Siempre fui un buen alumno, uno de los mejores de la clase. Nunca me llevé grandes decepciones, y nunca tuve grandes fracasos. Pero con estos últimos exámenes, la verdad que
me decepcioné, esperaba ser mejor. A veces eso te bajonea mucho, y para alguien tan orgulloso como yo (no me gusta pedir ayuda) es perjudicial.
De los errores se aprende, y tengo que admitir que este año aprendí mucho más que nunca. Me acabo de dar cuenta que pasé un secundario casi impecable, pero que realmente no vale nada al lado de todo lo que hice en estos meses. Creo que recién ahora estoy valorando el esfuerzo y comprendo lo que es la dedicación.
Bueh, listo. Antes de que me ponga sentimental.