Relato de una noche. Una noche.

[Masterkick]

Ya el sol se esconde por detrás de las verdes colinas; otro día que se va, otra noche que comienza. Mis ojos aún no se han acostumbrado a la oscuridad y no lo harán hasta que no termine de apagarse el fuego, increíblemente vivo pese al viento. Así sentado, casi acostado, mis parpados empiezan a dejarse llevar por el cansancio mientras mi mente divaga por los mas extraños mundos e ideas.
Ya no había sentido alguno que encontrarle a estos pensamientos cuando la voz de un hombre irrumpió estruendosa, y fue suficiente para reconstruirlos, otorgándoles una lógica aparente.

-Buenas noches

-Buenas noches

-Tengo entendido que acá se puede descansar, no?

-Y en eso estoy.

-Bueno... dormiré acá junto al fuego si usted me lo permite.

-Por supuesto, buenas noches.

-Ojalá así fueran!

-¿Ojalá así fueran?

-No aguanto más esto, no aguanto más nada. Hasta el fuego se va a apagar en algún momento. Los árboles, la hierba; ¡todo muere!, pero no hay caso con nosotros.

-No encuentro el problema todavía.

-¿El problema? Para que vivió uno si nunca va a concluir, a cerrar, el acto más significante de su vida, que es vivir. Ya está. Ya está todo.

-No hable así. Siempre hay algo nuevo.

-Algo nuevo para usted. Algo nuevo para mi puede ser también. Pero ya he visto tantas cosas nuevas que el solo hecho de que algo sea nuevo lo vuelve a su vez viejo. Igualmente esto no pasa por las razones que tenga yo para seguir acá, no. Pasa por mi corazón, por mis manos, por mis huesos, ¡por mi vida!. No, señor, ya puedo irme.

-¿Adonde? Si dice que quiere irse es porque en verdad no entiende lo que es el final.

-Ay, esas son cosas que le quedan a uno. Le quedan porque nunca terminó en serio ni experimentó lo que es terminar. Si nunca hemos de morir, entonces ¿como sabemos si estamos viviendo, o lo que estamos viviendo? Entender que todo es finito nos vuelve por fin infinitos.

-Ya me está preocupando, señor. Deje los juegos de palabras para otro momento y duérmase de una buena vez.

-Dormir. Otra vez lo mismo. Dormir, todos los días. ¿Usted cree qué yo no lo he intentado?

-¿Intentar qué?

-Morir, amigo, morir. No hay manera. Siempre volvemos. Estamos encerrados en esta repetición impiadosa.

-Yo, me duermo, usted si quiere siga hablando, si le hace bien, ¿porque no?

-¡Porque no! ¿Hacerme bien para qué? Para nada, para nada. Como todo, para nada. Yo amé, soñé, crecí... No sirve, al final nada sirve sino para uno mismo y ¿quién es uno mismo si no sabe de su muerte? Un reflejo de otros reflejos. Ahora, yéndome de las ide...

-Zzzzzzz

-De las ideas, no es posible. ¿Es solo una imagen mental acaso? Mire que he tratado de todas las formas y el resultado es siempre el mismo. No soporto más. Un rayo tal vez. No, no. Entonces no me queda otra opción que seguir imaginando. Imaginar que muero, me voy, y lo que fui si alguna vez soy. Aprendí si, que el amor es todo. Amar es nuestra... vida. Es, fue y posiblemente será lo único que realmente nos aferra. ¿Nos aferra a que? A estar. A actuar. A ser. Y a amar. Entonces así se cierra el circulo perfecto en mi cabeza, porque ni estar, ni actuar, ni ser, ni amar, tienen sentido...

-agua... sed... dulce... ¡dulce de leche!

-Por dios. ¿Con quién hablo? Conmigo mismo parece. Y bueno, sigo. He llegado a la conclusión luego de muchas noches como esta, que mi única escapatoria es a través mío. Ya más allá de mi mismo no hay respuestas ni maneras. Tengo que olvidar, tengo que volver a ser como los otros, que no saben de este regalo infernal que poseen. ¿No saben?

El forastero desenvaina un cuchillo desafilado y no duda en atravesarme más de una vez. Ya no siento ni veo nada, sin embargo tengo las fuerzas suficientes para apretar su cuello (o lo que me parecía era su cuello) y así librarme momentáneamente de su furiosa embestida. Mi sangre corre, escapa de mi cuerpo a borbotones por el pasto hacia la tierra. ¿Así termino? ¿Muero a manos de un extraño loco en pos de una teoría? Que desastre. Así no tiene que ser. Ya el se escapa gritando, su silueta se difumina y se pierde en la oscuridad. Y yo todavía pienso. Me pierdo nuevamente en los túneles del sueño.

Ya despunta el alba cuando el cantar de un gorrión me da la bienvenida a un día nuevo. No. No puede ser. ¿Un día nuevo? Mis heridas deben haber cicatrizado... ¿Mis heridas? No hay rastros de que haya sucedido lo de anoche. O las pistas están en todos lados, dentro mío, y es solo cuestión de tiempo que llegue a comprender lo que aconteció, y lo que me dijo este hombre mientras yo intentaba en vano conciliar el sueño.

Masterkick

PD: No hace falta aclarar, que esta es una reflezzzión ética - cuento fantástico, en torno a la evidente no-muerte que nos presenta el mundo del Regnum.