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La Taberna Un lugar para conversar sobre casi cualquier tema

 
 
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Old 05-09-2009, 06:57 PM   #11
MalditoLobo
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De pie en el balcón Lucifer observa la lluvia.

-Podés salir de ahí. Supe que estás acá desde el momento en que llegaste-dice el viejo.

-Será una gran tormenta-responde su interlocutor.

-Sí. Sí lo será, Nazareno. ¿A qué debo la visita?

-Son días complejos, Lucero Del Alba. Todos sabemos lo que sucederá, ¿verdad?

-No. Los mortales ignoran lo que está pasando. Debieras recordarlo.

-Sabés a lo que me refiero. El futuro depende de lo que sea hecho esta noche. Por eso vine.

-No es difícil imaginarlo.

-¿No?

-No. Sería difícil que vinieras si no es el fin del mundo. Un fin del mundo, al menos.

Se para junto al otrora Pastor De Los Soles y fija la mirada en el negro horizonte. Le es difícil no temblar.

-Estuve pensando esta noche. Él me visitó.

-Lo sé. Nadie más en este plano podría haberlo llevado.

-Eso no es verdad. Caín, Tempus, Silere, vos… muchos podrían haberlo guiado.

-Ninguno de nosotros hubiese aceptado.

-No me lo pidió abiertamente. Me venció en la Batalla Ignota. Se lo ganó.

-¿Te derrotó o le permitiste ganar?

-Ambas. Sí es verdad que pretendía ayudarlo. Incluso sabía lo que quería. Pero también es cierto que él es mejor. Me hubiese derrotado de jugar seriamente. Tarde, pero lo habría hecho.

-Ya lo sabes, Nazareno. Nadie tiene más imaginación que él. A veces creo que a eso se debe su función. No era nadie en especial, en el comienzo, según cuentan las leyendas arcanas de este universo. Y miralo ahora.

-Sí. Señor de un reino, renegando de su posición. Pagaría por entenderlo.

-Yo pagué. Y aún no lo entiendo.

Ambos sonríen. No el uno al otro y definitivamente no a sí mismos.

-Estaba pensando, cuando supe que todo será inevitable, que vos y yo nunca hablamos.

-Dicen por ahí que una vez te ofrecí el mundo entero.

-Dicen tantas cosas…

-Dicen que compro almas.

-¿Tienen utilidad?

-Nadie quiere poseerlas, Nazareno.

-Yo tenía una. Quisiera saber que pasó con ella.

-Yo miraría en una fosa común. En Polonia.

-No quiero encontrarla.

-Lo supuse.

-Quería preguntarte algo.

-Te escucho.

-¿Qué harás si él tiene éxito?

-Tocar el piano. Mirar los atardeceres. Conversar con las estrellas. Divertirme con las chicas en el bar. Nada especial.

-¿Dónde irás?

-No será necesario ir a ningún sitio. Cuando abandoné el infierno dejé de ser parte de la ecuación. Ya no soy el diablo. Ahora soy sólo un tipo que ofrece cobijo a los corazones rotos. Si Yaveh cae…

-Si Yaveh cae…

-Si Yaveh cae lo observaré. Me pararé junto a su cadaver, escupiré, diré “¿viste? Yo tenía razón, viejo estúpido” y continuaré mi vida.

-¿Estás seguro?

-Definitivamente.

-Yo no sé que pasará conmigo.

-Nadie creerá en vos. Nunca más. Morirás.

-¿Dónde iré?

-¿Dónde van los sueños cuando la vigilia estruja los cuellos?

Permanecen en silencio, viendo la lluvia impactar sobre el mundo que no duerme. Siempre han tenido en común mucho más de lo que alguna vez admitirían.
***

La criatura no tiene forma. Es conocimiento en estado puro. Le habla a su creador.

Ellos no sabían por qué dos hombres no podían amarse. Pero Sodoma y Gomorra ardieron a causa de su obra.

Cientos de recién nacidos empalados en las ardientes lanzas del deseo. Porque Él había declarado la guerra a una nación; un primogénito, porque le gustan los niños.

El cielo es una relación que se mantiene con el creador. Una relación de esclavitud. Vean el tormento. Arderán como estrellas agonizantes. Esa luz es su poder, el verdadero.

El infierno no es más que la culpa por lo hecho. Cada hombre es su propio juez y verdugo. Satán es sólo una palabras de cinco letras.

Pleroma. Porque al principio fue el verbo.

Acción.

Son más fuertes porque saben. Ahora todos saben lo mismo: es hora de hacer.

-Incompleto.

El Dador De Formas atravieza el corazón de la criatura con una idea prohibida y le insufla ironía.

-Veamos ahora…

***

El joven se despierta cargando sobre la espalda con el cansancio de cien hombres que han vagado por el desierto durante mil soles. Tiene la vista nublada. Palpa su cabeza. Sabe que fue herido de bala. Ve una silueta frente a él.

-¿Dónde estoy?

-Amesterdam-le responde la grave voz.

-¿Me dispararon, verdad?

-Alguien te dio un tiro en la cabeza. O eso dice el informe. He visto cosas peores. Pero es raro que sobrevivan. Algunos profetas hace tiempo. Un par de santos. Casi todos terminaron locos. Veo que no es tu caso. Y eso me inquieta.

-Gracias por el halago-dice el joven latino tras inspirar profundo.

-Es complejo lo que sucede. De pronto el mundo parece irse por el caño y alguien se rehusa a morir.
-¿Qué?

-Lo que oís. Llevás una semana inconsciente. Y cuando las balas impactan en la cabeza de la gente el sueño es eterno. Sin embargo, despertaste. Sólo un hombre hizo algo así. Hace mil cuatrocientos años. En Escocia.

-¿Qué clase de broma es esta?

-Apuesto a que podés ponerte de pie sin esfuerzo.

-Estoy confundido. Y cansado. Y no sé quien sos.

-Ya tendrás respuestas, en su momento. Por lo pronto vestite-le dice arrojándole su ropa.

El muchacho desconfía, pero no quiere quedarse en la cama, en el hospital. Hace lo que se dijo, pero no es obediencia.

-Dejame adivinar algo. Cuando dormís, soñás seguido con un tipo alto, delgado y pálido. Habla poco, dice mucho. Te decís que es tu subconsciente. Pero en el fondo, nunca creíste que eso. Siempre pensaste que es alguien. Y nunca le contaste esto a nadie. Es más, ese tipo te sugirió que tomaras las decisiones más importantes de tu vida.

-Insensato-le dice el joven, mirándolo fríamente a los ojos.

-Nunca mataste a nadie. Pero hiciste mucho daño. No comprendes, aún, la naturaleza del homicidio.

-¿Y vos sí?

-Por supuesto. Yo soy el primero de los asesinos.

-Claro, claro…

-Apurate, tenemos que estar en un lugar en treinta minutos.

-¿Qué te hace pensar que voy a ir con vos a alguna parte?

-Algo que un amigo niega.

-Y eso es…

-El destino. Tu destino.

***

-Es la hora-dice la voz, retumbando en sus corazones al tiempo que el gran relój da la tercera campanada.

Son irradiados por la terca y morbosa ira de Dios.

Y toman forma material en los cielos de la ciudad.

Son altos y bellos, inabarcables, incontenibles.

La luz resplandece. Un sol de medianoche muy lejos de Noruega. Todos los hombres y todas las mujeres alzan la vista y son cegados por un momento. Luego caen al suelo, inertes.

Sólo unos pocos mueren con el impacto. El resto duerme sin poder soñar. He aquí la astucia del Señor.

No hay barreras para dividirlos. Su esencia está atada a la vigilia, no puede volar libre hacia Oniria, porque todas las puertas fueron cerradas.

Las murallas que los separan unos de otros tiemblan. Toda vida en la tierra sucumbirá en instantes, porque no puede haber tantos juntos a la vez. Es demasiado. Hay un axioma que lo permite, pero es imposible imaginarlo fuera de un sueño.

Y en lo profundo del corazón de la metáfora, Morpheo siente la combulsión de su tierra. Y comprende lo que su enemigo ha hecho; comprende que Él hará cualquier cosa para destruirlo. Sabe que si no hace algo su gente perecerá.

La gran pesadilla que está creando requiere de todo cuanto puede dar. ¿Como brindar a alguien todo un mundo si no puede acabar una aberración?

Él apoyó la espalda contra la pared de la ansiedad. Yaveh sólo acaricia su cuello con la espada del morbo.

No lo medita. Conoce sus responsabilidades. Las entradas se abren y los soñadores caen en las ilusiones como una catarata de bilis.

Las Huestes podrían ingresar ahora. Pero saben que no hay necesidad.

Angustiado, el Dador De Formas se hace presente en una dormida vigilia.

La reunión, la batalla, será en una plaza pública. En el centro de la ciudad, donde los amores nacen y mueren, donde las esperanzas estallan y se contraen. Donde las mujeres pasean a sus niños y donde los ancianos ven correr las horas para nunca volver. Donde todos los caminos convergen.

Se paran uno frente al otro y se contemplan en silencio durante un minuto.

-Morpheo.

-Miguel. ¿Así que será acá?

-Sí. Éste es el lugar decretado por mi padre para tu ejecución.

-Interesante. Veo que trajiste al despojo-dice señalando a Gabriel.
-Mutilaste a mi hermano y esa es la causa de tu perdición. ¿Osas burlarte?

-¿De verdad creen que algo de esto tiene que ver con él? Date cuenta, Arcángel, tu creador quiere destruirme porque soy una amenaza. Le importa poco y nada lo que les suceda a ustedes.

-¿Por qué tantas mentiras, Dador De Formas?

-Tu padre y yo tenemos algo en común: ninguno juega a los dados. Para tu desgracia el universo no le pertenece.

-Demente… te parás solo frente a las divinas huestes… esgrimiendo sólo tus palabras… sin tu yelmo, sin tu coraza, sin ninguno de tus simbolos reales.

-Se los dije una y mil veces, Miguel, no soy un rey. Soy sólo un tipo. Pero un tipo muy cansado.

-Suficiente. Esto terminará ahora.

Da la orden y todos le obedecen. Cinco mil de ellos toman los cielos en todas direcciones, rodean al Soñador y se aferran, seguros de sí mismos, a sus lanzas y espadas, bajo sus escudos y armaduras.

Morpheo los contempla, impasible. Entonces Gabriel lo comprende. Un hábil manipulador se descubre a sí mismo manipulado.

Están haciendo no sólo lo que él espera que hagan, sino lo que quiere que hagan. La duda se apodera de su corazón. Tiembla. En medio de todo un ejército no puede sentirse más sólo.

-Hermano-le dice a Miguel.

-Ahora no, Gabriel. Hurde tu venganza, no te detengas.

-No, escucha, él sabe…

-Ataca, no tiene nada excepto su voluntad y sus pesadillas. Nosotros somos Las Huestes. No sobrevivirá.

La voz les indica el momento y ellos se avalanzan sobre él.

-No lo hagan hermanos-murmura Gabriel, pero ya es muy tarde. Todos caen al unísono sobre un único individuo.

Y por supuesto, él no está ahí.

Chocan entre sí, desplomándose. La gravedad los afecta. Y nunca aprendieron a usar sus alas, no como los pájaros al menos.

La confusión los domina. Ignoran lo que sucede. Entonces alguien les habla.
-Oniria siempre fue más que una dimensión. Carece de fe pero está superdotada de esperanza. Es la proyección de los anhelos. No posee espacio físico propio. Pero tampoco está aislada en la mente de nadie.

-¡¿Qué has hecho, Morpheo?!-exclama Gabriel.

-Los traje a mi tierra. Porque Oniria es donde residen los sueños.

-¡Esto no puede ser tu reino!

-¿No lo entienden? Decidí mudarme a la tierra. ¿Y qué soy yo sino un sueño?

Gabriel palidece.

-Con todos los soñadores juntos a la vez en otro sitio, mis actos no podrían dañarlos de ningún modo. Siempre me contuve a la hora de obrar, porque de otro modo alguien saldría lastimado. Pero ustedes son muy fuertes. Ahora no tengo ese problema.

Las estrellas brillan en los ojos del Soñador. Habrá una batalla. Y será definitiva.

Antes del primer golpe el dedo de Dios señala a las huestes, que comienzan a sentirse victoriosas en medio de un océano de dudas. Ellos lo saben. Pero no se hacen la pregunta esencial:

¿Cual dedo?
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historias, literatura

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