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La Taberna Un lugar para conversar sobre casi cualquier tema |
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12-17-2010, 06:23 PM | #41 |
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Cuantas condiciones ponen ustedes dos D:
(Aprobé y fui uno de los que nota más alta saco )
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La Historia de Icewizard.-Pequeño Cuento de Amor.-Nuevo Mundo.-La Travesía de Apolo.- Perdido como un ruido al alba
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12-17-2010, 06:52 PM | #42 |
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Nananan yo solo voy al cuento
Ya casi termino de leer la 2º parte! Porque lo haces tan lrgo che no termino mas (?)
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Lord Ascaron de Huargos y de Estudiantes Conformarse y dejar de insistir, es como ver a alguien ahogándose y dejarlo morir.
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12-17-2010, 08:59 PM | #43 |
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Capítulo 5
Los regalos caen del cielo La tormenta de arena, que había sido enviada por el dios Set, sepultó a Apolo varios metros. Allí se había quedado, solo, esperando a que algo suceda. Se sentía solo y vacío, como la vez que Ares lo envió a Egipto una noche. Al mismo tiempo, debía aguantar aquél peso de la arena y la respiración. No le quedaba mucho tiempo pero él nada podía hacer ya que estaba inmóvil. Luego notó que en su mano llevaba el pergamino. Su mente se dividió en dos. Una parte decía que necesitaban ver al faraón de Egipto y entregarle el pergamino mientras que la otra decía que necesitaba encontrar a Kala. ¿Qué había querido decir? Dijo una voz en su mente. ¿Qué es lo que no quería? Se preguntó. Repentinamente, el peso de la arena comenzaba a aliviarse. Apolo volvía a sentirse libre y a poder respirar. La arena flotaba en el aire mágicamente. Se arrodilló y tosió. Luego miró al hombre que de pie le sonreía. -¿Quién eres?- dijo Apolo, con la garganta llena de arena. Escupió para quitarse esa sensación pero aún así, no pudo. -Hola, soy Hermes, he venido a traerte un mensaje.- dijo el dios feliz, como si el hecho de encontrar a alguien sepultado fuese algo muy común y divertido. Apolo lo miró confundido. Era obvio que aquél tipo era un dios. Sus sandalias eran doradas y aladas. Su toga, como el resto de los dioses, era muy limpia y blanca. Su pelo era revuelto y de castaño oscuro. Llevaba un cetro en el cual dos serpientes se enroscaban entre sí. Hermes era corpulento y musculoso, el aspecto de todo atleta bien entrenado. Ignorando que estaba en presencia de un dios, volvió a escupir para luego ponerse de pie. -¿Qué mensaje?- preguntó confundido. Hermes hizo aparecer mediante magia un cofre. Lo abrió y comenzó a sacar un arco simple, pero de oro. Un carcaj, también de oro, cargado de flechas y lo último fue una armadura de metal plateado. El dios se lo entregó al joven con delicadeza. -Muy bien, eso es todo.- dijo satisfecho.- ¡Ah! Lo olvidaba… las flechas son especiales, no las desperdicies.- -¿Quién lo envía?- dijo Apolo antes de que Hermes desapareciera. -Un regalo de parte de su padre y su tía.- respondió amable. -¿Mi padre?- dijo aturdido Apolo.- ¿Quién…?- Hermes negó con la cabeza. Conocía la pregunta de Apolo antes de que este la pronunciase. -No puedo decirte quien es, me pidió que no lo haga. Quería dártelo él mismo pero, no pudo ser. Ra… no le permite ingresar a sus tierras.- dijo el dios, mirando preocupado al cielo. -¿Ra?- dijo Apolo. -El dios del sol, aquí, en Egipto.- dijo Hermes. Luego sus sandalias aladas comenzaron a elevarlo por el cielo.- ¡Adiós!- se despidió en un segundo. Apolo examinó sus regalos. El arco era simple, largo y su cuerda era muy tensa. Llevaba tallada una gran letra alpha*. Las flechas tenían un aspecto normal, incluso le parecía absurda la idea de que fuesen especiales. Lo que más le llamó la atención fue la armadura de metal plateado. Se la colocó parte por parte. Grandes hombreras que incluso llegaban a proteger la parte del brazo. Guantes sin la parte de los dedos sin embargo muy cómodos. Su pechera le protegía, además, parte de la cintura para abajo. Sus perneras le permitían una gran movilidad. Aquello realmente le tenía impresionado. Protegido y hábil. La armadura le entregaba eso y más. Luego examinó el horizonte. Ya no sentía miedo, era como si aquellos regalos le hubiesen dado el valor suficiente para continuar su travesía. Aún así, la realidad era que se hallaba en medio de un desierto, uno de sus dioses lo odiaba y lo condenó a vagar por extrañas tierras, Atenea rogaba su ayuda y para terminar con sus problemas, su padre le enviaba regalos pero no daba la cara. Apolo suspiró. El sol se asomaba en el cielo, despacio. En eso, un caballo blanco apareció, pero no por arte de magia, si no que volando. Sí, un caballo con alas. Apolo había oído historias sobre un caballo volador, pero nunca las creyó. Claro que las historias de dioses tampoco las creía pero hay que ver como terminó. -Pegaso.- dijo el joven mientras contemplaba a la maravillosa criatura. El caballo alado, o Pegaso, descendió y trotó alrededor de Apolo. Relinchó varias veces e hizo señas con su hocico para que este lo montara. Apolo se acercó a la criatura y le acarició el lomo. Su pelo era muy suave y sedoso. Finalmente se colgó el carcaj y el arco. Pegaso extendió sus enormes alas y las plumas desprendidas flotaron ligeramente en el aire. Estas eran iguales al pelo, blancas como la nieve pero suaves. -Al palacio de Osireion.- dijo Apolo, como si desde un principio lo supiese. Luego pensó en Atenea y en su regalo. *Es la letra 'A' para los griegos.
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Last edited by Icewizard; 12-18-2010 at 07:28 PM. |
12-17-2010, 11:49 PM | #44 |
Pledge
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Ice... sos todo un artista!! te felicito amigo!! vas muy requete bien!! ta re copada la historia!! tenes talento y se nota que te sabes bien lo de la mitologia griega!! cosa q yo soy bastante bobis
Sigaa asii.. lo qiero!! |
12-19-2010, 01:43 AM | #45 |
Baron
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No hago mas que leer para que postees otro, no haces nada bien (equis de)
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12-21-2010, 06:40 AM | #46 |
Baron
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Ya lo lei, me gusto, me dejo con el culo entre las manos pero gusto. Lo unico que no entendi es que le paso a kala, porque, o sea, la dejo ahi re tirada en la arena . No me respondas si es algo importante eh
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12-26-2010, 12:20 AM | #47 |
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Revivo thread :º
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12-26-2010, 12:31 AM | #48 |
Count
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o.O Dejó morir a la chica
Por cierto, ¿Le entregaron la armadura de Sagitario? Eso es propiedad privada de Seiya Buen capítulo fea.
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Lysander Alcander · Tira / Devil Lysander · Brujo / Alnitak Orion · Conju
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12-27-2010, 01:27 AM | #49 | |
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Quote:
(Bueno che, no se me ocurría ningún tipo de armadura...)
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01-03-2011, 10:21 PM | #50 |
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Capítulo 6
Caída en picada Apolo montó al caballo alado pero aún así dudo a la hora de volar. Nuevamente tuvo en su mente la duda de a donde ir. Era importante ir al palacio de Osireion, pero también lo era encontrar a Kala. ¿A dónde voy? Se preguntó. Pero no obtuvo respuestas. Sentía marearse, nauseas, mucha presión en su mente. Sigue tu camino. Sintió oír en su mente. No una voz cualquiera, si no que la voz de Kala. Sigue tu camino, repitió. El joven, con sus tobillos, golpeó al animal y este se paro en sus cuartos traseros, dio un fuerte relincho y monto vuelo. El Pegaso volaba veloz y seguro, de tal forma que hacía parecer que el volar fuera fácil. El viento azotaba la cara de Apolo y le impedía ver con claridad. -Al palacio.- le susurró al caballo alado. Pero de la nada una flecha negra pasó zumbando al oído del joven. Este volteó la cabeza y vio tres figuras totalmente negras montadas a caballos alados. Sin embargo estos no eran simples pegasos, si no que eran los huesos. Las figuras llevaban arcos pero Apolo no lograba divisar un carcaj, si no que solo podía ver como de la nada lanzaban flechas. El Pegaso hacía maniobras para lograr esquivar las flechas. Entonces Apolo, dificultosamente, se volteó por completo. Sentado mirando a las figuras preparó una flecha. Sentía mucho calor, el sol le impedía ver con plena certeza, aún así disparó. Estaba muy distanciado Apolo de sus perseguidores, pero eso no impidió que la flecha le diera de lleno a uno. Algo en su disparo era anormal. ¿Qué a tanta distancia hubiese dado en el blanco? No, lo anormal fue que su flecha se incendió e incineró a una de las figuras. Esta, en vez de caer muerta se disipó en humo negro muy denso y el Pegaso que lo acompañaba se desarmó. La adrenalina corría por las venas de Apolo. Volvió a cargar una flecha y disparó. Esta vez, las figuras esquivaron la flecha. Dispararon veloces más flechas. El Pegaso de Apolo sufrió el ataque, una de sus alas quedó atravesada. Caían en picado, en una mortal espiral al suelo. Apolo no lograba mantener calmado a su caballo alado y este solo relinchaba de manera alarmante. Ya a pocos metros del suelo, el joven saltó del caballo y cayó en la arena. Rodó por la gran duna y quedó medio inconciente. Pocos segundos después Apolo sintió un fuerte tirón en cu pelo. Alguien lo estaba levantando del suelo a la fuerza. No era alguien, si no algo. Ares miraba con rabia al joven. Sus ojos ardían de furia. Con una mano levantaba al joven Apolo y lo sostenía en el aire mientras que con la otra, sostenía su lanza. -Ahora, has vivido más de lo que pensé.- repuso Ares, escupiéndole en la cara.- Veremos como te va… muerto.- Apolo sintió que algo lo atravesaba. Y así era. Ares le clavó su lanza por la mitad. Apolo intentó gritar de dolor, pero sus gritos se ahogaban. La sangre brotaba de su abdomen inferior. Sintió el cuerpo más liviano, como si algo se escapase de él. Poco a poco perdió la noción del lugar, del tiempo y espacio. Solo tenía dolor y luego…nada. Su visión se ennegreció. ------------------------------------------------------------------------------------------ Lejos de las tierras secas, en Esparta, comenzaban los preparativos de una gran batalla. En una habitación del palacio real, oscura y fría, frente a una mesa con un mapa dibujado, se hallaba el rey, Euristenes, que planeaba junto a su capitán Andros la estrategia final. -Contando con todos los refuerzos, disponemos de un total de cincuenta mil soldados. Todos deseosos de acabar con Atenas.- dijo el capitán.- Nos rejuntaremos en las cercanías de las murallas atenienses.- -Esas murallas son muy resistentes, incluso como las troyanas. Nuestras armas están inutilizadas frente a ellas.- replicó el rey. -Descuide mi Señor, tenemos la fuerza necesaria para derribar las puertas.- respondió Andros. -Eso espero, capitán, de todas formas consultaré con el Oráculo. Prefiero tener todos los puntos de vista posibles.- dijo Euristenes desconfiado. -¿Desconfía del señor Ares, mi Rey?- preguntó demasiado confiado en su dios y en sus hombres. Euristenes lo miró desafiante. -No, simplemente ya quiero acabar con esta guerra.- confesó.- Ve, el Oráculo me espera.- Andros se retiró de la habitación dejando a solas al rey. Este era un sabio y tranquilo hombre que buscaba la gloria espartana. No le importaban los medios, el fin los justificaba. Sin embargo, pensaba antes de actuar y no se lanzaba a guerras innecesarias. En cambio, su capitán Andros, era un hombre de acción que si lograba encontrar la forma de pelear se sentía satisfecho. En su historial había cientos de batallas ganadas y era un viejo amigo del rey. Por orgullo y alto ego, llevaba una escolta de dos personas, sus aprendices favoritos. El rey esperó al anochecer para visitar al Oráculo. Se dirigió al templo de los Dioses y avanzó a través de los sacerdotes. El Oráculo era la mujer más hermosa de Esparta y era elegida a través de un ritual hacia Afrodita. Cada vez que Esparta iba a la guerra, el rey visitaba al Oráculo para que le indique el destino que les esperaba en los campos de batalla. Este se hallaba en una habitación vacía y, de noche, la luz de la luna caía sobre él. Solo había restos de una antorcha que desprendía una columna de fuego. Cuando el rey estuvo frente a él, este dijo. -¿Qué le causa confusión al rey espartano?- -¿Cómo termina la batalla?- Los ojos del Oráculo se tornaron blancos por completos, miró al cielo y la antorcha se encendió. El fuego se volvió verde y la columna de humo rodeó al rey y al Oráculo. Finalmente el Oráculo dijo. -El exiliado encontrará venganza, Esparta quedará humillada, Atenas encontrará salvación, Y comenzará la rebelión.- El rey miró aterrado a la muchacha. -¡No! Eso nunca pasara.- y salió del templo a paso apresurado.
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