Go Back   Champions of Regnum > Español > La Taberna

La Taberna Un lugar para conversar sobre casi cualquier tema

 
 
Thread Tools Display Modes
Prev Previous Post   Next Post Next
Old 12-30-2008, 06:36 AM   #11
MalditoLobo
Master
 
MalditoLobo's Avatar
 
Join Date: Mar 2008
Location: Acracia
Posts: 434
MalditoLobo has a spectacular aura aboutMalditoLobo has a spectacular aura aboutMalditoLobo has a spectacular aura about
Default

Para que no decaiga, les cuento la historia de unas personas que conozco.



Placebo


Le dolía. Esa era la cuestión. Le dolía la vida, pero no quería estar muerta. Demasiadas decepciones en un tiempo muy corto. Los sueños se desvanecieron, no pudo atraparlos entre sus brazos.

No se puede detener el tiempo en los granos de arena de un reloj descompuesto. Dos veces al día podrá decir la verdad, pero las otras 11 horas y 59 minutos miente.

Y buscó un escape. Lo encontró por accidente, de la mano de una de esas decepciones que tanto la lastimaron. Huyó del mundo. Le funcionó, al menos durante unos cuantos latidos.

Y como en todo cuento que pretende un final feliz conoció a alguien, se enamoró y estuvieron juntos.

Pero ya lo dijo Enrique: ¡Para siempre me parece mucho tiempo!

Le rompieron el corazón de nuevo. C’est la vie. Fue advertida por un tipo, pero no le hizo caso. Era más fácil creer que alguien estaba celoso. ¿Cómo esa persona que la hacía tan feliz podía ser un desecho del sistema, funcional al sistema?

Así que había que detener ese sufrimiento. A cualquier precio. Eutanasia metafísica o una especie de inmortalidad del alma. Daba igual.

Usó lo que tenía más a mano, quizás por desesperación, apurada por el tiempo. Y, lamentablemente, el hombre que advirtió, sí, el tipo celoso, iba pasando por ahí justo ese momento. ¿O será que esperaba cuatro horas en esa misma esquina ese colectivo sólo para verla a ella?

Y lo llamó. Y él fue. Y pasaron cosas. Y fueron felices por un tiempo.

En una de esas precipitadas noches de bares y whisky sus amigos (Lucifer, Milton, Blake y Propotkin) le gritaron que estaba cometiendo un error, que era demasiado para cualquiera, que las cosas no eran así de simples. Él no los quiso escuchar.

El muy cretino estaba enamorado.

Luego vinieron los problemas, claro. Ella pasaba menos tiempo con él que con semi-desconocidos. Hablaba siempre de lo mismo, de la prisión de vidrio en la que se conocieron. Él le señalaba la salida de la jaula. Había hecho un hueco con los martillazos de su corazón. Podía sentir la fresca brisa de la libertad. Ella retrocedía. Quizás la asustaba volver a este mundo. Todo es sencillo en el claustro. Pero acá hay gente mala. Que asusta. Que viola, mata, roba, mutila, tortura, se hace policía, sacerdote, político.

A él le importaba poco: hay que luchar contra los monstruos. Ella, en cambio, se excusaba. Prefería la gran mazmorra. Ese siniestro lugar donde la sociedad guarda los perdedores que fabricó en el camino a la estereotopía. ¿Es obvio, verdad? Ahí la gente es como ella. Y él ya no es uno de ellos.
Los prisioneros ya no duermen, se aferran a la vigilia. En vano, ya que son Sonámbulos Insomnes. La cárcel es una fantasía que eligen materializar. Algo o alguien, o quizás ellos mismos, devoraron sus sueños. No les quedan anhelos. Están muertos por dentro. Dicen que un tal Dios los cría y el viento los amontona. Tiene sentido que terminen juntos, al menos por inercia.

Pero él no es como ellos. Él sueña. Y en el mundo onírico ve otra realidad. Siente en cada fibra de su ser la necesidad de no rendirse, de dar batalla. Descifrar el mundo en la mirada de un niño, detener las balas con el pecho. Ser único; ser como todos. Gritar. Esperar que el infierno abra sus fauces para devorarle y se atragante con él.

Es la pesadilla de los demonios. Es el ser del que hablan las leyendas urbanas en el infierno. Es el cuco que tanto temieron los monstruos en su infancia.

Es el hombre que arde en las llamas del rencor. Es morfina para una pierna de madera. Lo olvidó por un tiempo, pero la vil memoria le hizo una visita recientemente.

Sin embargo, ella no lo vio así. No lo vio y punto. Creemos que no le importó.

Cuando hubo una ausencia prolongada, aunque justificada, todo terminó. Ella había decidido que ya no lo amaba. Poco tiempo después, la vida, el exilio. Ni un hola para el que sufre, ahora otros apagarán su dolor.

O, mejor dicho, él cargará con el dolor de ambos. Sólo para que la dama en apuros tenga menos migrañas.

Aceptó la culpa por un crimen que no cometió para que todo fuese más simple. Para que ella pueda mentirse a sí misma de nuevo. Para que no sienta culpa por semejante daño hecho a quien menos lo merecía.

¿Por qué aceptó el martirio? Por amor. ¡Cuan estúpido puede ser el Hombre!

En silencio cargó su cruz hasta el monte calvario. Fue crucificado por Éxtasis y Delirio. Con una corona de espinas, con la espalda fustigada por un millar de látigos, con muñecas y tobillos clavados a la madera sonrió al ver al enorme soldado empuñar la lanza. Un golpe certero directo a su costado. Elevó la vista al cielo y contempló al Creador entre las nubes. Tenía la garganta reseca, pero su voz fue nítida cuando le habló:

-¿Qué mierda mirás, hijo de puta?-le preguntó.

Un millar de truenos quebraron el mundo y el tipo en la cruz se negó a morir. Arrancó los clavos y descendió. Se quitó la corona de espinas y con la misma lanza que antes fuera clavada en su sinuoso cuerpo atravesó a un soldado.

-Jódanse, manga de giles-exclamó al morboso público presente-al menos mi dolor es real. Pero ya no más. Acá termina todo.

-Pequeño Corazón Roto, es tu deber morir de amor-le dijo el vulgar capitán de Los Torturadores.

Él arqueó la ceja izquierda y respondió:

-No le debo nada a nadie.

Saltó sobre su oponente y de un solo golpe le partió el esternón ante la atónita mirada de los allí presentes.

Se irguió y caminó lentamente hacia otro lugar, dejando que el héroe en su interior guiara los pasos.

Todas las heridas sanaron al poco tiempo. No se puede matar tan fácilmente a una criatura de la noche.

El dolor se transformó en cicatrices. Y las cicatrices sólo lo hacen más fuerte.

Cuentan unos cuantos borrachos en un bar que ahora vaga por el mundo, fabricando soluciones donde no hay nada, creando esperanzas de las cenizas, golpeando policías y riéndose de El Mal.

Esto es falso. Yo lo vi ayer. Ahora se dedica a recuperar su vida. Casi ha olvidado por completo la prisión. No la necesita. Volvió a empezar. Nunca dejó de creer. Algún día volverá a enamorarse, dicen los viejos. Yo digo que ahora se ama un poco a sí mismo. Porque hay heridas que sólo cierran a través del dolor.

En cuanto a ella, no hay mucho que decir. Sigue en la cárcel de cristal. Sigue buscando, y encontrando, sustitutos de Realidad que le den un aliento más a sus pulmones. Le pregunté a los viejos que le pasaría. No me respondieron. Así me di cuenta que el mundo olvida más rápido que los hombres.

Creo que somos vacunas, pequeñas dosis de un gran horror, circulando para traer inmunidad. Somos fragmentos de vida intentando que la realidad no mate a quienes amamos.

Y a veces somos placebos complaciendo a alguien que sólo está enfermo en su mente. Y como tales, somos completamente prescindibles en cuanto llega algo mejor, con sabor a menta o chocolate.

Ella tiene su prisión y sus caramelos disfrazados de analgésicos.

Él tiene el mundo.

Yo tengo un último cigarrillo, una estela de humo tras de mí, y un mal chiste perdiéndose en el sonido de mis pisadas. La noche es oscura. Me desvanezco en el callejón. El humo viene conmigo. La broma se queda.

La broma se queda.
__________________
MalditoLobo no ha iniciado sesión   Reply With Quote
 

Tags
historias, literatura


Posting Rules
You may not post new threads
You may not post replies
You may not post attachments
You may not edit your posts

BB code is On
Smilies are On
[IMG] code is On
HTML code is Off

Forum Jump


All times are GMT. The time now is 10:57 PM.


Powered by vBulletin® Version 3.8.7
Copyright ©2000 - 2024, vBulletin Solutions, Inc.
NGD Studios 2002-2024 © All rights reserved