Magia, hechizos y guerra

[Nevinirral]

Tarde-noche de Alsius. Aldea Rottervall.

Aaga, la entrenadora de magos, estaba volviendo a su casa de un largo día. “Estos principiantes son cada vez mas y mas irrespetuosos, si no fuera porque la mayoría de ellos tienen un potencial considerable, los hubiera chamuscado desde hace ya un tiempo” pensaba la maga mientras metía la llave en la cerradura y la hacía girar. No pudo evitar pensar en Jace Beleren, uno de sus antiguos estudiantes, y todo lo que le había pasado. Algo en la historia que decían los panfletos y volantes que los guardias del reino pegaban en las puertas de las casas no concordaba. Ella conocía a Jace, le enseño mucho de lo que sabía, vio como todo lo que el niño tenía, (familia, casa, amigos) se consumían bajo un mar de llamas. Y sabia lo que había sentido ese día, sintió una perturbación en la magia, por eso acudió tan rápido al lugar, pero asumió que fue la chispa de magia que despertó en el muchacho. Pero algo no concordaba.

Cuando entro, los copos de nieve entraron con ella, y el fuego que aun prendía en la chimenea bailo unos instantes. Llamo a su encargada por su nombre “Ferryll”, pero no respondía. Era extraño, ya que ella siempre la esperaba antes de que vuelva de su trabajo. No le dio importancia, “Hoy me quede horas extra trabajando, a ese muchacho no le salía el hechizo de ignición”, pensó la maga, así que se saco su abrigo y su gorro en forma de punta y lo puso en el ropero. El frio aun reinaba en su casa así que decidió hacerse un té, no le quedaban muchas fuerzas después del día que tuvo como para hacer un hechizo de temperatura como para calentar un poco el ambiente. Fue hacia la cocina y puso agua en las llamas, decidió hacerte un té. Pero recordó que tenía que buscar los saquitos, así que se dirigió hacia la alacena, al otro lado de la habitación.

Abrio las puertas de par en par, pero lo que vio no fueron las cajas de madera en donde ella guardaba los tés, si no algo que casi la hace vomitar. El cuerpo de Ferryll, clavado a la pared por una espada, yacía colgando de la pared de la alacena. Las cajas de te yacían desparramadas, seguramente en los últimos movimientos de la sirvienta. Despues de escupir al suelo para sacarse lo que el estomago se negó a digerir, Aaga elevo la vista una vez más, los ojos de su sirvienta, ahora parecían vacios, de las comisuras de los labios caía dos hilos de color carmesí. Su garganta estaba cortada, cosa que hico que el cuello blanco de su uniforme se tiñera de rojo. Miro la espada, no parecía de un diseño que ella había visto antes, era negra como las minas de los enanos, pero el metal no era ninguno que conociera, no era magnanita, no era ximeriald… pero era ximeriald… un ximeriald negro. Aaga de repente, escucho el ruido de las maderas del suelo al ser pisadas. Se dio vuelta inmediatamente.

-¿Gerk? –Dijo antes que la vista se le nublase, se oscureciese y finalmente, se apagase.


Aaga se despertó luego de un largo rato, en el cual tuvo un sueño bastante perturbador sobre Jace, no le encontraba el sentido. Era Jace, tendido bajo un gran árbol sin poder moverse. Trataba y trataba de moverse, pero sin sentido. Luego ve a una criatura enorme, del tamaño de dos Uthgars y medio, con cuernos del tamaño de un Molok y una armadura y espada negra idéntica en material de la que vio en su casa. La criatura esta por dar el golpe de gracia a su anterior estudiante… no había salvación… hasta que llega un león alado, haciéndole frente a la criatura. Es entonces cuando se despierta en la habitación oscura en la que esta, desconoce el lugar, nunca había estado antes allí. Trato de moverse pero se dio cuenta que esta sujetada a la silla, y además, esta desnuda.

Trata de moverse pero, ve unos brillos delante de ella. Eran dos ojos que ardían con un color rojo, se pronuncian unas palabras y una luz la deja casi ciega unos momentos. Era un hechizo de luminosidad, luego de unos momentos puede ver a su raptor. Una criatura bastante humana, salvo que en vez de tener nariz, ojos y dientes humanos tenía una cara más bífida. Tenía protuberancias en la parte de la cabeza, a forma de cuernos negros que brillaban con el reflejo del hechizo.

-Dime donde esta Beleren.

-Donde… ¿Dónde estoy? –Dijo la maga con muchísima dificultad.

La criatura se acerco y agarro la cara de Aaga, con una brutalidad poco sutil. Pudo sentir unas uñas en una mano escamosa. La criatura hiso que la mirara, saco un estilete de su cintura. Le acerco la hoja a la cara. Acaricio su cara con ella, y corrió unos pelos que le cruzaban la testa, Aaga temblaba, tenía miedo. El estilete se acerco a la oreja, apoyo su filo contra el cartílago.

-¡Espera! No tiene por qué ser así, vamos Aaga, sabes a quien nos referimos, Jace Beleren, en vende patria, el traidor al reino. No lo defiendas.


-Ge- ¿Gerk?... ¿Cómo es que…?


-Vamos Aaga, solo dinos donde esta, probablemente sabes.


-Eres… eres un cobarde Gerk… así que las sospechas eran ciertas… los Krogan… -Cuando escucho esta palabra, la criatura deslizó rápidamente su estilete por la mejilla de la maga. Ella grito, la criatura, con placer, relamió el ensangrentado estilete con su lengua bífida.

-Solo dinos donde esta, esto puede acabar rápido para ti. –Dijo Gerk con una tranquilidad atroz. –Vamos, dinos donde esta –Dijo alzando la cabeza de la mutilada maga con la yema de los dedos, levantándola desde la barbilla. El corte que cruzaba en el medio de la mejilla izquierda de Aaga era profundo. Ella tiritaba, sollozaba. –Dinos Aaga.

-Vete al cuerno Gerk –Dijo escupiendo sangre saliva y mocos en la impoluta túnica del mago.

Gerk miro a la criatura, hiso un ademan de afirmación. La criatura sonrió, mostro esos dientes en forma de punta. Se acerco con el estilete. Ella espero que algún caballero andante entrara a la habitación, que dejase fuera de combate a esos dos y la rescatara en sus brazos. Espero en vano, en el fondo, ella sabía que no pasaría. No les dijo nada salvo gritos de dolor y agonía, no les dijo nada aun cuando el estilete perforaba su cuerpo, cortaba orejas y narices. No les dijo nada del pasado de los padres de Beleren. Se los debía.

“Estés donde estés Jace, cuídate” pensó ella mientras la vida se le escapaba de su cuerpo moribundo.

[Nevinirral]

-¡Enemigos! –Repitió el elfo – ¡Son enanos!

Sofi se despertó de repente. Todo el ruido y la conmoción fue suficiente para sacarla del estado somnoliento en el que estaba. Los elfos que nos acompañaban se bajaron de sus monturas y se colocaron rodeando al grupo de enanos. Salieron todos al mismo tiempo de la espesura. Los enanos tardaron en responder, pero tenían sus armas desenvainadas. Aunque no eran muchos, no más que diez, no iban a ceder ni un centímetro. Aunque nosotros los superábamos. La única razón de por qué los elfos no los acribillaron ni bien los vieron fue por que el grupo de Alsius estaba tremendamente magullado. Varios enanos tenían un brazo en cabestrillo, otros tenían vendas en la cabeza y sus barbas estaban teñidas de manchas color ya marrón, de sangre coagulada. Un enano que por lo visto estaba en una camilla, se levanto con dificultad y puso mano a su martillo. Sus revueltos cabellos blancos dejaban ver dos profundos ojos grises, con una barba de maltratadas trenzas y una voz gruesa y profunda. Apenas se podía sostener, pero daba golpes al aire con su martillo para tratar de alejar a los elfos, aunque estos últimos no se habían movido de su lugar.

-¡Vengan a probar el acero enano!¡Reto a uno de ustedes que se acerque! –Conocía esa voz, aunque estaba ronca y tosía cada dos palabras, me resultaba bastante familiar -¡Venga!¡Acerquen su cara a… ¡cof… cof! –El enano que tenia atrás tubo que sostenerlo para que no se dé la cara al piso.

-¿Gambli? ¡Por ORG estas bien! Es bueno ver una cara conocida aquí… -Tuve que retroceder por que el hacha de uno de los enanos me paso peligrosamente cerca de la mejilla izquierda, me agarre la mejilla diciendo unas maldiciones en el idioma enano, aprendías de Gambli por supuesto.

-¡Espera Bib! ¡Espera! Este Syrtence conoce nuestro idioma y… por las barbas de Thundermace… ¿Jace?

-O lo que queda de el –respondí.

-¡Muchacho! –Gambli se precipito a abrazarme pero se cayó a mitad del camino, evidentemente sus piernas no resistían muy bien, el enano que tenia al lado para sostenerlo era joven, y lo conocía, pese al mal estado de su cara. Era Miolnir. – ¡Acercándote hacia nosotros hablando élfico de esa manera casi haces que te maten!

-¿De qué hablas?

-Beleren, por si no lo habías notado, todo el viaje, todo el relato fue en nuestro idioma, el élfico. Tienes facilidad para los idiomas. –Climene se acerco envainando su espada. Los enanos no bajaron la guardia, es más, se sintieron más amenazados.

-Tranquilos, ellos solo quieren ayudar. Si los quisiesen muertos ya lo hubieran echo. Es más, tenemos algún conjurador aquí. Armemos campamento y dejen que sus heridas curen. Podremos ponernos al tanto de lo que está pasando.

-Bien… pero no me separaré de Gladys –Así llamaba el enano a su martillo.


Prendimos unas fogatas, el sol ya se estaba poniendo. Acomodaron los vendajes de los enanos aunque estos aun se sentían bajo amenaza. Gambli estaba sentado en un tronco frente al fuego, a su lado, estaba Gladys.

-¡Muchacho! No hemos tenido tiempo de ponernos al día, ven siéntate. Primero dime como es que terminaste con los elfos, en el reino se había dicho que te encontraron y dieron muerte. Tenían tu cabeza en una pica, pero cualquiera que te haya conocido sabia que esa no era tu cabeza.

Le conté todo lo que me paso, lo que me dijo Climene y de porque y a donde estábamos yendo.

-Nos vendría bien tu ayuda Gambli. Especialmente de Gladys.

-Muchacho, por ti pondría en juego hasta mi barba. –se acarició las trenzas, ahora bien peinadas – Pero además de eso, tengo una deuda que saldar. Cuéntame adentro. Y mis muchachos serán igual de leales. ¿Verdad chicos? –Grito al grupo de enanos (que eran 9, contando a Gambli) que yacían atas de el, recostados mirando al fuego.

Los “muchachos” no respondieron salvo por uno que dio un terrible ronquido.

-Perezosos buenos para nada… -murmuro por lo bajo el enano.

-Podemos ocuparnos de eso después, dime como están las cosas en Alsius.

-O no están bien Jace, para nada bien. Alsius es un caos, se a impuesto la ley marcial por todo el reino. A Yits la tienen muy vigilada, no pueden hacer nada con ella porque todo el reino la tiene como “la conjuradora que detuvo al psicópata vende-patria”, es decir, tu. Ludus, o pobre de él, se está escondiendo en las aldeas cerca de los puertos del norte. Pero no hemos tenido noticia de él. Algunos dicen que se subió a un barco a la capital, para tratar de encontrar a Torg, pero son solo rumores. Temo lo peor. Con Caín prácticamente desaparecido después de su misión suicida en las fronteras de Ignis, la Jihad está perdiendo fuerza. Facu escapo hacia la zona de guerra, pero no sé que es de él. A Don Quijote no le están haciendo nada porque fue el único que no se vio expuesto en todo el asunto. Los demás, están siendo cazados por el imperio, a orden de Gerk el sabio. Mi compañía y yo nos exiliaron, para luego tratar de eliminarnos con un fuego cruzado en el bosque de Pinos. Perdí a grandes hombres allí Jace, pero seguimos adelante. Hasta que tu nos encontraste.

-No sabes cómo es estar en mi situación Gambli –Mis puños se cerraron –No sabes cómo es sentir la impotencia de ver a tus seres queridos ser mutilados y uno sin poder hacer nada viendo del otro lado del espejo.

-Te equivocas muchacho… se demasiado bien como se siente –Tenia en cuenta de que el pasado de mi amigo era incierto, pero este era el primer dato que me daba en varios años de camaradería juntos. Espere paciente en silencio para que me diga mas de ello –Pero es suficiente por hoy, tengo un cansancio que me parte, me iré a dormir, si no te importa. –Dijo con una sonrisa típica de los enanos.

Comprendí que no podría sacarle más información al enano esa noche, lo salude y me fui a mi fogata en la cual Sofi yacía dormida dando leves ronquidos.

[Nevinirral]

Las pesadillas persistían. Una vez, en un libro leí que las mentes eran maquinas del tiempo. Los sueños que nos llevan hacia el futuro y los recuerdos que nos llevan hacia el pasado. Pero si lo que estaba soñando era el futuro, me tenía muy perturbado. Pero en ese mismo libro decía también que el destino no está escrito, ya que uno es artífice de su propia vida y la de otros. En cualquier caso, mis sueños no eran un gran presagio. Razon suficiente para no quedarme con los brazos cursados.

Esa mañana surgió neblinosa, cosa positiva ya que sería mucho más difícil avistarnos, aunque uno de los exploradores dijo que era porque nos estábamos acercando a la zona pantanosa de Ignis. Y no se equivocó, más adelante se avistaron las ciénagas y se pudo oler el aire húmedo. La marcha estaba mucho más alegre que antes, probablemente porque había enanos en nuestra caravana ahora. Las marchas elficas son mas calladas, serias y meditativas, pero no la de los enanos, ellos acostumbran en comer, beber y cantar mientras marchan, todo esto a toda voz. Aunque los elfos más adultos se abstenían a unirse a los enanos en su pequeña fiesta, los más jóvenes no se podían resistir y se unían a sus cantos y juegos. Los enanos, además de cantar y gritar también eructaban y se tiraban pedos bastante sonoros, que a menudo daba lugar a competencias por quien lo hacía más fuerte y largo. Aunque yo marchaba unos metros atrás de ellos, se podía escuchar la risa gruesa de Gambli y Miolnir. Aunque Climene y Lobo miraban con indiferencia, yo no podía soltar una risa de vez en cuando y Sofi aun menos.

Cuando cruzamos el puente negro con la mayor de las precauciones, los enanos cesaron de hacer bulla y callaron, eran buenos anfitriones como buenos emboscadores. Aunque los elfos decían que la respiración de los enanos era ruidosa (debido a sus grandes narices) y su paso pesado y sonoro, eran buenos para sentarse y esperar a su presa. Aunque se reinaba el silencio, me acerca a Lobo para aclarar un par de dudas antes de adentrarnos más a lo que parecía una muerte segura.

-Se que vienes con preguntas, y no sé por qué intuyes que tengo las respuestas. Pero en este caso, estas en lo correcto, se quien eran tus padres y cuál era su verdadero pasado.

-Valla… ¿es tan obvio?

-Después de haber vivido trescientos años como yo, uno aprende un par de cosas. Como saber las intenciones de las personas. Dane y Ana Beleren, dos de los mejores miembros de los Rana Othar. Tienes el semblante de él ¿sabes? Y los ojos y la determinación de tu madre. Tu padre, era uno de los mejores caballeros, su corazón y valentía eran mejores defensas que su escudo. Tu madre, por el contrario, era una de las mejores y más brillantes mentes de todo Alsius. Sus palabras movían cielo y tierra, y tenía un vasto conocimiento de lo arcano. Los dos servían a al credo con honor y siempre se ofrecían a las misiones más peligrosas… y salían vivos para contarlas. Se conocieron en el servicio ¿sabes? Entre ellos había una atracción muy fuerte. Vivieron horrorosas situaciones juntos, cosas que torcerían la mente a cualquiera, pero ellos se mantenían juntos y superaban todo lo que se les pusiese en el camino. Hasta estuvieron cerca de averiguar el misterio tras todo esto…

-Pero… ¿Qué paso? ¿Qué pudo haberlos detenido?

-Tú pasaste. Tu madre quedo embarazada, y para el oficio que ella llevaba, no era para nada practico. Y después de haber visto lo que vieron, de haber vivido lo que vivieron, decidieron que un ambiente así no era lugar para criar a un niño. Colgaron sus armas. Se fueron a las zonas más internas de Alsius. Todo el credo se opuso, pero no les obligamos a quedarse. Incluso les ayudamos. Teníamos un contacto, una maga llamada Aaga. Ella estaba al tanto de nuestra agrupación y de las hazañas de tus padres. No le costó nada mover un par de hilos para que todo el pueblo de Rottersvall creyera que tenían una pareja de herreros. No era el mejor trabajo del mundo, pero al menos tú estabas a salvo. Su plan funciono a la perfección, a decir verdad, tu habías nacido y disfrutabas de una saludable niñez, a tus padres les iba bastante bien con el negocio y cuando se lo podían permitir, contrabandeaban armaduras y armas para los Rana Othar. Hasta que tu madre murió…. Beleren… Jace, quiero que sepas algo, lo que pasó, no fue culpa tuya. Un niño de seis años no tiene el conocimiento para invocar un tornado de fuego de nivel ocho. Es prácticamente imposible que tú hallas hecho lo que hiciste.

-Fui yo –las palabras cada vez me costaban mas pronunciarlas, cada vez que tenía que hablar de esto (que no eran muchas ocasiones, por suerte) me invadía un sentimiento de culpa impresionante –yo fui quien invoco el hechizo, estaba consiente mientras lo hacía ¡Mierda, incluso lo disfruté! ¿y sabes que es lo peor? Eso fue lo que despertó en mi la chispa de magia, si, la muerte de mi madre, el sufrimiento de esos niños, soy un monstruo desde el comienzo…

-Jace, todo esto es un gran misterio, lo se, no espero que lo entiendas, no ahora al menos, pero creo que alguien fue el que te dijo que hagas todo esto. El que te manipulo que para que lo hagas. Estas criaturas a los cuales los Rana Othar nos enfrentamos… estos Krogan, han estado aprendiendo, ahora no se basan en fuerza bruta como lo hacían antes, es posible que hayan aprendido métodos más sutiles. Ellos sabían que tus padres tenían el poder para detenerlos y por ello trataron de usar a alguien cercano a ellos para destruirlos. Probablemente pretendían que te encerraran y te mataran, así se libraban de toda tu familia y del secreto que tenían, pero fallaron. El odio no despertó tu chispa Jace, el amor a tu madre y la necesidad de salvarla lo fue. Sea lo que fuese que paso, tu sobreviviste, lo que sea que tus padres (o más precisamente, tu madre) halla averiguado, sigue vivo en ti. La muerte de tus padres será en vano si no tomas cartas en el asunto, sé que esto no era lo que ellos querían para ti, pero a veces las cosas no suceden como las planeamos. Lo único que podemos decidir es que hacer después, con el tiempo que se nos da.

Queria agradecerle al semielfo, ya que me había revelado todo un pasado, me había quitado un peso de en sima. Pero no había tiempo, los húmedos y lodosos caminos del pantano se acababan para dar lugar a la arena naranja del desierto de Ignis…

[Nevinirral]

Cruzamos la línea que delimitaba el desierto con las tierras fértiles, ansiosos de salir de esa niebla que acortaba la visión. Pero lo que nos encontramos fue otro paisaje menos alentador, el desierto, estaba en medio de una vorágine de arena y viento, reduciendo considerablemente la visibilidad. Pero poco me importaba, con el peso que me había sacado de en sima, ahora tenía un verdadero motivo por el cual luchar. Era mi responsabilidad seguir el legado de mis padres. Voy a encontrar al que me hiso esto, y lo voy a hacer pagar.

-Manténganse juntos, nos adentraremos en la tormenta de arena. –Gritó Lobo, ya que difícilmente podíamos escuchar por el viento. Todos asintieron, me subí mi capucha para protegerme de la arena. Íbamos en fila, Sofi adelante mío y yo en la retaguardia de toda la formación. –Seguiremos hacia las formaciones rocosas que están al norte, allí nos encontraremos con Dama Blanca. En marcha.

Con dificultad avanzamos al desierto. Tenía que cubrirme con la mano a pesar de que mi capucha me protegía. No perdía de vista a la niña, que venía adelante mío, pero que estaba sujetada al cinturón de Gambli para que no se perdiese. Vi los esqueletos de un animal que desconocía y nuevamente el pensamiento de por qué no debería perderme en ese desierto me vino a la cabeza.

Alsé la mirada para controlar que Sofi este adelante mío pero no vi nada. Grite su nombre, solo hubo una supuesta respuesta que parecía ahogada. Mire a mi alrededor y no veía nada más que arena. El ruido se iba ahogando cada vez mas, corrí a la dirección que me pareció más indicada, esperando encontrarla. Pero justamente en aquella dirección me dirigía a un barranco, cuando me di cuenta era demasiado tarde, estaba rodando cuesta abajo, siento un golpe duro y se me nubla la visión.


Me desperté por la brisa cálida del desierto. Me levante con esfuerzo, escupiendo arena, el sol estaba directamente arriba mío y la brisa despertadora acababa de cesar. Me dolía la cabeza y tenía mucha sed. Tenía que volver con el grupo, pero no tenía la menor idea de donde estaba. Peor aún, estaba en Ignis, tierra de los habitantes del desierto que no pensarían dos veces en disparar a un imperial. Por suerte caí con mi báculo al lado mío, me iba a servir como soporte para caminar bajo el despiadado sol. Aunque tenía pocas energías y me estaba empezando a deshidratar, aun tenía un poco de fuerza para invocar un par de hechizos, si la situación lo ameritase. Camine bajo el sol unas dos horas creo, con cada paso me costaba más levantar los pies. Tenía que descansar. Encontré unas rocas que se alzaban bajo un horizonte desfigurado por las ondas de calor que rebotaban en la arena ardiente. La sombra que daban era poquísima pero me serviría por lo menos para retomar el aliento.

Apoye mi espalda contra la roca y me acorde de la botella de licor que Gambli me había obsequiado. No era lo mejor, pero al menos daría un poco de hidratación a la garganta. Tanteé debajo de mi túnica y saque la petaca. Bebí con desesperación, el licor estaba caliente y su fuerte sabor no lo hacía más fácil de tomar, pero moría de sed. Lo termine y di un suspiro para alivianar el fuego que corría por la garganta.

Me seque las gotas de sudor con la manga de mi túnica y me percate que unos ojos me observaban desde una de las grietas de la roca, invoque un hechizo pero mi atacante fue más rápido, salió de la grieta a la velocidad del rayo y cayó frente a mí, me profirió un buen puñetazo en la quijada que me tiro al suelo y me hiso ver estrellas, mi hechizo salió en cualquier dirección, pero vi el arco chamuscado cayendo a varios metros de distancia, al parecer, había dado con algo.

Caí de bruces al suelo, en ese momento sentí los pasos de alguien que se ponía atrás mío. “Si tienes que sobrevivir, cualquier técnica sirve” siempre decía Lady Laia. Agarre un puñado de arena y me di vuelta rápidamente, liberando lo que tenía en la mano hacia la cara de mi contrincante.

El truco funciono, se agarro la cara tratando de sacarse la mugre de los ojos, no tuve tiempo para ver quién o qué me atacaba, vi mi báculo a unos pocos metros y me lancé hacia él, no tuve tiempo para ponerme de pie, simplemente me arrastraba como podía. Unos metros más y… algo tiraba de mi pierna fuertemente, era mi atacante, pude ver que tenía un pañuelo en el cuello que le cubría la boca y la nariz, y llevaba un yelmo con una especies de alas en los costados. Le propine una fuerte patada con mi pierna libre en el medio de la cara, me dio culpa sentirme orgulloso de tal azaña. Liberado, avancé esos poquísimos centímetros que me quedaban y agarre mi báculo, me di vuelta pero el extraño había sido más rápido, se abalanzó contra mí con una agilidad increíble. Trate de cubrirme con mi bastón, poniéndolo en forma horizontal, pero esto solo sirvió para que utilizara mi misma protección como arma, dándome un certero golpe en la nariz con la parte larga del báculo.

Me quito mi arma de las manos y la tiro lejos, me empezó a propinar puñetazo tras puñetazo a la cara, ya para el cuarto pude reaccionar y le contuve el quinto agarrándole el puño, con mi mano libre hice otra de las técnicas sucias que me había enseñado la cazadora de mi clan, y le desacomode el yelmo y el pañuelo, y con mi pierna me la saque de en sima con una patada en el estomago.

Me levante, me di cuenta que no había tiempo para buscar el báculo, me abalancé contra él. Cuando estaba en sima preparado para dar un puñetazo directo a la cara de mi contrincante me di cuenta que no era el si no ella, era una mujer, tenía el pelo color violeta todo recogido con un moño arriba salvo por un mechón que le recorría su hermosa cara. Esa distracción fue suficiente como para que me dé un golpe en la cara, aunque fue suficiente para sacarme de ese estado de estúpido enamorado. Era una belleza, una peligrosa belleza.

Me dio un segundo golpe, otras ves para sacarme de ese estado, pero la sujete por las muñecas, la tenia inmovilizada. Me equivoqué. Deslizó sus hermosas piernas y me agarro por el cuello con ellas, pero yo no cedí en mi agarre. En ese momento agradecí que estuviéramos solos, ya que si alguien hubiese visto la incómoda posición en la que los dos estábamos le hubiera parecido por demás ridícula.

-Tre...tregua… ¡Aggh! Maldición… tregua –Dije cuando me di cuenta que la situación no iba para ningún lado.

-Tamam…ateşkes…birakmak… tregua…-Dijo en idioma Ignita que llegue a reconocer.

Los dos nos soltamos al mismo tiempo, no nos apartamos la vista. Ella tenía un par de moretones, y a mí me dolía toda la cara y sentía que tenía un labio reventado. Lo peor de todo es que no tenía ni idea de cómo hablar en Ignita. Y al parecer, ella tampoco hablaba mi idioma.

-¿Kimsiniz? ¿Eğer bir imparatorluk mu? ¿Imperrial? –Ella hablaba con un seseo, bastante típico del acento Ignita.

-Si… imparatorluk. Me llamo Jace Beleren.

-¿Beleren? –La Ignita (que por cierto era una humana) parecía bastante sorprendía cuando escuchó mi apellido. En ese momento unas siluetas se mostraron por en cima de una colina. Una de ellas iba a caballo y llevaba una túnica larga.

-¡Ateş etmeyin! –Grito esa figura. Dama Blanca, su voz era irreconocible, aun hablando en la lengua del desierto.

Se acercaron bajando la colina, reconocí a Lobo y a Climene, junto a Gambli, Miolnir y su grupo de enanos. Dama Blanca fue la primera en acercarse, tenía a Sofi en brazos. No me había llegado a pararme cuando la chiquilla se me tiro en sima.

-¿Sabes? Creo que no estoy cumpliendo muy bien mi promesa de no separarme de ti nunca –Dije esforzándome para sonreír, la arquera me había propinado una buena golpiza. Sofi se limito a sonreír y abrazarme.

Me levante con mucha pesadez, acomode mis ropas y sentí como la arena se escurría por dentro de la túnica.

-Veo que ya conociste a nuestro contacto de los Rana Othar en Ignis, Beleren. Saluda a Kagome.

-Es un placer, disculpa si mi saludo no es con el mayor de los ánimos. –Dije con una sonrisa de un idiota espectacular.

-El placer es mío Blerrerren –Pronunciaba las R con mucho énfasis. –Y me debes un arrco.

-¡Muchacho! Veo que las clases de autodefensa que aprendiste fueron útiles. –Gambli me dio uno de sus fuertes abrazos, que dolió como mil demonios porque tenía el cuerpo bastante adolorido. –Ven, te serviremos algo para refrescar la garganta.

Nos acercamos a la caravana y Gambli saco una petaca (que le pedí a ORG que no fuera alcohol), tome un sorbo y para mi fortuna era agua, la tome toda de un tirón.

-No te andas con cosas pequeñas muchacho, quien hubiera pensado que sobrevivirás al desierto solo pero ¿Sobrevivir a una lucha de puñetazos con Kagome? ¡Me sorprendes día a día Jace!

-¿La conoces? –Dije mirando como intercambiaba palabras con Dama. Pese a que no estaba muy arreglada después de nuestro enfrentamiento, tenía una belleza salvaje.

-¿Tengo cara de relacionarme con Ignitas? ¡Claro que no brujo tonto! Pero su reputación la precede, una de las mejores rastreadoras y cazadoras de todo su reino. Aunque no tan eficaz a larga distancia, si te tiene a tiro de su arco estas muerto. Y dicen que tiene una actitud más fiera que un Benkku con el palo en el culo, así que cuida tus palabras cuando estas con ella, tiene temperamento, jeje.

-Una interesante mujer, ni más ni menos –Dije sonriendo y sorbiendo lo que quedaba de agua.




Nota del autor: El lenguaje Ignita es el turco, ya que cualquier otro idioma quedaba mal o no concordaba con la historia. La forma de hablar de los personajes Ignitas, no esta mal escrita solo tiene como funcion hacer notar el acento de ellos.

[Ludus]

Buenísimo!!, Beleren encontró pareja¿? :O

[Nevinirral]

Luego del reencuentro con la compañía, Dama Blanca propuso una reunión para saber cómo iba a ser nuestros próximos pasos, los que estábamos allí contábamos dieciséis en total, los nueve enanos, yo, Dama Blanca, Lobo, Climene, Kagome y un molok de gran estatura y semblante serio. Un tatuaje le pasaba desde la frente hacia la barbilla, pasando por el ojo izquierdo. Su pelo, enmarañado como es típico de la raza, estaba arreglado en forma de trenzas muy apretadas. Su tez morena denotaba una vida en el desierto.

-Bien, estamos todos. Mientras menos, mejor, no queremos llamar la atención, por eso envié a mis compatriotas elfos de vuelta a Syrtis, salvo la excepción de tus salvadores, creo oportuno que te acompañen. Ahora a lo que nos compete, tenemos que entrar a Ignis.

Reino un silencio que solo interrumpía Sofi con sus bostezos, ella estaba sentada en el regazo de Dama y daba cabezazos en señal de sueño.

-Ehh… ¿Cómo vamos a hacer eso? –Dije interrumpiendo el aletargado silencio.

-Ni la menor idea –Dijo rápida y fríamente Dama.

-Espera, antes parecías tan segura cuando hablábamos de esto allá en Syrtis, ¿Qué es lo que cambio ahora?

-¡ANTES no teníamos una banda de ruidosos y poco disimulados enanos!

-¡Ey! Nosotros los enanos podemos ser sombras si lo quisiésemos, ¡No somos ninguna carga! –Dijo Gambli, seguido después de una aprobación a coro de los “muchachos”.

-Tendrremos que pasar desaperrcibidos –Dijo Kagome poniendo una hermosa énfasis en las erres. –Un error y tus amigos son enanos muertos.

-Tiene que haber una solución –Dije entrecruzando los dedos de las manos.

-Los humanos y los elfos pueden hacerse pasar fácilmente –Dijo el molok, con una voz gruesa y clara como el aceite. –Pero los enanos no hacen ni media persona.

-Media persona… -pensó en voz alta Kagome –Tengo una idea –Dijo con una hermosa sonrisa.




-Espera espera, repíteme el plan –Dije pasándole unas túnicas de mago que tenia de repuesto a Gambli.

-Es fácil imperrial, cuatro de tus amigos irán disfrazados de humanos con largas barbas, los otros cinco los tendremos que hacer pasar por cadaverres. Hay un sujeto en l ciudad de Meleketi que pide cadáveres frescos de otras especies para poder estudiarlos, si usamos muchos de tus amigos para esto levantaran sospechas, así que por eso tienen que ser solo cinco.

Aparte la vista de Kagome y miré al frente del camino, las puertas de la muralla se avistaban en la lejanía, distorsionadas por el calor del suelo. Me acomode las ropas ignitas que me habían dado, mire a los syrtenses y vi como se ocultaban sus orejas bajo el pelo y como se oscurecían un poco la piel con tierra.

-Me imagino que sabes algo de mi lengua. –Se me cruzo un pensamiento bastante inadecuado sobre eso, pero decidí callarme – Pero procura callar, deja que yo y Enkio –así era el nombre del molok- hablemos.

Mire por encima de mi hombro y vi la carreta con los enanos acostados, hasta Enkio consiguió pigmento rojo para simular sangre. Mire al costado mío y dos figuras tambaleantes caminaban al lado mío de forma poco segura.

-¡Joder Din! ¡Quédate quieto! –Gritaba la cabeza de Gambli que salía por el cuello de una túnica larga. –Apenas puedo mantener el equilibrio.

Gambli y los otros tres enanos estaban uno encima del otro, formando parejas de dos. Aunque simulaba el aspecto de un humano con mucha barba, caminaban con poco equilibrio y las mangas le quedaban muy largas para sus brazos.

-No puedo respirar –Dijo Din con un tono ahogado. –Me lleve la palma de la mano a la cara pensando “si esto funciona, le digo a Gambli que me acosté con una Uthgar”

-Tendrás cosas peores de que preocuparte si nos descubren. Ahora cierra el pico. –Le ordeno Gambli.

-Me pregunto por qué no podrá respirar Din –Dijo Miolnir riéndose a coro con los otros cuatro enanos en la carreta.

-Cállense, recuerden que son cadáveres.

-Está bien pero que Torin corra su pierna de mi nuca.

-Esa no es mi pierna –Dijo Torin.

Se hiso un revuelto de carcajadas y maldiciones, hasta que Gambli empezó a maldecir en enano. Nos acercamos a la muralla y se callaron, a duras penas. Lobo tendió una manta en sima de la carreta para cubrirlos.

-¡Yüksek! –Dijo uno de los guardias. El portero de la muralla se acerco. Kagome intercambio palabras con él y me señalo a mí con la mano a lo cual hice una reverencia, luego señalo a los syertenses que hicieron reverencias también. Hasta Lobo soltó un par de palabras en Ignita, a sorpresa mía con un impecable acento. Luego lo que temía paso, las dos figuras que faltaban se inclinaron y si no fuera porque Lobo disimuladamente los sostuvo de atrás, casi se daban las bruces contra el suelo.

El guardia se acerco a la carreta mientras Kagome seguía intercambiando palabras con el portero. Levanto un poco de la manta que cubría a los cinco enanos. A lo que eso una inoportuna mosca se poso en la gran nariz de uno de los “cadáveres”. Climene también no esto y su semblante se puso serio. La mosca, molesta, empezó a caminar sobre por la superficie de la cara del enano. El guardia se acerco un poco mas y cuando estaba a punto de descubrir que el enano no estaba tan muerto como se lo pensaba, un mago Ignita salió corriendo desde detrás nuestro pidiendo ayuda. El guardia interrumpió su inspección y chiflo a los otros que hacían guardia, puso la manta de nuevo en su lugar y nos dejaron pasar. Justo a tiempo se escuchó un estornudo ahogado desde dentro de la carreta. El guardia se paro unos segundos, miro hacia atrás pero se negó a sí mismo con la cabeza. Nos salvamos, por poco.



-Vaya, por los pelos. –Dijo Gambli.

La carreta emitió unas disimuladas carcajadas.

-¡Cállense ya! Acuérdense que estamos adentro de Ignis todavía. El desierto tiene ojos y oídos prestos y afinados todo el tiempo. Aun falta para Meleketi, así que a callar. –Dijo Kagome con tono furioso.

-Vaya mujer que te topaste Jace… -Me murmuró Gambli.

-¡Escuche eso! –Grito Kagome.

[Yits-Kaan]

¡Geniaaaaaaal!!!
Cada vez se pone más interesante esta historia. Te felicito Santii tienes una imaginación ¡Increible!!

Y gracias de nuevo por incluirme en tu relato, es ¡Padrísimo!! ser particípe (aunque sea en fantasía) de una aventura taaaaaaan ¡Emocionante!!! ¡Gracias!! ^^

Esperaré con ansias la continuación de la historia, pues quedo intrigada de ¿Qué pasará con todos los participantes de la historia? ¿Y qué pasará con Alsius? ¿De dónde vendrán esa criatura y quienes son? ¿Qué misterio envuelve la vida y el pasado de Jace y Sofi? ¿Q pasará conmigo que me tienen enclaustrada? XDDD Etc, etc...

¡Wooooooooohooooooooo!!! ¡Genial!!! ¡Muy bien Santii!!! ^^

[Nevinirral]

“El plan está saliendo bien hasta ahora” pensó Ludus, mientras estaba sentado en esa incomoda y maloliente lugar. El “plan” fue colarse como polizonte en un barco o “Drakar” de Alsius, que se dirigía a la capital, en donde pretendía (más bien, necesitaría) encontrar a Torg, uno de los más antiguos líderes de la Jihad. Todo esto con ayuda de su amigo el marinero Will, que lo mantenía oculto en la cubierta en donde guardaban a los cerdos y gallinas. Por eso tan incomodo y apestoso lugar.

Más allá de la marea, el subir y bajar que producían a Ludus un gran malestar, a él no le gustaba para nada navegar. Se sentía vulnerable, si alguien abordara el barco, no tendría más opción que saltar por la borda a un mar helado de gran inmensidad o dejarse capturar. Por suerte eso no pasaría ya que no vio ningún barco imperial a kilómetros a la redonda, su escape fue algo bastante silencioso, nadie se dio cuenta de su desaparición hasta que la guardia Imperial se dispuso a buscarlo para encarcelarlo (y más probablemente, colgarlo).

“Busca a Torg, el sabrá que hacer” esas eran las últimas palabras de Facu, su compañero, antes de separase. “Incluso si llego a la capital (lugar en donde nunca antes había estado) encontrar a Torg allí y convencerlo que vuelva va a ser un gran desafío. Al parecer viajo todo este largo tramo para encontrarse con el amor de su vida, y no parece que quiera volver.” Decidió que eso lo pensaría una vez el barco tocara puerto allí, no antes, el viaje tenía una semana de duración, así que tendría tiempo para pensarlo, apoyó la cabeza en el estomago de un cerdo que estaba recostado junto a él y se dispuso a dormir.

Se despertó sobresaltado cuando escucho el ruido de la puerta abrirse de golpe. Quiso caerle a su amigo a golpes cuando descubrió que era Will. Venia sonriendo como un idiota con un plato de fideos y sopa. Avanzo hacia él mientras espantaba a las gallinas del camino, que se apartaban con alboroto y tirando plumas para todas partes.

-Bien, estamos a mitad de camino. –Dijo pasándole el plato de comida –Y no hay rastros de una barco en kilómetros a la redonda, pero… -Dijo mirando por una pequeña ventana que daba hacia afuera, donde se podía mirar la inmensidad del mar– hay niebla que no nos permite tener mucho campo de visión, aun así, no creo que tengamos problemas.

-Pareces preocupado por la niebla…-Dijo Ludus mientras se llevaba a la boca un cucharon de fideos y sopa.

-Es solo que no es normal, pase por este camino cientos de veces antes, y nunca tuvimos niebla en esta sección, pero no importa no es más que… -La conversación se interrumpió drásticamente, el barco se paró en seco, haciendo que animales, Will, Ludus y la sopa que dirigieran a la parte izquierda del camarote.

-¿Qué… que fue eso? –Dijo Ludus con una mano en la cabeza.

Will emergió de un gran montón de gallinas.

-Creo que el barco encalló, extraño, aquí el lecho marino es bien profundo, esto no tiene sentido…

-¡La flota enemiga se está acercando, hombres a sus puestos! –Se escucho desde afuera. Will salió de ese colchón emplumado y se dirigió rápidamente arriba, hacia la proa del barco.

“Al diablo con el sigilo, no me voy a quedar aquí junto a los cerdos mientras los demás luchan por retener el barco” Pensó Ludus mientras sacaba su báculo de un grupo de cerdos apilados en un rincón.

Se fue dirigiendo hacia afuera, los hombres ya habían ocupado los puestos de combate, un enano con un sombrero de capitán daba órdenes a todo el mundo, Will estaba en el estribor mirando al horizonte neblinoso. No tardo mucho en encontrar que era lo que estaban mirando. Una flota de tres naves se dirigía hacia ellos, eran más pequeñas que el Drakar, pero no tenían las banderas alsirias, ni la embarcación se asemejaba a una nave de dicho reino.

-¿Piratas? –pregunto un joven marinero

-No, estos tienen una bandera diferente –Dijo el capitán mirando por su telescopio. –No había visto estas banderas desde… desde…

-¿Capitán? –Dijo Will mientras un silencio de ultratumba reino la proa.

-Estamos perdidos –Alcanzo a escuchar Ludus de la boca del capitán. Luego de esto se escucho un grave sonido que venía desde las profundidades, grave y alargado, hiso resonar todo el caso de la nave. Los marineros quedaron quietos como estatuas, luego de unos segundos el barco se sacudió de tal manera que hiso que varios cayeran por la borda.

-¡Sosténgase de algo! –Grito uno de los marineros que se aferraba a una de las cuantas cuerdas que colgaban del mástil.

El ruido provino una vez mas de las profundidades, todos estaban bien abrazados a alguna parte del barco, temiendo que se vendría otra sacudida. Ojalá hubiera sido eso. Un tentáculo salió del espumeante mar, inmenso, abrazo completamente el caso de la nave, aplastando a varios marineros en el proceso. Los gritos no se hicieron esperar, pero tampoco el contraataque. Los marineros arremetieron contra los opresores tentáculos con espadas, hachas e incluso remos. El capitán pareció volverle la razón y tomo un arpón.

-¡Para esto me hice capitán! –Dijo saltando desde el timón a él tentáculo. Cayo de una manera que el arpón se incrusto profundamente en la extremidad que salía de las profundidades, luego de esto, se escucho un rugido, casi un grito, proveniente del mar, hiso temblar el barco una vez más. El tentáculo herido soltó al barco, dejándolo libre por el momento. Los marineros gritaron en señal de aprobación de la hazaña de su capitán.

Este alzo los brazos en señal de triunfo, pero el mar atrás de el estallo en una furia de burbujas y tentáculos, uno de los cuales se llevo al pequeño capitán hacia las profundidades. Los marineros, en terror, se lanzaron a repeler el ataque. Pero los tentáculos eran inmensos y demasiados.

-Madre de la misericordia… -Susurró Ludus mientras miraba tan horrible espectáculo.

-¡Aggh! –Era Will que estaba luchando contra un tentáculo opresor que se lo llevaba al mar. Ludus corrió a asistirle, agarrándole del brazo con todas sus fuerzas. Por más que lo intentase, el tentáculo era más fuerte, los dos iban deslizándose poco a poco hacia estribor. –Suel… suéltame… o te llevará a ti también…

-No voy… a dejar… que te mueras… -Cada palabra era un esfuerzo para los dos, Ludus por que estaba luchando contra la abominación que se llevaba a su amigo hacia abajo y Will por que el tentáculo lo tenía agarrado de la cintura y la caja torácica, probablemente triturándole varias costillas en el proceso.

-Tu… tienes que avisarle de esto… yo ya hice mi parte –Dijo con un último esfuerzo, acto seguido de empujar a su amigo hacia atrás, haciendo que lo soltase. Ludus vio lo último de Will mientras el tentáculo se lo llevaba por la borda.

“Suficiente” pensó el mago. Vio un tentáculo mayor que se aferraba al mástil, invoco su más poderosa bola de fuego, que salió de sus manos con una potencia espectacular. Impacto justo en donde tenía pensado, pero el efecto no fue el esperado. La bola de fuego apenas logro hacerle cosquillas al monstruo, que hiso que el tentáculo apenas se sacudiera. “Joder” pensó él mientras perdía el conocimiento por algo que lo golpeaba desde atrás.



Se despertó mientras lo arrastraban agarrado por los brazos, había alguien que estaba dando órdenes a todo el mundo.

-¿Qué hay de este señor? ¿Lo arrojamos al mar?

-No –Dijo una voz grave y seca, característico de un Uthgar. – Gerk quiere dar un ejemplo. Lo llevaremos hacia Alsius para colgarlo en la plaza de Montsgomir. –Se acercó a Ludus agarrándole la cara con una de sus peludas manos –A mi nunca se me escapa una presa.

Mientras se lo llevaban de nuevo a rastras, Ludus recordó quien era el Uthgar que le hablo. Kalyan. Uno de los subordinados de Gerk, fuerza bruta, ni más ni menos.

[Ludus]

Gracias jaceeeeee, creo que de ahora en mas mirare feo a los guardias de mont ¬¬ jaja. muy buena la historia, cada vez mas interesante

[Kagome_Besucona]

Jaja que bueno!!!! me encanto eso de las erres esta leiendo estava haciendo eso rrrrr k caracter tengo jaja excelente!!!! Espero salir mas en tus historias me gustan y es un honor que me eligieras sin pedirtelo jeje tienes talento un beso arrrrrtistaa!!!! Rrrrrrr jijiji y gracias