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La Taberna Un lugar para conversar sobre casi cualquier tema

 
 
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Old 05-17-2009, 04:01 AM   #11
armestt
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En cuanto se subió el cierre, sintió algo cambiando en su aspecto. Su insipiente bigotito desaparecía. Sentía como si él se adaptara al trajecito que le habían proporcionado. Su fisonomía cambió. Ahora era gris.

-¿qué es esto? ¿qué me pasó? –preguntó Mariano entre asustado e intrigado.

-Ah, nada. Una cosita que tenemos acá. ¿Viste que siempre hay quilombo ahí abajo con el aspecto de la gente, si es oscuro, o morocho, si es rubio o tiene cara de loquito y que se yo? Bueno, acá lo solucionamos. Ahora son todos iguales. No hay ricos, no hay pobres, no hay lindos, ni feos. Son todos así, grises.

-Pero es una cagada eso Pancho. ¿Me estás diciendo que todos nos vemos igual?

-Claro. Ahora vos nos sos más flaco y desgarbado. Ahora tenés las mismas oportunidades de conquistar a cualquier mujer, bueno, si las hubiera.

-¿Eh, somos todos tipos?

-No precisamente. Como siempre había quilombo, y los tipos se querían fifar a las minas. Las minas que o histeriqueaban o eran abusadas. Que la que decía que sí era una atorranta, y la que te decía que no era una yegua frígida. El que no tenía compromisos, era un mujeriego. El que andaba solo con su mujer, un boludo. Que si la tiene chiquita, o grande, o es tetona, o se hizo la nariz… bueno, así. Ahora no pasa más eso.

-No entiendo –dijo el nuevo y confundido sujeto gris.

-Mirate –mientras Pancho le hacía una seña casi como dándole vergüenza.
El confundido hombrecito en trajecito gris se miró las partes nobles. Parecía un muñeco anatómicamente imperfecto. No tenía nada. Sus genitales habían desaparecido. También su deseo y su libido.

-¿Qué mierda me hiciste?

-Nada, pero ahora vas a estar mejor. Quedate tranquilo. Es la primera reacción. Después de un rato te olvidás y se te pasa.

-Pancho, ¿me estás jodiendo? Me desbolaste.

-Es un buen término. Igual, eso no lo precisás más. Ahora que no pensás más en el sexo, tendrás tiempo para hacer otras cosas.

-¿cómo qué?

-Que se yo, algún pasatiempo que tuvieras.

-¿Tocar la guitarra por ejemplo? –preguntó el eunuco sujeto de trajecito gris.

-No exactamente –replicó el barbudo Pancho- Verás, ahí abajo, la gente talentosa, siempre generaba conflicto entre aquellos que no lo eran. Entonces decidimos que no era necesario mantener esas diferencias acá arriba. Porque siempre estaba el que toca la guitarra, o el que arregla el auto, o hace cosas para la casa o el jardín, o el que sabe escribir, o recitar, o tocar, o componer, o pintar, y bueno, siempre, tipo o mina, se veían encantados por esas cosas, y daba lugar a que se dijera “la pareja de fulano/a hace tal y cual cosa, no como vos que estás todo el día chengue chengue con esa guitarrita de morondanga”. Así que decidimos nivelar eso, sacándole a todos ese tipo de aptitudes.

-Pero esto es terrible. ¿Y qué carajo se hace acá arriba entonces?

-No sé, vení que te presento a algunos de los que están de antes.

Ahí, nuestro mediocre eunuco hombrecito de kimono gris, presenció las hordas de sujetos despojados de impronta que habitaban allí. Todos iguales. No podía distinguir hombres ni mujeres. Ninguno hablaba más de lo necesario. Eran como telegramas andantes. Ninguno sobresalía ni destacaba por sobre los demás. Todos permanecían inmóviles. Parados alrededor de esa espesa blancura. Sin moverse, sin emitir sonido, sin vivir o reaccionar, o lo que sea que haga esa gente materializada ahí.

-Me quiero ir –dijo el no talentoso eunuco de trajecito gris. No quiero estar acá. Es una mierda esto. No se puede hacer nada. Esto no es una recompensa. No es un paraíso.

-¿Quién dijo que lo fuera? –inquirió el presentador de esos lares.

-Pensaba que…

-Pensaste mal. Esto es un lugar y punto. Siempre protestaste porque Fulano era más encarador que vos. Mengano tenía más minas. Sultano escribía bien. Lolo jugaba bien al fútbol. Bueno, acá no tenés que preocuparte por nada de eso. Todo eso son boludeces que no importan. Acá valés igual que el resto, por lo que sos.

-Pasa que acá no soy nada. Soy un inútil.

-Es una forma de verlo.

-No quiero volver acá.

-¿Preferís ir debajo de todo? ¿Al sótano? –lo apuró el barba.

-¿Existe?

-Por supuesto. Pero no te creas que es mejor. Ahí, todas las desventajas que tenés, las padecés el doble. El que es garca, ahí abajo caga a todo el mundo. Y feo. Te piden la hora y te tocan el culo. El que tiene levante, se lleva a tu vieja, y si quiere, se encama con vos, y encima, lo disfrutás. Las minas lindas, salen consigo mismas. Los tipos feos, son tan feos, que al cuco los amenazan con ellos. Si sos boludo, ahí le vas a comprar puchos al más Carlo que haya, y siempre te van a cagar con el vuelto.

Nada de lo que hayas experimentado va a ser igual. Todo va a ser cien veces menos placentero. Y todo lo que padeciste va a ser cien veces más amargo.
Si escribís lindo, lo único que vas a hacer es escribir, pero nadie te lo va a reconocer, porque cada uno se la va a pasar tocando, cagando, forreando, mirando culos feos, leyendo huevadas, y te vas a terminar metiendo lo que escribas en el ojete.

-¿Y qué carajo hago? –preguntó el aterrorizado hombrecito no talentoso, confundido eunuco de trajecito gris.

-Yo soy Pancho y vos no entendiste nada. Dónde estabas hasta ahora es el punto medio. Sos el jamón del sándwich (¿o sangüche? Siempre tengo esta duda). Ahí podés elegir. Libre albedrío nene. Te podés equivocar, podés enmendar. Podés volver a empezar, podés optar. Barajar y dar de nuevo. Hacer lo que te dicen y bancártela como un señorito. Hacer lo que se te cante el culo, y también bancártela como un señorito.

Mirá ahí abajo –le dijo Pancho- te están por atender.

El desgraciado hombrecito se inclinó para espiar para abajo, y ahí nomás, le propiciaron un voleo en el orto.

El despertador se agitaba con impaciencia. Despertó con una mueca en el rostro. Era un día nublado. Gris. Todo fue un revelador sueño. Le dolía el traste. Se sentía pleno. Se sentó en la cama, y casi sin meditar, llamó al trabajo.

-Hoy no voy a laburar –le dijo- y me parece que mañana tampoco.

-¿Quién sos? –preguntó la autómata señorita del otro lado de la conversación.

-Mariano, el flaquito de diseño –respondió con una mueca sonriente en el rostro.

-Ah, bueno, aviso. Pero ¿estás enfermo?. Mirá que se van a enojar, son más de las 10.00hs. am. Y Juan Carlos preguntó por vos. Vino el señor Ferrando.

-Que se vayan cagar los dos juntos. A la tarde te paso a buscar y vamos a tomar un helado.

-Eh…. Bueno –titubeó la chica- pero no me gusta el helado.

-Está bien, te dejo elegir otra cosa, total, pagás vos.

Mariano colgó el teléfono, y sonriendo se dio vuelta en la cama, se tapó y durmió otro ratito.
__________________
Armestt, Brujo Eterno de las Sombras de Alsius

Et certe cuiusque rei potissima pars, principium est. [Gaius; Digestorum L. I; T. II; 1]

Last edited by armestt; 05-28-2009 at 02:16 AM.
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historias, literatura


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