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11-15-2008, 03:10 AM | #11 |
Baron
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Capítulo XXIII - La Mula Elite
Capítulo XXIII - La Mula Elite
Con su roja cabellera ondeando al viento, deslizándose veloz entre los añosos árboles, cabalga Luca, arrebatado por la sencilla y plena felicidad del libre galope. El sudoroso animal ( el caballo ), despliega sus ansias de velocidad, esforzándose valerosamente a través del verde bosque que rodea el lago de Arvanna, cubriéndo rápidamente la tediosa distancia que separa la gloriosa ciudad de Raeraia, del alejado paraje donde habitualmente suele hacer acto de presencia Vesper, el gran dragón, la mayor y también la más feroz de las variadas bestias que pueblan el bravo reino de Syrtis. El bárbaro recuerda con una sonrisa la sorpresa inicial al hacer el trato con el herrero. Ante su requerimiento de alquilar un caballo, el tosco sujeto, le había entregado, tras el previo desembolso de las 10.000 monedas de oro, una pequeña bolsita de cuero, cuidadosamente cerrada por un ornamentado broche metálico verde y plateado. - Ejem... - dudó Luca - ¿ Y el caballo ? -Acá está campeón - le había respondido con sorna el comerciante - Mirá, lo abrís así... y así... - le explicaba, mientras con unos sucios dedos liberaba la abertura del envoltorio. De alguna misteriosa manera, del pequeño paquete, había surgido, resplandeciente, un hermoso caballo marrón, que con un relincho de alegría se había acomodado bajo sus piernas, alzándolo, pronto a emprender la cabalgata. - A la mierda ! - había pensado el bárbaro, asombrado una vez más ante el portentoso despliegue de magia, rastro evidente de la mano de Nuestro Gran Desarrollador, tan sólo un momento antes de que la fervorosa bestia emprendiera su alocada carrera. Tras un primer momento de desconcierto, el bárbaro había tomado el control de su montura, y se encaminaba prestamente hacia su destino. Su recia mano de guerrero, guía firmemente las riendas del equino, que responde obediente a sus comandos. De pronto, frente a si, ve dos enormes árboles que franquean su paso, y con un decidio gesto, modifica su trayectoria para pasar justo por el medio de los gigantescos troncos. El caballo embiste su cabeza duramente contra uno de los árboles, estando a punto de hacer caer al pelirrojo de su montura. Tras una vacilación, el aturdido animal ( el caballo ), intenta nuevamente pasar entre los árboles, pero se estrella estúpidamente contra el otro tronco, arañando ferozmente la áspera corteza. La confundida bestia ( el caballo ), queda atrapada, golpeando consecutivamente contra cada uno de los obstáculos, a pesar de tener espacio más que suficiente para poder pasar, hasta que el bárbaro la obliga a detener su marcha, tirando con firmeza de las riendas. El caballo, voltea la cabeza, y lo mira, con sus brillantes ojos, donde se percibe quizás, cierto sentimiento de verguenza y resignación ante su insólita dificultad para trasponer lo que parecía ser un sencillo obstáculo. - Tranquilo amigo... no pasa nada... damos la vueltita. - lo consuela el pelirrojo, palmeando el suave cuello del animal, que resopla agradecido. Tras un breve rodeo, siguen su marcha, evitando en adelante intentar pasar por cualquier lugar estrecho, que provocaban un desmedido nerviosismo en la noble bestia ( el caballo ). Ahora bien, en el extremo sudoeste del reino, existía una desolada y tétrica región, encerrada por una ominosa cadena de ásperos cerros, en las adyacencias de un desolado cementerio, repleto de fantasmas. Tenía aquí su territorio el gigantesco dragón verde, temible adversario y a la vez codiciado botín para quienes lograban derrotarlo, aunque eran por cierto estas victorias sólo temporales, ya que la poderosa bestia retornaba al poco tiempo al mismo paraje, guiada por alguna incomprensible voluntad, ya fuera propia o impuesta por algún poder superior. El bárbaro cubre sus ojos con la enguantada mano, mientras atisba los alrededores en busca de su amigo. Al fin, divisa bajo la fresca sombra de un tupido árbol, una figura que parece intentar escaparle al agobiante calor de la reseca meseta. Al acercarse, comprueba que el personaje no es otro que Fergilmour, uno de los más antiguos integrantes de su clan, los Centinelas Nocturnos. - Capo - lo saluda - Uh que hacés Luquita, tanto tiempo querido... - responde con triste semblante. - Bien bien... acá andamos... ¿y vos che ? ¿ en que andás que ni se te ve ? El arquero deja caer sus brazos, y Luca repara por primera vez en las enormes bolsas que acarrea, al producir estas un metálico estrepito contra el duro suelo. - En nada... acá como un boludo... esperando a ver si aparece Vesper - se lamenta el arquero. - Pero... ¿ y esas bolsas ? que tenés ahi... ? - uh de todo... arcos... pecheras... - contesta agobiado, mientras revuelve vagamente el contenido del amorfo paquete. - boludeces, que se yo... sabés que pasa... - el desdichado personaje traga saliva, mientras se esfuerza por mantener la calma. - mi Ush-Er ... me cambió... me cambió por otro... por unos puntitos de destreza de menos... - deja caer la cabeza - me dejo acá varado... podés creer... graduarse para esto... para hacer de mula... Luca sacude tristemente su roja cabeza, anonadado ante la cruel revelación que le depara su encuentro con el malogrado arquero. De pronto, un sordo gruñido a sus espaldas lo saca de sus pensamientos, y al volverse rápidamente, encuentra frente a sus ojos, la espantosa figura del fiero dragón, que lo contempla fríamente a pocos metros de distancia. Mientras busca su lanza, comienza a dar la voz de alarma, ante la funesta aparición del formidable enemigo, gritando a viva voz. - Vesper, Vesper, está Vesper !!! Más mayúscula sería la sorpresa del aguerrido bárbaro, al contemplar como el gigantesco ser, le hace el cotidiano gesto de silencio, llevándose un dedo a los ásperos labios, mientras le guiña complice un ojo y le pide con una ronca y profunda voz. - Aflojá un poquito pibe... Sobre las solitarias cumbres, teñidas de sangre por el agonizante ocaso, retumba, inquietante, la desolada voz del bárbaro que exclama a los cielos su total desconcierto. - La puta madre !!!!
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