Días oscuros

[EstrellaSolitaria]

El horizonte se ha vuelto a reír de mí.

Apenas he abierto los ojos ya había amanecido. el tic tac del reloj de mi mesita de noche yacía ante el sonido mas agudo de gorriones sobre el marco externo de mi ventana, pero la fina escarcha no les dejó permanecer sobre el por mucho tiempo.

Me dolía la cabeza avisándome de la llegada de lluvias a la tarde. Llovió al mediodía. Una taza de café vacía y con los posos ya secos habían estado sobre aquel periódico de hace tres días desde entonces. Cuatro cigarros mal acabados se hacían pesados en aquel cenicero improvisado construido a base de una lata abierta de cerveza de una marca no muy conocida.

Me apetecía oír Sigur Rós y así lo hice. Me apetecía salir de aquellas estancias cerradas para respirar el aire puro. Me apetecía deslumbrarme con el sol, pero este parecía no querer salir. Así que me recosté sobre el sofá y puse a descansar mi mente. Lo necesitaba.

Tres, cuatro, quizás cinco horas después desperté y ya había oscurecido, aunque en aquel lugar cualquier hora parecía ser la misma. Salí por fin. Agarré una manta y me la coloqué sobre los hombros, me senté en aquel bordillo y encendí de nuevo un cigarro con otra taza de café que dejé sobre aquel bordillo que me servía de asiento. El bao que exhalaba de mi aliento al respirar era confuso con el humo de aquel cigarro amargo.

Temblé, me arropé mejor, miré a ambos lados y apagué el pitillo con la suela de mis zapatillas viejas. Le dí el último sorbo a aquel café de sabor fuerte y lo dejé de nuevo sobre la piedra del bordillo.

De nuevo temblé, sentí como cuatro gotas de lluvia caían sobre mi cabeza, miré al cielo y una quinta chocaba contra mi frente para luego resbalar hasta llegar a mis mejillas... parecía una fría lágrima.

Dentro sonaba el teléfono. No di respuesta.

Había perdido la noción del tiempo. Había alimentado a ese dolor de cabeza. Había renunciado a una salida.

El horizonte se había reído de mí nuevamente. Pero esta vez le devolví una sonrisa y me quedé muda mirando como se alejaba de mi entorno.

[...]

Anotaciones:

Va en primera persona pero no soy la protagonista. Personaje ficticio para una realidad.

Dedicado a los enfermos de Alzheimer.

No me mires
Si piensas hacerme daño.
Soy viejo, no loco
Que creía haberte enseñado
Lo poco que se,
Me considero ser un sabio.
Me jugó mi mente
Un amargo pasado, mientras tanto,
Sigo solo,
Vuelvo en mí de cuando en cuando
Ya que soy viejo, no loco
Mi memoria anda a saltos
Y le digo:
“No me mires si piensas hacerme daño”.

Hablándole a mi mente
Estrella Solitaria
Dedicado a todos los mayores enfermos de Alzheimer