12-14-2010, 02:31 AM | #21 |
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Capítulo 3
Los dioses deciden intervenir La joven era de tez blanca, su cabello y sus ojos eran de un intenso color ámbar. Hablaba despacio y tranquila. Le sostenía la cabeza a Apolo y lo miraba fijamente, anonadada. -¿Por qué dormías en el desierto?- preguntó retóricamente la joven. -Eh…Hmm… eh.- dijo Apolo aún con jaqueca. El calor que la arena emanaba lo mareaba y agobiaba. -Ven, te llevaré con un médico… o sacerdote, lo que encontremos primero.- dijo riendo la muchacha.- Por cierto, me llamo Kala.- Con la ayuda de la muchacha, Apolo se reincorporó. Se quitó toda la arena de encima y volvió a mirar a Kala. Esta vestía un vestido plisado de tela blanca y suave. -Bonito nombre.- susurró finalmente.- ¿Qué hacías en el desierto?- -Iba al río Nilo, a rezar.- contestó ella encogiéndose de hombros y quitándole importancia.- ¿Y tú?- -No me lo creerás.- respondió Apolo. Ella le tomó la mano y lo guió entre las dunas hasta que finalmente en el horizonte se distinguía el poblado de Asuán. Este pueblo fue construido alrededor de un santuario a la diosa madre, Isis, y era uno de los más grandes. Las casas eran construidas con piedras rojizas una al lado de la otra. Delante de las puertas había pequeñas estatuillas con formas de diferentes dioses. Las calles era de tierra, también rojiza, y circulaba la gente comprando telas o baratijas. Incluso algunos compraban esclavos. -Bienvenido al pueblo de Asuán, mi hogar.- dijo Kala suspirando. Apolo se había maravillado. El santuario era el edificio más alto y se distinguía a lo lejos. La entrada contaba una inmensa pared muy sólida con representaciones de la diosa, su esposo Osiris y su hijo Horus. La puerta era de una fina madera y estaba entreabierta. -Vamos con un sacerdote.- dijo Kala. -No, no es necesario ya.- respondió Apolo más calmado. -Entonces te llevaré a mi casa.- Entonces le tomó otra vez la mano y juntos caminaron entre la gente. Llegaron rápidamente a la pequeña casa de Kala. Un toldo de madera recubierto de una enredadera casi muerta, daba sombra a la puerta tallada y gastada. Una ventana con vidrios rotos se encontraba al lado de la puerta. Una delicada flor blanca crecía retorcida buscando la luz. La joven abrió la puerta y esta chilló. El interior de la casa era frío y un poco oscuro. Había mucho polvo en todos lados, sobre todo en la mesa. Las sillas estaban astilladas al igual que la mesa. Esa y la habitación minúscula de Kala eran la casa. -Muy pequeña.- dijo Apolo tímido, acostumbrado al espacio y la limpieza griega. -Prefiero decirle acogedora.- Kala lo miró.- Apolo, dime, ¿qué haces en Egipto? Nunca creí ver a un griego aquí.- Luego Kala evitó su mirada. El joven estaba absorto. No comprendía como ella sabía tanto de él. -¿Cómo… sabes tanto de mí?- le preguntó confundido. -Bueno… no importa eso.- respondió nerviosa ella mirando por la ventana. -¡Claro que sí!- dijo Apolo.- Apenas hablamos.- -Si te confieso algo acerca de mí, no me vas a creer.- dijo Kala, con tono apenado. -Dime.- pidió Apolo, molesto. -Sé sobre ti porque mi madre me lo dijo.- comentó Kala mientas sentía hervir sus mejillas. -¿Tu madre es un Oráculo?- preguntó aún más confundido Apolo. -¡No!- dijo Kala chillando.- Mi madre es Isis.- Apolo se quedó mirándola. Su madre es Isis…Dijo una voz en su cabeza. Luego la meneó para quitarse esos pensamientos. -¿Tus padres?- preguntó Kala luego de un rato. -No sé quienes son.- dijo Apolo.- Aunque no es importante ahora. Debo volver a la ciudad de Atenas en Grecia y no tengo idea de cómo.- se quejó. -Podrías ir al puerto de Berenice e ir hasta llegar a Grecia.- dijo Kala, como si la respuesta fuese muy sencilla. -Bueno, gracias.- dijo Apolo, sintiéndose un idiota.- ¿Y como llego hasta ahí?- -Solo conozco una forma y es atravesar todo el desierto.- dijo decepcionada. -¿Segura que no hay otra forma?- preguntó Apolo -No lo sé…quizás mi madre lo sepa.- dijo Kala, indiferente.- Aunque solo he hablado con ella pocas veces y en sueños.- confesó. Apolo tuvo un flash en su mente. Deseó intensamente saber sobre su pasado. Deseó saber la razón de aquellos sueños y por qué se había encontrado con Kala, la hermosa joven. -El santuario…- susurró él.- ¿Podemos visitarlo?- -Claro.- dijo Kala.- ¿Crees que obtendremos respuestas si vamos?- Él se limitó a asentir. Ambos salieron disparados de aquella casa y avanzaron como fieras enloquecidas entre la gente. Al llegar al templo, Kala se detuvo. -¿Qué sucede?- preguntó Apolo, exaltado y jadeando. Kala respiró profundo. -Nada, solo que me impresiona este lugar.- Entonces entraron. La sala estaba decorada con colosales estatuas de la diosa Isis. En el centro había una mesa de piedra gris iluminada por cuatro antorchas. El lugar estaba vacío. Kala miraba con gran respeto el coloso de Isis. -Aquí estoy, madre.- y dio varios pasos dentro. Las llamas de las antorchas saltaron de su lugar y las esferas de fuego danzaron sobre la mesa de piedra. Poco a poco el fuego fue creciendo y tomó forma humana. Cuando este se apagó una mujer, con una enorme corona egipcia en su cabeza, un vestido de seda un poco transparente con collares y brazaletes, apareció. Estaba de pie y cruzada de brazos como si hubiese estado esperando a alguien mucho tiempo. Brillaba por su cuenta e iluminaba el resto de la enorme sala. Su rostro parecía tallado muy delicadamente. Sus ojos eran profundos y negros. -Madre Isis.- dijo Kala arrodillándose ante ella. Apolo, en cambio, se quedó de pie y miro fijamente a la mujer. -Joven Apolo.- dijo la diosa con tono de superioridad.- Bienvenido a mi santuario.- agregó amable. -Señora.- dijo Apolo haciendo una reverencia. Kala se puso de pie y se acercó a su divina madre. -Mi Señora, vinimos en busca de su sabiduría.- -Lo sé, hija mía- respondió la diosa.- Les daré la oportunidad de preguntarme algo. Pero solo una pregunta.- Kala miró a Apolo y luego se dirigió hacia Isis. -¿Podrás llevarnos a Berenice mediante tus poderes?- preguntó firme. La diosa iba a responder, pero luego dudo. Los dioses egipcios habían jurado entre ellos que no intervendrían en los asuntos mortales. Pero Isis era la diosa madre, la protectora de los necesitados. Aquél pedido era demasiado como para no ayudar. -Sí, lo haré.- dijo finalmente.- ¿Y tú, joven Apolo, qué quieres preguntar?- Apolo se acercó a la diosa. Sintió un aura de maternidad en ella, una fragancia a seguridad y felicidad. Cómo si estuviese en brazos de una madre. Recorrió nuevamente con sus ojos el lugar. Ojos con azulejos azules, dibujos de mujeres ave u hombres con cabeza de halcón. Todo le parecía muy extraño. -¿Podré encontrar a mis padres?- preguntó inseguro. -Tu búsqueda yace en su final.- dijo. Luego suspiró. La diosa extendió sus brazos y enormes alas aparecieron. Se transformó en fuego y desapareció. Junto a ella, desapareció la sensación de seguridad. Todo comenzó a brillar intensamente. Kala abrazó a Apolo aterrada y este escondió su mirada en los cabellos de la joven. El fuego ahora se arremolinaba en las antorchas, la temperatura se elevaba con ferocidad. El suelo se desprendía a sus pies, enormes ráfagas de vientos sacudían las paredes con facilidad. De un instante a otro, los jóvenes desconocían su paradero.
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La Historia de Icewizard.-Pequeño Cuento de Amor.-Nuevo Mundo.-La Travesía de Apolo.- Perdido como un ruido al alba
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12-14-2010, 02:32 AM | #22 |
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Capítulo 4
Problemas en el desierto El sol brillaba intensamente e irradiaba sofocantes olas de calor. Apolo y Kala se encontraban exhaustos y moribundos. La diosa Isis les había enviado al desierto y no al puerto de Berenice, como lo había prometido. -¿Crees que falte mucho para llegar al puerto?- preguntó sin fuerzas Apolo. Kala no respondió, poco a poco iba perdiendo la conciencia. Siguieron avanzando entre la arena. El calor los asfixiaba, no podían respirar. Sentían sus cuerpos derretirse y al mismo tiempo pesados como enormes piedras. Después de todo cayeron derrotados. La noche estaba iluminada por las inmensas columnas de fuego. La ciudad ardía y los chillidos se oían a kilómetros. Apolo vigilaba desde lejos y reconoció la ciudad. Atenas había sucumbido, las tropas espartanas ingresaban a través de la muralla caída y montañas de cadáveres. Asesinaban sin piedad a todo ser viviente que se cruzaba en su camino. Con gigantes lanza piedras derribaban edificios en segundos. La ciudad, incluso el cielo, parecía teñirse de rojo a cada minuto. Apolo contemplaba aterrado. Él iba a ser parte de aquella masacre y del lado ganador. Deseaba huir, correr lejos y olvidar aquella imagen en llamas. Pero no pudo siquiera pensar en moverse, cuando la diosa Atenas se le apareció. Vestía una armadura dorada y se armaba de una lanza junto a un escalofriante escudo. Este llevaba tallado la cabeza de la Medusa, la mujer serpiente. -¿Ves lo que sucederá si no se actúa sabiamente?- preguntó la diosa. Apolo la miró a sus ojos de tormenta. No sabía que hacer ni responder. -No importa ya, después de todo sabía que mi ciudad sucumbiría.- agregó Atenea, apenada. -¿Qué podemos hacer para evitarlo?- preguntó Apolo, en un intento de consolar aquella dama. -Me temo que nada puedo hacer yo, no esta permitido. Pero tú puedes cambiar esto.- respondió la diosa. -¿Cómo? ¡No quiero que esto ocurra!- gritó el joven. Atenea abrió la palma de su mano y en ella un pergamino apareció. Se lo entregó a Apolo y este lo revisó pero simplemente estaba en blanco. -No hay nada escrito.- se quejó. -Es el pergamino de la necesidad.- dijo la diosa.- A veces olvido que no todos son sabios y estudiosos.- admitió. Apolo se sintió un idiota, nuevamente. La miró a los ojos. -¿Para qué se supone que me sirve? ¿Qué puedo hacer con él?- preguntó confuso. -Lo sabrás. Solo diré que su destino es llegar a las manos del faraón.- respondió Atenea. -¿Debo escribirle una carta?- preguntó de nuevo. La diosa se impacientó y clavó la lanza en el suelo. -¡El pergamino de la necesidad mostrará lo que el portador necesite!- luego Atenea empezó a levitar y sus ojos se tornaron completamente grises. Una tormenta se empezaba a desatar en la ciudad. La furia de la diosa incrementaba y Apolo supo que solo le quedaban pocos segundos para hablar con ella. -¿¡Por qué no me muestra lo que necesito!?- se quejó Apolo a los gritos ya que los furiosos rayos opacaban su voz. La diosa lo miró con ira. Bajó al suelo y tomó su lanza. Suspiró varias veces hasta que la tormenta y su furia se calmaron. -No puedo explicarte todo, pequeño, debes averiguarlo solo.- Entonces Atenea desapareció en un destello dorado al igual que el resto del lugar. Apolo despertó junto a Kala pero ella aún dormía respirando pausadamente. Meneó su cabeza para alejar los pensamientos negativos y notó que llevaba el pergamino que la diosa le dio. Aquello no fue un mero sueño. Miró detenidamente el papel en blanco. Lo enrolló y desenrolló pero no pudo ver nada entonces se rindió al tiempo que contemplaba el alba. La brisa, suave y calmada, acariciaba el rostro de Apolo. Aún así, el joven, sentía enormes deseos de volver a casa. Añoraba el clima templado de Grecia, la lluvia caer en su rostro, los vientos húmedos, su hogar… Ahí fue hasta donde llegó su añoranza por dos motivos, a) no sabía cual era su hogar, si Atenas o Esparta y b) una enorme nube de arena se alzaba furiosa. Miró a Kala y con pena la despertó. La joven no entendía nada, estaba confundida pero su rostro mostraba la expresión de miedo. -Tormenta de arena. Mi madre me advirtió en un sueño… Set no nos quiere aquí.- comentó y luego sostuvo su cabeza con las manos. -¿Set? ¿Otro dios?- preguntó Apolo, pero al ver a Kala de esa forma se aterró más de lo que pudiese aterrarlo la furia de un dios egipcio.- ¿Qué te pasa?- -Me duele la cabeza…- dijo Kala con gran esfuerzo.- Vamos, la tormenta nos va a alcanzar.- y tomó a Apolo de las manos. Corrieron desesperados entre las dunas. Los vientos iban de un lado al otro e incluso algunos iban en contra, llevándoles arena a los ojos y haciendo fuerza contra ellos. Los pies de ambos se hundían en la suave y tibia arena. Finalmente Kala se rindió y miró a Apolo. Se le acercó y lo besó apasionadamente. -¡¿Qué caraj…?!- dijo Apolo totalmente perdido pero Kala lo fulminó con la mirada. -No sé como terminará la tormenta de Set, pero no será bueno. Yo no quería…- Kala no pudo terminar su frase de confesión porque la tormenta ya les había alcanzado. Continuara
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Last edited by Icewizard; 12-14-2010 at 07:20 PM. |
12-14-2010, 02:33 AM | #23 |
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Me enculé y postie 2 seguidos
P.D: El 4º puede llegar a sufrir cambios
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12-14-2010, 03:46 AM | #24 |
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Join Date: Jan 2010
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No pares nico, tenes talento y disfrutalo.
Gran cuento
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x Xilus x - Cazador abandonado Iriarte - Bárbaro que ronda por ahí |
12-14-2010, 04:08 AM | #25 |
Pledge
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Genial
tenes talento para esto, segui asi, groso!! |
12-14-2010, 04:23 AM | #26 |
Baron
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No te leo un carajo ¬¬
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12-14-2010, 07:14 PM | #27 |
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muy buenos los dos, pero en vez de postearnos 2 en un dia postea uno hoy o otro mañana
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Ricardo las kasasCaballero lvl 50 Alsius 666/Frozen Death Clan bruto para gente del ro http://elbruto.es/team/614397 Mi bruto: http://puxilk.elbruto.es/ |
12-14-2010, 07:19 PM | #28 | |
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Cuando posteaba cada 1 semana, el post se iba muy atras. Ahora voy a tratar de postear más seguido Edit: Además, extraño cuando veía 'escribí lpm!'
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12-15-2010, 02:36 PM | #29 |
Count
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Weeeeeeeeeeee, vas re bien y le metes el amor siempre -.-"
¡¿Por qué no puede ser simplemente una hermosa historia de guerra y sufrimiento?! ;_; Jejeje definitivamente eres bueno en esto.
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Lysander Alcander · Tira / Devil Lysander · Brujo / Alnitak Orion · Conju
Regnum Satánico Pt. I / Regnum Satánico Pt. II |
12-15-2010, 03:17 PM | #30 | |
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No sé... sabías que el amor puede dar mucho sufrimiento? (Por eso Afrodita no era muy querida, en parte.. jeje)
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