Magia, hechizos y guerra

[Nevinirral]

“Y cuando el mal pase por este mundo, cuando haya dejado cicatrices y heridas en este mundo, los enanos que volvieron a la piedra primigenia, se levantaran a reconstruir, a tomar las ruinas de este mundo y volverlo a armar”
- Profecía de Kael el elfo


Salí con dificultad del carruaje en el que antes era prisionero. Lobo me tuvo que ayudar a bajar, ya que aun seguía un poco atontado por el hechizo de noqueo. Mire a mi alrededor, estaban los cuerpos de mis captores en el suelo, uno tajado a la mitad, otro con la garganta aun brotando sangre y el tercero estaba a unos pasos de distancia con tres flechas clavadas en su espalda. Lobo era el único con manchas de sangre en su armadura, el debió haber despachado a los dos que estaban en el suelo. Lo primera pregunta que formule era algo inquisitiva.

-¿Por qué? ¿Por qué me liberaron?

-Tenemos más en común de lo que crees, Beleren –Dijo Climene con un leve acento élfico – Y de nada, por cierto. Pero todas las preguntas se te responderán en breve, pero primero tenemos que ponerte un par de vendas en esas heridas, joven brujo.

No lo había notado pero tenía varias laceraciones en mi pecho y brazos y un dolor centellante me recorría la pierna izquierda cada vez que apoyaba peso sobre ella. Tuve que rodear mi brazo en el cuello de Lobo y ayudarme a caminar con él. Pasamos al lado del carruaje, en el lugar de los jinetes que manejaban en carro, había dos cuerpos empalados con dos flechas. De repente, algo que había pasado por alto me golpe dentro de mi mente.

-¿Dónde está? ¿Dónde está Sofi? Tengo que ir a buscarla…

-Tranquilo imperial. –Dijo Lobo – Ella está bien, un poco asustada pero ella esta más preocupada por ti que tu.

Mientras iba avanzado, note que varios arqueros iban desplazándose en el bosque, haciendo una especie de escolta para nosotros. Si en algo tenía razón Climene, es que tenía mucha suerte. O al menos eso estaría por verse.


Cruzamos el puente sin contratiempos, Alsius debía estar muy ocupado con Ignis, al parecer. Cuando llegamos a un bosque de arboles altos y frondosos, una elfa salió de la oscuridad, se intercambiaron palabras en elfo a la velocidad del rayo, que apenas pude descifrar. Solo logre entender el saludo, “la verdad los hará libres”. Entramos a un campamento con un par de fogatas encendidas, había una choza entre los árboles, nos detuvimos al frente de ella.

-Espera aquí brujo.

Me senté con pesadez sobre una incómoda roca, los dolores recorrían mi cuerpo como la braza ardiente de un herrero tocando la piel del ganado. Climene entro a la choza, después de unos minutos salió e hizo un gesto de afirmación a Lobo. El me puso de pie y entramos a la choza. Dama Blanca. Escuche que era la gran movilizadora de ejércitos, pero nunca la había visto en persona. Estaba sentada, peinándole unos cabellos rubios a una chica. Esa chica era Sofi.

-¡Jace! –Ni bien me vio sus ojos se le iluminaron, corrió hacia mí y salto hacia mi cintura. Si no fuera porque mis huesos y músculos gritaban de dolor, ese hubiera sido un encuentro muy emotivo. Lobo me tuvo que sostener desde atrás para que no me cayera.

-Creoso, Beleren. Ven aquí un momento, apenas puedes sostenerte. Sofi, no lo abraces tan fuerte que puede que tenga alguna costilla quebrada. –Su voz era serena y tranquila, pero sabía de buena fuente que aquella mujer había pasado incontables situaciones poco agradables, tratando de hacer que los elfos hagan su trabajo bien, defender su reino. –Ven siéntate, Climene, Lobo, pueden retirarse. Tu no Sofi quédate.

Cuando Lobo me puso al lado de la chimenea de la choza, lo agarre del brazo antes de que me soltara.

-Gracias.

-¿Por qué?

-Por liberarme.

-Tú también me ayudaste imperial, considéralo un pago de deudas.

Dama Blanca se dio media vuelta, busco en un saco que tenía en una mesa unos frascos y elixires, probablemente usados para curar, ya que era bien sabido que ella era una experta conjuradora curandera. Se sentó al lado mío, era alguien con un par de años en sima, al menos comparado con mis veintiún años de edad. Pero a los Syrtenses era imposible descifrar la edad, ya que había mucha sangre de elfo en sus venas. Dijo un par de palabras por lo bajo y sus manos brillaron. Apreté los puños, estaba ya acostumbrado a la dolorosa magia curativa, pero esta había sido específicamente dolorosa.

-Lo siento, la composición mágica de los alsirios es diferente a la de los nuestros, calibrar el hechizo es un tanto dificultoso. Pero ya está.

-Gracias –Dije cuando pude recuperar la coordinación de mi boca. –Pero tengo que saber porque sigo con vida…

-Esas preguntas serán respondidas a su debido tiempo, pero primero tenemos que hablar un mas importante.

-¿De qué?

-De ella –Dijo señalando con un ademan en la cabeza a Sofi, que nos miraba con sus ojos claros y profundos.