen en el tenebroso olvido
los gritos de aquél propio corazón que siempre anheló amor.

Un improvisado del momento. Un espacio en mi tiempo para no dejar atrás las miles de cosas que escribí acá.
Y de paso dejarle una respuesta a Angy y a Flor (Nazarena) que, por cierto, ya me dijeron su nombre .

Saludos.

[flor_del_desierto]

Originally Posted by cerebrito

Vamos a desempolvar un poco este librito.

Si hay algo que no quiero perder,
son las esperanzas.
Si no creo en lo que alguna vez quise y aún deseo,
no se cumplirá, dejaré ya de soñar y moriré en la oscuridad.

Si en las noches no hubiera una Luna,
la penumbra nos mataría.
Si los sueños no iluminaran mi vida,
en las tinieblas me perdería.

Nunca pierdan las fuerzas,
no dejen de luchar.
Jamás olviden cómo soñar;
Jamás olviden cómo amar.

No abandonen las esperanzas, las ilusiones y los sueños.
Los ideales y los sentimientos.
No dejen en el tenebroso olvido
los gritos de aquél propio corazón que siempre anheló amor.

Un improvisado del momento. Un espacio en mi tiempo para no dejar atrás las miles de cosas que escribí acá.
Y de paso dejarle una respuesta a Angy y a Flor (Nazarena) que, por cierto, ya me dijeron su nombre .

Saludos.

Que lindo Leerlas chicas, que bonitos poemas, era justo lo que necesitaba leer sin que ustedes lo supieran... Son un soplo a mi melancolía...
Mi querida Cerebrito, yo aun no se el tuyo, pero desde ya compañera escritos todo el mundo me dice Nanu, así que no dudes en llamarme así o como mas te guste y para lo que pueda ser útil estoy a solo un msj. Privado .
Mi querida Angy si mi interpretación no es mala se deja ver en tu poema la tristeza de algo querido que ya no esta... Lo querido mi pequeña no se va ni queda en el olvido si fue bueno vive eternamente en nuestros corazones como un impulso o un soplo de fuerza que nace desde lo mas profundo, y si fue malo bueno no te voy a mentir dejara su marca y aunque jamás se vaya por completo se aprende a vivir con ella al punto que en algún momento dejara de percibirse, y retornara la normalidad volviendo con ella la calma.
Besos a las 2

[Earwin]

Originally Posted by flor_del_desierto

Que lindo Leerlas chicas, que bonitos poemas, era justo lo que necesitaba leer sin que ustedes lo supieran... Son un soplo a mi melancolía...
Mi querida Cerebrito, yo aun no se el tuyo, pero desde ya compañera escritos todo el mundo me dice Nanu, así que no dudes en llamarme así o como mas te guste y para lo que pueda ser útil estoy a solo un msj. Privado .
Mi querida Angy si mi interpretación no es mala se deja ver en tu poema la tristeza de algo querido que ya no esta... Lo querido mi pequeña no se va ni queda en el olvido si fue bueno vive eternamente en nuestros corazones como un impulso o un soplo de fuerza que nace desde lo mas profundo, y si fue malo bueno no te voy a mentir dejara su marca y aunque jamás se vaya por completo se aprende a vivir con ella al punto que en algún momento dejara de percibirse, y retornara la normalidad volviendo con ella la calma.
Besos a las 2

Que bueno saberlo, Nanu.
Mi nombre es Milena, pero me dicen en RO "Ear". Está en vos elegir cómo llamarme. Igualmente estoy a la distancia de un mensajito privado , en cualquier caso (y esto va para todos) no duden en mandar un mensajito.

Besos.

[ChiziAlsius]

Originally Posted by flor_del_desierto

Que lindo Leerlas chicas, que bonitos poemas, era justo lo que necesitaba leer sin que ustedes lo supieran... Son un soplo a mi melancolía...
Mi querida Cerebrito, yo aun no se el tuyo, pero desde ya compañera escritos todo el mundo me dice Nanu, así que no dudes en llamarme así o como mas te guste y para lo que pueda ser útil estoy a solo un msj. Privado .
Mi querida Angy si mi interpretación no es mala se deja ver en tu poema la tristeza de algo querido que ya no esta... Lo querido mi pequeña no se va ni queda en el olvido si fue bueno vive eternamente en nuestros corazones como un impulso o un soplo de fuerza que nace desde lo mas profundo, y si fue malo bueno no te voy a mentir dejara su marca y aunque jamás se vaya por completo se aprende a vivir con ella al punto que en algún momento dejara de percibirse, y retornara la normalidad volviendo con ella la calma.
Besos a las 2

Hermosas palabras, Nanu. Te agradezco de corazón. Diste en el blanco con tu interpretación :P

Milu, bueno, ya lo hablamos ... Tu poema me recordó uno que postee hace un tiempo. No sé si lo habrás leído ya... Bueno, vos sabés cuánto te aprecio y no tengo más que agregar a eso

Saludos,

[Juan_Widowmaker]

Otra vez la insolente claridad y los pájaros inmundos.
El agua que no revive y el té que ya no sabe.
Por lo menos esta mañana no hace calor. Un guiño divino.
Siempre pensé que caminar temprano, aunque sea un poco, es bueno para activar el cuerpo. Pero hoy de nada sirve eso. Las piernas están pesadas, y el resto de la carne parece querer desplomarse en el piso, sin ganas de discutirle a la gravedad.
En la estación, para variar, nada nuevo me espera. La cola de gente en la boletería, que se estira hasta la vereda. Los de seguridad, que matean entre carcajadas. Los perros, durmiendo en los rincones. El olor a café quemado. Y la rubia de la boletería que, como siempre, responde con una mirada a la máquina de boletos ante mi “Buen día”.
En el tren, apretado y sostenido sobre mis piernas por la presión de los cuerpos ajenos, que a su vez son sostenidos por otros, que se sostienen por alguien que esta casi asfixiado contra las paredes del vagón; huelo los mismos hedores de siempre, de bocas putrefactas y lagañas eternas. Pero algo me sorprende y, llegando a Santos Lugares, un refrescante aroma me abofetea y me devuelve a la realidad. Nadie levanta la mirada, y parece que sólo yo le presto atención a la cabellera negra que lanza al aire ese perfume fresco que apedrea a la indiferencia.
No puedo ver su rostro, por mucho que intente abrirme paso hacia la ventana entre los cuerpos contundentes, y sin mayores sobresaltos que algún chorro que se tira del vagón con una cartera ajena en mano, entre los gritos que se esfuman rápido ante la indiferencia total; llego a La Paternal.
Me bajo del vagón para darle lugar a una vieja que, cargada de bolsas, a la fuerza se mete en el vagón.
El silbato del chancho.
Me trepo y quedo sostenido del pasamanos, y no sin sorpresa veo a la mujer del perfume fresco y la cabellera negra mirando a la gente que baja, parada en el andén… ¿Cómo había hecho para llegar tan rápido ahí? Tal vez haya bajado y vuelto a subir en Santos Lugares… Trato de verla, necesito ver su cara. No puedo. Una nube de gente la envuelve, y el tren se aleja de la estación.
En Retiro la eterna manada de hombres y mujeres pasa en cuello de botella ante los chanchos, quienes estiran mecánicamente las manos para recibir boletos o papeles de caramelos… total es igual. Total, el pasaje está pagado con la animalidad del viaje.
Entre todos, está nuevamente ese cabello más oscuro que la noche sin luna. Trato de detenerme, pero la manada me empuja y me lleva a la salida… más esta vez la veo. Vuelve hacia mí un rostro blanco, hermoso, decorado por dos ojos oscuros penetrantes, sin rastros de maquillaje, sin marcas… Puro. La veo de cuerpo entero, envuelta en un sobretodo negro que le llega hasta los pies. Busca a alguien, y súbitamente quiero que me busque a mí. Quiero que me mire… y los mira a todos. Inútilmente trato de deshacerme de los cuerpos que me llevan y del mío propio, que parece quejarse con algún dolor repentino ante mis esfuerzos por detenerme; pero recién en la vereda puedo volver a tener el control de mi carne. Entro a la estación a buscarla y, obviamente, ya no está. No me causaría risa que ahora apareciera sobre mi cabeza la publicidad de alguna marca de celulares o de una empresa de mensajería… Pero no es una publicidad, no es una película, no es un cuento, y a mi se me hace tarde para llegar al trabajo.
Y llego, y me voy; cortando 8 horas de mi vida, como todos los días. Pero hoy no pude sacarla de mi cabeza. No pude dejar de ver el rostro claro y el cabello oscuro. Su cuerpo elocuente a pesar de estar oculto. El cuerpo de esa mujer que siempre está con otro…
A las 17, con un sol que misteriosamente no duele, voy caminando por Florida; mirando lo que las burlonas vidrieras ofrecen. Es el día perfecto para tirarse en la plaza a dormir un rato, pero sólo quiero encerrarme en mi casa a hacer nada.
Frente al reloj de los ingleses compro una revista que hojeo sin interés, con la idea de matar un poco más el tiempo muerto del viaje.
Siempre me gustó el subir al tren y verlo vacío. Poder elegir el asiento y estirarme a gusto en él, como si todo este monstruo de metal hubiese sido creado sólo para mí. Obviamente, a pesar de disfrutar mi propiedad, no le niego el ingreso a algunas personas que suben, pero no quiero que nadie se siente cerca mío; y por eso echo alguna mirada asquerosa a quien pase por el pasillo viendo con interés los asientos. No sé si mi mirada causa el asco que quiero, o si no tengo ninguna injerencia en las voluntades ajenas y la gente que pasó ni siquiera se dio cuenta que yo estaba ahí; pero el tren arranca y estoy sólo en el vagón.
La revista es peor de lo que hubiese podido esperar. Con artículos sobre las personalidades de los hombres según usen slip o bóxer, sólo logra que el sueño me encuentre, y mi cabeza no se resiste para nada a entregarse. Entre dormido, mis ojos se abren cada tanto, con algún golpe de la cabeza contra el vidrio. Se abren y escucho al vendedor de gaseosas. Se abren y veo un cartel que dice “Chacarita”. Se abren y veo un sol muriendo entre los árboles de alguna plaza. Se abren y veo a una morocha con un rostro claro y cabello oscuro, envuelta en un sobretodo negro, sonriendo delante de mí, que dice: “Se me hizo algo tarde. Esta mañana no pude encontrarte”. Y, con un sentimiento de miedo que surge en mis entrañas, mis ojos no se abren más.

[Earwin]

Eres.
Lo que más quiero en este mundo. Eso eres.*
*(Fragmento de la canción Eres de Café Tacuba)

Y allá seguía ella. Acostada boca abajo sobre el sillón blanco de la sala, en su departamento. Lloraba desconsolada, sola... Montones y montones de lágrimas, gemidos y gritos desesperados por la pérdida de su amor. Era la 1 AM y no tenía intenciones de levantarse ni de cesar el llanto. No tenía voluntad para nada, no quería hacer nada más que seguir lamentándose ahí, alejada de la sociedad y agonizar de la tristeza causada por el amor hasta morir.

Jamás antes le había pasado esto. Desde el mediodía que no ingería nada, pero eso no le preocupaba. Ella sólo quería una u otra cosa: el amor de su vida o morir... Ya que sin él su vida no tenía sentido, su vida se volvía total y completamente gris y obsoleta; perdía cualquier rasgo de color o emoción en su cuerpo y alma.

Después de recordar la lujuria y la pasión que alguna vez en su interior y fantasías existió, y luego volver a encontrarse con ese maldito momento en que su vida se cayó a pedazos... Todo una y otra vez, se quedó dormida.

El departamento era un desorden. El día, se veía por la ventana, estaba gris, como después de una gran tormenta. Se despertó, volvió a pensar en lo que pasó durante toda la tarde y noche del día anterior y, reprimiendo algunas lágrimas que querían salir, se levantó y se duchó: tenía que trabajar... Era lunes. Pero eso no le preocupaba; la semana que viene se tomaría vacaciones y podría estar tranquila y descansar.

Mientras tanto pensaba...

No lloraré ni una lágrima más. ¡NO LO MERECE! ¡OJALÁ NUNCA LO HUBIERA CONOCIDO!

Con el dolor que afloraba por donde se la viese, tomó su desayuno y salió en su auto a trabajar.

Llegó a su oficina y la secretaria la recibió con malas noticias. Había mucho trabajo que hacer y poca predisposición para realizarlo. Pero ahí no se acaba todo.

-Y como si todo esto fuera poco... ¡Entró un troyano a la computadora! ¡Dios! ¿Por qué me abandonaste? ¿Qué hice para merecer esto? No puedo estar bien ni en mi vida ni en el trabajo. ¿Qué me pasa? Agh!

Continuó trabajando hasta las tres de la tarde, horario de salida.

Al volver a su casa, se cambió de ropa, preparó pochoclos y no hizo más que sentarse a ver películas el resto de la tarde y llorar hasta la última de sus lágrimas, descargando todo su dolor.

Y así el resto de los días hasta el sábado.

Preparó sus bolsos y los puso en el baúl de su auto. Iba a la costa durante una semana para aclarar sus ideas.

En el viaje, no se resistió y llevó varios de esos CD's que contenían canciones algo depresivas, que expresaban el amor y a la vez la tristeza que ella sentía. Mientras tanto pensaba, recordaba, se lamentaba, a veces lloraba unas pocas lágrimas... Pero tomaba valor y se hacía fuerte; sacaba fuerzas de donde ya no había nada más que un agujero negro sin fondo donde sólo entran el odio, la tristeza, el dolor y el sufrimiento, la ira y la bronca, y el lastimoso filo del amor. Nada más. No había espacio para la paz ni la felicidad.

-Sólo un desgraciado e infinito agujero negro en mi pecho... -susurró para sí misma.

Llegó y pagó su estadía en una casa. Había seleccionado un hotel de cuatro estrellas -que era lo mejor que había, ya que a donde iba, cerca de la ciudad, no había los lujos que suelen haber en otros lugares-, pero se arrepintió dado su estado de ánimo. Prefería estar sola y por eso eligió una pequeña casita.

Se acomodó y preparó todo lo que necesitaba. Mientras tanto, planeaba.

-Estoy libre, soltera. No me voy a quedar como una tonta lamentándome el resto de mi vida -decía con dolor en sus palabras, sabiendo que sólo su conciencia la escuchaba-. Ni bien termine de ordenar acá, me voy a disfrutar de la playa.

Y así sucedió. Salió con su equipo de mate, su malla y su lona de playa.

Tomando sol, reprimiendo lágrimas, sin poder olvidar todo lo que le pasó, sin poder pensar en otra cosa o persona que no sea él. No puede pensar en nadie más que el amor de su vida. Se siente hundida, agonizante.

De pronto, un muchacho le pide la hora.

-Hola, disculpá. ¿Me podés dar la hora?

-Sí, claro -responde ella, levantándose-. Son las 6:30 PM.

-Gracias. Hem... ¿Te invito a tomar algo? ¡Vamos! Acá se preparan licuados muy ricos.

La mujer dudó unos segundos. Pensaba, discutía con su conciencia. Por un lado, aún estaba muy dolida por la desilusión que había sufrido y por otro, sabía que quien ella amaba jamás iba a cumplirle su sueño. Y al fin, se acordó de lo que dijo en el departamento hace unas horas.

-Okey. Vamos -contestó con algo de entusiasmo.

Se levantó y los dos se acercaron al pequeño rancho de paja donde se preparaban los licuados.

Ella pidió uno de frutilla y jugo de naranja. Él, una caipiroska.* Luego, fueron caminando mientras hablaban hasta llegar debajo del muelle. Y allí pasaron las restantes tres horas: conversando sobre su vida, sobre las vacaciones y sus intereses.
*(Similar, mejor conocido como caipirinha)

Era muy tarde para estar ahí aún. Ella avisó que tenía que irse, pero se detuvo.

-Esperá -pidió el joven-. Mañana un grupo de amigos organiza una beach party* acá en la playa, atrás de donde venden los licuados. Vení si querés. Va a haber música, bebidas y mucha gente. Ah... Es a las doce de la noche.
*(Fiesta en la playa)

La mujer sonrió.

-Okey. Gracias.

Ella rápidamente agarró sus cosas y volvió a su casa. Mientras improvisaba la preparación de una cena, meditaba sobre lo que había ocurrido por la tarde y si asistiría o no a la fiesta.

Es lindo... Y me estoy aburriendo sola. Posiblemente vaya a la fiesta.

Así fue. Al día siguiente, se preparó bien para la noche y un poco más tarde del horario previsto, llegó a la reunión.

Buscó al chico que había conocido a la tarde. Bailaron toda la noche. Primero, con un DJ profesional, tiempo después con un grupo de rock y después un DJ distinto. Así hasta las seis de la madrugada, cuando la fiesta terminó y todos volvieron a sus casas.
Después de tanta diversión, no quería más que dormir. Y eso hizo hasta las tres de la tarde, cuando se despertó y comió algo. La resaca la estaba matando. Sin embargo, volvió a ir al mar

Esta vez, el chico no apareció. Y ella quería volver temprano a su casa, estaba recayendo en la depresión.

Se quedó viendo TV hasta después de cenar. Se acostó tarde, cerca de la medianoche y sin poder dormir. Entonces buscó su reproductor de música y ahí, acostada, sumida en llanto mientras escuchaba y recordaba, por fin luego de dos horas quedó dormida.

Iba conduciendo en su auto de vuelta a la ciudad, cuando ve a lo lejos el auto que acostumbraba utilizar el hombre que ella amaba. No le prestó atención, pensó que no podía ser, que él no estaría ahí y que en todo caso no sería por ella. Aquel auto que vio y reconoció, hizo señas para que ella pare. Y lo hizo, sabiendo que la que vio era la patente de un automóvil que conocía. Del otro vehículo se bajó su príncipe azul con una sonrisa en la cara, y corría hacia ella en medio del campo.
Casi cuando él podía tocarla, se despertó.

Se dio cuenta de que sólo fue un sueño. Uno que hubiera preferido real... Pero era sólo un sueño, parte de su depresión y de su desilusión.

Algo más cansada que cuando se acostó la noche anterior, se levantó y desayunó. Con los mismos pensamientos de siempre y un semblante algo inexpresivo.

Aburrida, luego de ir al centro de la ciudad donde se encontraba el balneario y hacer algunas compras, decidió que aún podía disfrutar algo del mar.

Allí, sólo se dedicó a admirar el atardecer. El cielo estaba cubierto con colores hermosos y aprovechó para sacar algunas fotos.
En una de las fotografías que estaba sacando, se cruzó el chico que ella había conocido. Y se quedaron hablando un rato allí, caminando por la arena húmeda. Él le pidió que ella fuera al muelle el día siguiente, que la llevaría a un lugar secreto en esa playa.

Ese día, a pesar de haber pasado la tarde hundida en una profunda depresión, volvió a la pequeña casa con mejor ánimo. Las amistades le hacían bien. Sin embargo, el dolor no desaparecía. Anhelaba una esperanza, una ilusión, algo que le permita poner un matiz de color en su vida.

La tarde siguiente la pasó con su nuevo amigo, quien la llevó a una cueva secreta y paradisíaca.

-Este lugar es hermoso.

-Acá reina la armonía y la belleza natural -aportó el hombre-. Hem... Tengo algo para vos... Mirá: es una pulsera hecha con caracoles y pequeños pedacitos de coral.

Ella sonrió y le agradeció. El joven, por su parte, se acercó lentamente hacia la mujer y le colocó la pulsera en la muñeca derecha... Con toda la suavidad del mundo, la miró bien a la cara, leyendo el fondo de sus ojos... Acercándose con mucha delicadeza hacia sus labios...

La chica bajó la cabeza. No olvidaba al amor de su vida. Ambos miraron hacia abajo.

-Estoy enamorada de un hombre... No puedo olvidarme de él. Lo lamento.

-Está bien. Puedo entenderte.

-Volvamos...

Caminaron de regreso y se despidieron. Ella partía el sábado siguiente y tenía que comprar algunas cosas. No iban a encontrarse de nuevo.

Durante la mañana del sábado, caminó sobre la arena húmeda rozando el mar y esa fue la última vez que vio el agua. El resto del día se dedicó a ir de compras por recuerdos para sus familiares y amigos.

Partió por la mañana, ya que durante la noche hubo una gran tormenta. Entregó la casa y se encaminó hacia la ciudad donde ella vivía.

En la ruta, se entretenía de la misma manera que en el camino de ida: escuchando canciones de las que a ella más le gustaban, susurrando algunas partes, pensando en el hombre que ama, en el sueño que ella tuvo y quería que se haga realidad y en un posible futuro junto a su amado.

En un momento en el que estaba casi completamente hundida en sus sentimientos, ve a lo lejos un auto igual al que ella sabía que era del hombre en su corazón. Y las cosas van sucediendo casi como en su sueño. Sólo que no termina. Él llega a abrazarla.

-Perdón. Perdoname por favor. Me di cuenta de que fui un egoísta, que no analicé bien las cosas... Ni yo sabía lo que quería. Y me di cuenta de que no pensé bien cuando te... Bueno... Cuando te lastimé.

-No lo recuerdes.

-Está bien. El punto es que... Que yo sí te quiero... ¡Y mucho! ¡Te amo! Sólo que no pude ni quise reconocerlo cuando era el momento... Y ahora estoy acá. Tuve que investigar dos días para saber dónde estabas... Y te encontré.

La mujer estaba sin palabras, sólo se mantenía abrazada a su hombre. Con mucha delicadeza y suavidad, con un magnetismo tan fuerte como ineludible, la distancia entre sus rostros se fue acortando hasta que la dulzura se hizo presente en ese momento, en ese lugar, en los cuerpos y almas de esa pareja.

Un mes después. En un banco de una plaza, sentada junto a él... Meditando.

Y me salvó. Un beso apasionado con el hombre que amo, y que siempre amaré. La llave de mi salvación. Lo mucho que para mí significa.

[MalditoLobo]

Regresos Y Partidas

1.

Enciende un cigarrillo en la penumbra de la calle. Llovizna. La humedad se le hace una garantía. Estoy en casa, piensa mientras el frío penetra sus huesos. Tose. Mira los rostros a su alrededor. Veinte años cambian al mundo, pero este rincón de la ciudad permanece igual. La última vez que caminó estas calles, cuando tenía 27, nada era distinto. Hasta las putas son las mismas.

Sí. Las reconoce, debajo de las canas y las arrugas. Las mismas. Algunas nuevas. Tres o cuatro. Pero son, en esencia, las mismas. Estudia las capas de maquillaje. La ropa. Apenas las reconoce, pero son ellas. No hay duda.

Una de las nuevas, le muestra el escote y le guiña un ojo. Sífilis, piensa él. Como poco. No hay tiempo para enfermarse. Volvió con dos tareas que cumplimentar.

–¡Esta cerca!–grita una voz.

Es él. Tiene que serlo. Saúl, el loco. ¿Cuantos años tiene? Ya era un viejo cuando él caminaba estas soledades para comprar un poco de afecto.

–¡Está cerca! ¡entiendan! ¡arrepiéntanse!

Se le acerca. El tipo está apoyado junto a una pared. Se abraza el pecho. Ojos cerrados. Gritos que resuenan en toda la cuadra. La música de este basural, el paisaje sonoro de Urbania, junto con los motores, los ladridos y las quejas de las chicas.

–Saúl–le dice al pararse frente a él.

–¡Está cerca!–grita una vez más.

–Hace 20 años que está cerca...

–¡Pero ahora está más cerca!

–¿Tan lento que nunca llega?

–El Señor le impidió llegar hace tiempo... ¡pero no más!

–¿Y cuando se aparece por acá?

–Pasado manaña, creo.

–¿Seguro?

–No, no, no–murmura, rabioso–El Señor no fue específico. Sólo me dijo que “en estos días llega”.

–Pensé que ya no hablarías con cristo, Saúl–le dice. Menea la cabeza con una sonrisa en los labios.

–Claro que hablo con él. Y a veces contesta.

–Saludalo de mi parte, Saúl.

–Sí, sí, sí... acordate, ¡está cerca!

Sigue su camino. Deja al viejo con sus gritos. A su modo, ese hombre es el sujeto más cuerdo de toda la ciudad. Un antiguo satanista que anuncia el fin del mundo mientras se putea con Jesús. Y a veces, Jesús lo putea a él.

Se aproxima al bar más cercano. Entra y el calor humano lo golpea de frente. El aire, viciado por el humo del tabaco y el canabis, le impide respirar con dificultad. Ya no es un crío y hace tiempo que el cuerpo le pasa factura.

Barra. Cerveza. El local a sus espaldas está casi despoblado. Cuatro tipos en una mesa cerca de la puerta. Dos ancianos en el fondo. Tres chicas. Él y el barman. Una rubia se le acerca. Se sienta junto a él.

–¿Que hacés acá solito, bebé?–le dice con voz aguardentosa.

–Tomo–responde, indiferente.

–¿Me invitás?

–Seh. Pedí un vaso.

Ella hace una seña al cantinero. Él obedece, con tranquiliadad en el rostro. No le tocará ser un improvisado psicólogo. No ahora mismo, al menos.

–¿Cómo te llamás, nene?–pregunta ella.

–Ernest Hemingway. O Federico García Lorca, depende el día.

–¿Hoy?

–Esta noche me siento un George Orwell.

Ella abre una caja de cigarrillos. Él, por mero acto reflejo, saca el encendedor. Ardan, pulmones.

–Brindemos–le dice, y llena ambos vasos hasta el tope.

–Por la noche y por Orwell–le dice ella, mano en alto.

–Por quien doblaron las campanas en la casa de Bernarda Alba en 1984. En el '36–exclama él y se toma la cerveza. Fondo blanco. Negro corazón.

–¿Tenés algún lugar cómodo acá cerca?

–No. Pero hay un hotel. Corre por tu cuenta.

–Sea–murmura y deja el dinero de los tragos sobre la barra.

Abraza a la rubia y sale, una vez más, de la arteria hacia los riñones de la ciudad. Se prodigan calor, desconocidos que comparten sus necias soledades. Caminan unas cuadras hasta el lugar. Toman un cuartucho, sórdido y mugriento.

–Sin besos en la boca, querido–le dice ella.

–No soy querido, soy Pepe el Romano–le quita la blusa.

–Soy Robert Jordan–le quita la ropa interior.

–¡Soy el jodido Gran Hermano!–grita y se sumerge en los pechos de la mujer, un poco asombrado por las enorme aureolas oscuras que rodean los diminutos pezones.

–Quieto–le dice–cobro por adelantado.

–Arruinaste el momento–gruñe él.

–Doscientos, bebé.

Deja escapar un sonido gutural. Saca la billetera. Deja dos billetes de cien sobre la cama. Ella los guarda en la cartera.

–Ahora podemos seguir–murmura mientras se baja la pollera.

Él enciende un cigarrillo y ve como termina de desnudarse. Sin rituales, sin sensualidad. Apenas un trámite.

–Que aburrida que sos.

–¿Qué?

–Que sos aburrida. Mirate, ¡no me das nada que contar a mis amigos!

–¿Y qué te voy a dar?–cuestiona, confusa.

–Si fueras un travesti esta sería una historia para contarle a mis nietos, si los tuviera.

Ella se queda sin palabras. El hombre es raro, pero aún no logra determinar si es peligroso o sólo hablador.

–En fin, quedate la guita. Me voy a buscar algo más entretenido.

–¿Un trava?–es todo lo que sale de la boca de la rubia.

–O una buena pelea. Esas siempre dejan cicatrices.

Sale a la calle. Contiene la risa. Perdió doscientos y no le importa. Acaba de cumplir su cometido de la noche. Acaba de darle a alguien algo que contar. Una historia, para pasar los momentos de tedio.

Se interna en las sombras con rumbo a la casa de su madre. Aún le queda una tarea que cumplir.