Café Literario

[MalditoLobo]

Originally Posted by Carpi

Busquemos el tiempo lobo, busquemos.

Saludos, Luca.-

Inspiración de un tipo que no ha dormido, sepan disculpar errores de tipeo, artículos secuestrados y demáses técnicos, es que no pude contenerme después de leer esas palabras

TARDE, O MUY TEMPRANO

…y la gente se marcho del funeral en aquella cálida y agradable tarde de otoño.

El joven se acercó a la lápida y, por lo bajo, murmuró:

-Hijo de puta… morirte sin devolverme lo que te presté.

No se percató, o no quiso percatarse, de la presencia de una chica a su izquierda.

-Siempre lo hacen-dijo ella.

-¿Perdón?-respondió él, ahora recorriendo su magistral anatomía con la mirada de un lobo herido, implacable aún en la derrota, listo para llevarse algún enemigo con él en el viaje al infierno.

Su rubia cabellera ondeaba con el viento, los labios, rojo como la sangre de un santo, se movían lentamente, conformando un ritual. Detrás de los anteojos ahumados danzaban lo divino y lo terrenal, contagiándose de sí mismos mutuamente.

-Siempre lo hacen. Esto… desaparecer cuando más se lo necesita.

-¿Hacen? ¿Quiénes?

-Él. Todos. Mi padre.

-No vinimos al mismo funeral.

-No.

-¿Y qué hacés acá?

-Te vi solo cuando todos se fueron… quería saludar.

Él presenta sus respetos a su Gran Dios, Silencio. Enciende un cigarrillo y la observa con el rabillo del ojo. Ella es devota de otras deidades.

-Enterré a mi padre. Ahora.

-Entiendo-dice él, sin comprender nada.

-¿Era familiar tuyo?-y le señala la tumba de mármol.

-No… era mi mejor enemigo. Un tirano cínico que se divertía pasándola mal.

-No parece haber sido un buen tipo.

-No. No lo fue. Pero juro que nadie más en el mundo era tan buen curandero de lo metafísico. Le presté un par de cosas y ahora las necesito. Pero nadie sabe donde guardaba todo lo que le dábamos.
-A veces pasa. Mi padre se llevó los recuerdos de mi infancia y me dejó un montón de deudas. Y una botella de whisky a medio terminar.

Él le sonríe. Y por primera vez en años su sonrisa es sincera.

-¿Cómo seguimos ahora, mi querido desconocido?

-Respirando. En sueños veo a veces la clave para develar el misterio que acabe con todo lo que fue antes y nos traiga lo que será después. Pero ya sabes como es…

-Al soñar se recuerdo, y al despertar, siempre se olvida.

-Exacto. Y ese es el dilema. Ya no recuerdo como era la vida sin alguien. Y la veo en cada rincón.

-Cuando se van siendo necesitados a veces dejan una pista, una señal, un pálpito, una idea. Algo que nos ayude a ver la gran luz del faro.

-El océano es grande y las tormentas tan duras y frecuentes. Somos gotas de agua.

-Somos poco si lo decís así.

-No lo creas. Yo pienso caer con tanta fuerza que la realidad deberá inclinarse o ceder. Golpearé diez gotas, sin clemencia, sin piedad. Y estas a su vez…

-…¿otras diez más?

-Sí. Hasta no depender del viento para convertirnos en olas y desplomarnos en las playas.

Ella le sonríe y se quita los anteojos. Su mirada lo conmueve. No llora. No es feliz. Es, sencillamente, auténtica.

-¿Te gusta el whisky?

-Me encanta.

-¿Venís a mi casa?

-No podría negarme aunque quisiera.

El joven latino y Rubia, la desconocida, se marcharon juntos bajo el sol de mayo. Como para compartir la soledad y la comida, el aire y el whisky.

Bajo tierra, en su cómoda tumba, Cronos bostezó.

-¡Qué poco originales, che!-dijo antes de usar la sintonía fina del televisor para tratar de mirar Playboy TV.