Café Literario

[MalditoLobo]

Originally Posted by Har

WOW. Simplemente asombroso... No lei mucho pero lo poco que lei es magnifico, increible, sorprendente, fastuoso, admirable, grandioso.

Lobo no me voy a cansar de decirtelo nunca, me encanta lo que escribis como lo escribis y como lo transmitis. Gracias por deleitarme con tan buenos textos..

Har

Muchas gracias por tus palabras Har

Siempre es reconfortante que alguien se tome el tiempo para leer mis delirios. De nuevo, mil gracias ^^

Sigo...

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NOTA: Este es el quinto capítulo de la saga que abre el thread.



Una Piedra, El Destino



Apuro el paso bajo la lluvia. Todo debe suceder pronto, pero antes de comenzar hay algo que necesito hacer.

Voy a darle las noticias personalmente.

¿Por qué quiero hablarle? No estoy muy seguro. Quizás por nostalgia, o porque me rodee demasiado tiempo de mortales y ahora tengo algunas de sus costumbres.

Cuando el mundo termine, ¿con quién vas a estar?

La calle, pese a la madrugada y a la tormenta, aún está bastante poblada. Lo veo en medio de la diminuta multitud, disfrazado de persona. No quiero que sea él, pero sé que lo es. Se acerca a mí. No puedo evitarlo.

-Te saludo, Morpheo-me dice con su ronca voz.

-Te saludo, primero de los Aneuteloi. Imagino que este no será un encuentro casual.

-No. No lo es.

-¿Por qué estás acá entonces?

-Porque acá es donde debo estar ahora mismo. Porque debo encontrarte en esta calle, bajo esta lluvia, en este momento.

-¿Con qué propósito?

-Tenemos que hablar.

Sé que está usando sus habilidades naturales. Sé que nadie nos oirá. Dudo que siquiera nos vean. Pero nada de eso es necesario. Porque a nadie le importa.

-Te escucho-le digo mientras contengo las ganas de correr.

-Te traigo un consejo, Morpheo. Y es dado libremente: regresa a Oniria.

-¿Qué?

-Que regreses a Oniria. Que olvides todo esto. Que no continúes. Lo que planeas es una locura, atenta contra todo el universo. No puedo impedir que hagas tu voluntad, sólo puedo apelar a tu sentido común.

-¡No tengo sentido común!

-Lo sé. Lamento todo lo que sucederá.

-No hables así. Sabes tan bien como yo que lo escrito puede no ser leído.

-¿Es que eso querés? ¿Ser un ciego?

-No. Pero puedo cambiar las cosas.

-Soy el primero de los Aneuteloi, Morpheo. Yo SOY lo que ha de suceder. Soy el destino.

-Y yo soy Morpheo, El Dador De Formas, soy EL sueño: mi deber es soñar.

Por primera vez, lo veo dubitativo. No le dije nada que no supiera. Aún así, medita.

-¿Y qué dirá tu hermana?

Sus palabras son frías.

-Me dará un golpe en la nuca y me dirá que soy un adolescente.

Mis palabras son hielo.

-Abandona, Morpheo.

-¿Por qué te importa?

-Por vos. Sabés que podés morir.

-Es irrelevante.

-Nada es irrelevante. ¿O es que ya olvidaste los tiempos silenciosos, cuando pocos morábamos este universo, cuando Yaveh aún no despertaba?

-Recuerdo esos días y voy a traerlos de vuelta. Será el fin de la tiranía.

-Debo decírtelo, ella…

-Ella no volverá-interrumpo-eso ya lo sé. Me lo han repetido toda la noche. Lucifer, Nazareno, Caín, Gabriel. Todos aquellos con los que hablé lo dijeron. Y de todas las entidades, sos la última que debiera decirlo. Porque vos mejor que nadie, incluso mejor que yo, sabés que nada de esto pretende hacerla volver.

-Ella no te ama. Nunca te amó. Su corazón pertenece a La Voluntad De Dios. Y así ha sido siempre. Incluso mientras estaba con vos. Él la violó, ella aún lo anhela. Volverán a verse dentro de mucho tiempo. No será un buen encuentro para nadie. Pero vivirás. Abandona, Morpheo. Lo que te digo es la verdad.

-Ya lo sé. Excepto por una cuestión.

-¿Cuál?

-El encuentro será ahora. No acepto los senderos creados en tinta, en la blanca mar que es tu libro. Me retiro, primero de los Aneuteloi.
-Insensato-murmura.

Mi paso es firme bajo la lluvia. Seis cuadras más y estaré en el lugar correcto. Tomo una decisión: ya nada me detendrá.

Nadie va a demorarme de nuevo.

Los pocos que componemos mi especie tenemos una función. Estoy en cada imagen y cada sonido que se niega a manifestarse en la vigilia. En cada esperanza. Y en cada temor. En todo lo que emana de los corazones de invierno. En la taquicardia de un primer beso, en la ciega furia que motiva a seguir luchando a quienes fueron derrotados. Creo mundos y seres que sólo existen en mi tierra, donde nacen las divinidades y regresan al final de su existencia, cuando la fe se desvaneció del último de sus fieles.

Los mortales no son mis sirvientes; soy yo quien les brinda un servicio. Porque así es como debe ser. Porque ese es mi propósito.

Pero también soy una definición.

La vida está definida por Muerte. Y el odio por Afrodita.

Caliope define la vulgaridad. Los lamentos están atados a Hathor.

(Cuatro cuadras).

No se trata de lo que hacemos. Cada vez que nos negamos, cada vez que soslayamos, cada vez que nos alejamos y cada vez que, simplemente, no hacemos algo, estamos definiendo nuestro reflejo.

Cada concepto opuesto existe a causa de nosotros, de aquello que no somos. Y en el vacío toman su forma.

Sueño porque es mi deber. Porque sueño, existe la vigilia.

Yo defino la realidad.

Y ni todas las piedras que el destino ponga delante de mis pies cambiará eso.

(Dos cuadras).

Lo que fue escrito puede entorpecer el arribo a mis metas, pero no detenerlo. Puedo oponerme. Siempre.

Dios es mi testigo. Él y su caída.

Estoy frente a la puerta del burdel. Un sujeto enorme trata de cobrarme. Mi paciencia se terminó. Nada me detendrá. Vuela dos metros cuando lo golpeo como hacen los mortales.

Cruzo el recibidor
-Soñador, espera, tenemos que hablar-me dice un tuerto salido de ninguna parte.

-No tengo tiempo para esto, Odín-le digo sin siquiera mirarlo.

Subo al segundo piso.

-Dador De Formas, detente-me dice el anciano empuñando su espada.

-Regresa a Avalon, Arturo. No tenés nada que hacer acá.

Tercer piso.

-¡Recapacita, Morpheo!-exclama desde un rincón el enorme lobo.

-Adiós, Fenris.

Cuarto piso. Estoy frente a su puerta.

-No lo hagas-dice desde mis espaldas La Mayor De Las Sabias.

-El tiempo se termina, Saga

Abro la puerta negándome al mundo, como siempre supe que sería.

Ella está ahí, en la cama, apenas cubierta por las sábanas de seda negra. Sus párpados están bajos, pero sabe que estoy ahí.

Ha llegado la hora.

-Hola, viejo amor-le digo y mis palabras son los cimientos del futuro.

Al fin vuelvo a ver a María, mi Gran Amor Perdido.

María, La Puta María.