Pequeño Cuento de amor

[Icewizard]

Sumida en la Oscuridad

No pude moverme del lugar, estaba paralizada del miedo. Si Treeck no me hubiese empujado a un costado, no estaría viva. Las espadas de los hermanos chocaron y temblaron a causa de la fuerza. Un fuerte sonido metálico retumbó por el lugar.

-¿Qué queres?- dijo Treeck enfurecido.- No voy a volver a ser tu esclavo nunca mas.- y luego con el pie la empujó unos pocos metros atrás.

-Entonces no tengo más elección que acabarte, no tenes derecho a vivir.- dijo mi cuñada que luego giró su cabeza hacia sus seguidores. Estos entendieron lo que significaba y los elfos fueron a ayudarla con Treeck mientras que la menuda humana se quedó esperando.

-Vamos Ana, te necesitamos.- dijo uno de los elfos.

-Blad, no puedo asesinar.- respondió la humana y luego suspiro.

Aun no lograba moverme del suelo. Treeck luchaba contra tres elfos oscuros, debía hacer algo pero mi cuerpo no reaccionaba. Pero de pronto su hermana le había dado en el brazo y este comenzó a sangrarle.
Me incorporé de un salto y lancé a los tres elfos por el aire. No suelo tener tanto poder, pero ver sangrar a Treeck me había enfurecido y por lo tanto aumentado mi poder.

-Espero que les duela.- y nuevamente los lancé por los aires.

Esta vez, la humana actuó y recibí el golpe de su hechizo. Caí al suelo de cola por culpa del impacto. Ella se me acercó lentamente, apuntándome con su báculo.

-Lamento esto.- cerré los ojos y esperé a que mi fin llegue. Pero nada sucedía.

Abrí los ojos y vi que la humana estaba arrodillada y agarrándose la cabeza entre las manos.

-Que truco tan viejo, pero me impresiona que lo lances sin apuntarme.- me dijo con la voz entrecortada.

-No fue ella.- dijo Sinna, que había venido en su caballo.

Desmontó su caballo y le ordenó irse. Luego corrió a mi lado y me ayudó a levantarme del suelo.

-¿Qué le hiciste?- le susurré muy por lo bajo.

-Nada, solo que ella siente que esta en medio de una enorme plaga de insectos, no puede moverse porque esta aterrada.- respondió.- Sabe que es magia, pero no puede evitar asustarse.- agregó.

Luego corrí a donde Treeck se hallaba. Sané sus heridas rápidamente y lo dejé descansando en el suelo.

-Descansa unos segundos, te vas a recuperar.- le susurré al oído.

-Gracias.- me respondió.

Giré mi vista a donde estaba Sinna. Ella miraba fijo a los elfos oscuros que yacían mareados y sentados en el suelo mientras que la humana poco a poco se volvía con ellos, cuando el miedo la dejaba.
Todo pasó muy rápido. Sinna estaba siendo atacada por los elfos mientras que mi cuñada corría en mi dirección.

-Aun no entiende.- dije al viento.

Del suelo crecieron las raíces e hiedras que atraparon a mi atacante dejándola inmóvil en el suelo aunque solo por un momento ya que la humana había disipado mi hechizo. La fuerza sobre humana de la hermana de Treeck y la magia de la menuda humana seguramente me acabarían en cualquier momento.

-Treeck, solo un milagro nos salvará.- susurré.

-¿Cuento como ese milagro?- dijo una voz muy familiar.

Busqué con la mirada el lugar de donde prevenía esa voz. No tuve éxito, pero vi que una ráfaga de flechas les caía a nuestras atacantes, quienes estaban obligadas a moverse de un lado para otro.

-¿Dónde estas?- susurré al viento.

Pero no recibí respuestas. Sentí que algo se movía entre las copas de los árboles, pero por desgracia la humana también lo sintió y entonces golpeó a mi salvación, que cayó al suelo. Lo que cayó al suelo era tan ágil que quedó de pie.
Entonces un jadeo se me escapó. Una gran felicidad de ver a mi mejor amiga Erwene allí, salvándome, me recorrió todo el cuerpo. A su lado yacía Ryech apuntando a la hermana de Treeck.

-Erwe…ne…- sollocé.
-Luego Gal, luego.- dijo Erwene mientras apuntaba a la humana.- Tendremos tiempo cuando acabemos a estas ratas.- Entonces comenzó a disparar mas flechas, muy rápidamente.

Los elfos que atacaban a Sinna se distrajeron al ver a Erwene y a Ryech. Aprovechando la ocasión, Sinna tuvo la oportunidad de lanzarlos lejos por los aires.
Mi cuñada tenía una gran destreza, con su espada bloqueaba y desviaba las veloces flechas que Erwene le lanzaba. Esta ultima, enfurecida por no poder derribar a su enemiga, lanzó una de sus flechas especiales cargadas de veneno. Algo salió mal, no logre ver como ni cuando pero de repente tenía una flecha clavada en mi corazón.
Treeck, que se levantó de un golpe, comenzó a correr a donde estaba yo. Sinna me atrapó entre sus brazos y comenzó a llorar. Erwene había abandonado su postura ofensiva y corrió gritando perdón. Ryech se nos acercaba pero no dejaba de apuntar a mi cuñada y a la humana.

-Resiste.- me dijo Treeck llorando.- Por favor, resiste.-

Pero no podía prometerle eso. No sentía mi corazón y una fuerte sombra me llevaba. Cada vez tiraba más y mas, mi fin estaba muy cerca. Con mis últimos alientos susurré.

-Treeck… te am…- entonces la oscuridad reinó, al igual que la calma absoluta.

Continuara.