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02-04-2010, 06:12 PM | #1 |
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Mi llegada, mi destino [Relato]
La nave aterrizó poco a poco en una pequeña colina, en medio de un bosque verde. Los animales huyeron cuando escucharon el sonido de los motores de combustión. La pequeña nave posó sus planchas de aterrizaje y los motores se fueron apagando. Apenas medía 8 metros de largo y 3 de ancho, pero tenía autonomía suficiente como para volar entre distintas galaxias. Era una nave exploradora, de un sólo ocupante, con motores sub-warp de tercera generación.
La cabina se fue abriendo, y dentro, el piloto iba apagando todos los sensores, comprobando que todo estaba correcto. El aire era respirable, con una buena cantidad de oxígeno. Sin duda, era un planeta fértil y habitable. Pero los que vivían en él, desconocían en esos mismos instantes del peligro que corren. El piloto se bajó de la cabina de un salto y respiró profundamente. Era un alivio sentir aire puro cuando una persona se pasa semanas respirando el mismo aire reclicado. Los rasgos del piloto eran humanos, estatura media y con un poco de musculatura. Sin embargo, iba equipado con una armadura de color naranja, hecha de un material que no existía en ese lugar, muy ligero y resistente. Llevaba el casco de piloto bajo el brazo para poder sentir el aire fresco en la cara. No cabía duda de que aquel planeta era un lugar maravilloso. Pero ahora tenía que pensar en su misión y en los planes que le habían encargado. Han pasado ya muchos años desde que le recogieron, en otro mundo, en otro planeta. Él era un simple habitante de Sosaria, que luchaba contra aquellos que se oponían a la ley y a su Rey Arnold. Sin embargo, no pudo rechazar un ofrecimiento por parte de unas criaturas de un planeta muy lejano. La posibilidad de aprender de ellos, de entrenar con ellos y de saber más sobre su cultura. Ahora era tan sólo un aprendiz de guerrero, ni siquiera ostentaba el rango de cazador, pero al menos, le habían ofrecido varias misiones para que se fuera formando. No era fácil estar a su nivel o cumplir con las exigencias que ellos pedían. Cada una de las misiones ponía en peligro su vida, y cualquier error, cualquier fallo, significaba su muerte. Esta era la tercera que le habían asignado. Un pequeño favor de unos amigos que él mismo conocía. Exploró un poco los alrededores para asegurarse de que había escogido una buena zona de aterrizaje. La infiltración era primordial en esta misión. Tenía que hacerse pasar por un humano más, sin que nadie sospechara que era de otro planeta o que sabía demasiadas cosas sobre aquel mundo. Aparentar que era nuevo en aquel mundo era imprescindible. Cuando comprobó que no había nadie, se fue quitando su armadura, donde debajo llevaba una de cuero normal y corriente. El material era muy parecido al que usaban alli, asi no levantaría sospechas. Claro, que también, estaría mucho más desprotegido ante los peligros que el bosque escondía, por lo que tendría que llegar pronto a la primera ciudad que encuentrase y buscarse algo mejor. Igualmente, su lanza de cuchillas dobles, regalo de un amigo que dio su vida por él, la tuvo que guardar. Lo metió todo en un cofre y lo puso detrás del asiento del piloto. Cogió una pequeña mochila, donde tenía una cantimplora con agua, alimentos y también algo de oro, moneda que se usaba para comerciar en ese planeta. Se miró a si mismo y estaba satisfecho del aspecto que tenía. Pasaba completamente por cualquier humano del lugar. Lo único que llevaba encima que era de tecnología alienígena, era una pequeña pieza circular, que parecía un trozo de madera, simplemente para despistar a cualquier curioso. Pasó su dedo por encima, haciendo como un garabato. El dispositivo reconoció los movimientos con el dedo y se encendió una luz verde en la parte frontal de la pieza. En ese momento, la pequeña nave encendió los motores y empezó a ascender poco a poco. Dos minutos más tardes, la nave se encontraba ya sobrevolando la atmósfera, volviendo a la base principal. Se adentró en el bosque, a paso ligero, hasta llegar a una cuesta. Desde arriba de la colina, podía ver la aldea de Ilreath. Marcaba uno de los puntos de la frontera del reino de Syrtis, lugar donde los comerciantes y aventureros llegan para conocer más a fondo el reino de los elfos. Si bien es cierto que se permite la entrada a los humanos, a los elfos no les agrada demasiado su presencia. Pero su raza ahora no es que esté en su mejor momento tras la separación que tuvieron con sus hermanos, los drows. Necesitaban la ayuda de los humanos para poder seguir manteniendo su reino a salvo. Lo importante de Syrtis son sus conocimientos de la magia, y que serían necesarios para su misión. Durante meses, el planeta fue investigado por varios de sus compañeros. Habían conseguido reunir bastante información. El continente donde se hallaba estaba sumergido en una guerra constante entre tres reinos: Alsius, Syrtis e Ignis. Se miró cuál de los tres podría ofrecerles ayuda para la misión. Alsius no parecía contar con los conocimientos de la magia necesarios para encontrar conseguir el objetivo de la misión. Los habitantes de Ignis no estarían dispuestos a ayudarles para salvar el reino vecino de Syrtis, pues les guardan rencor a los hermanos que los desterraron. El reino de los elfos parecía la mejor opción, al contar sobretodo, con bibliotecas con mucha información sobre la magia. Lo malo, es que habría que infiltrarse muy bien para poder operar en Syrtis. En este momento, dicho reino se encontraba en un grave peligro, aunque ninguno de ellos lo supiera. Para eso le habían enviado, para advertir del peligro y encontrar la manera de defender dicho reino, pues su desaparición significaría el final de dicho planeta. Sin más dilación, se puso nuevamente en marcha, bajando la cuesta y fijándose en las personas que habitaban la aldea. Predator Hunter había llegado. Last edited by PredatorHunter; 02-05-2010 at 11:38 PM. |
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