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![]() Muy parecido a la realidad. Me sirvo otra taza de café y me siento cuasi obligado frente al cursor del ordenador, el cual titila con júbilo invitándome a contar una tierna historia o, al menos, concluir las memorias de mi triste vida. Pilas de papeles desacomodados en un perfecto orden y en una llamativa simetría que, al ojo del tercero observador, son un caos, pero que en mi complejo mundo, tienen una perfecta lógica y razón de ser. Apuntes, libros y carpetas constituyen mi ya paisaje habitual. Un libro impreso de Denevi, se mezclan con un viejo tratado de Derecho Constitucional con tierra y telarañas. Una flamante resolución de AFIP funde su camino con una antigua edición del Zarathustra de Nietzsche. Las crónicas del Ángel Gris siempre al asedio revolotean mi angustia y alimentan mis fantasías de compadrito prosaico y de tipo de barrio. Un antiquísimo diccionario de mi primaria sobre el piano, contiene una rosa seca y algo marchita ya. Un rosario roto sobre la mesa de luz me recuerda a una canción del poeta rosarino. Portarretratos boca abajo señalan un paso en falso e incompleto desde un lugar del que pretendo alejarme, pero del que no estoy seguro de poder partir. Todo cuanto me rodea me da una familiar sensación de amarga y desabrida. Una melancolía constante. Un gusto tan familiar que me genera cierto agrado. El absurdo anhelo de querer volver el tiempo atrás o de aferrarse a la orilla cuando emprendemos la caída libre hacia una alfombra roída y desgastada por los años. Me reclino sobre el asiento y observo cuidadosamente las fotos delatoras de antaño pegadas sobre la pared. Aquellos en que una marca extraña blandía sobre mi sien y en mi mirada. ¿Qué era ese extraño fulgor? ¿Juventud? ¿Sueños? ¿Alegría? Un extraño, estúpido y fatal coctel cuando se mezcla con ingenuidad y expectativa. Varios amigos en iguales situaciones. Abrazos compartidos y eventos celebrados con gente que hoy ya no veo, por un motivo o por otro, gente que se aparta de nuestro lado, en busca de nuevos rumbos, viejos horizontes, o intereses distintos. Bajo mi foto de egresados y cuelgo un sombrío título. Me dispongo a borrar todo cuanto fue de mi, o al menos cuanto pude hacerlo, para convertirme en el hombre que elegí ser, o el que se supone que sea. Me reclino sobre el asiento y por la ventana veo los autos pasar. Cientos de luces perdidas se buscan incesantemente. Me encandilan por un instante como si quisieran encontrarme, para perderse miopes a los pocos metros, detrás de una esquina. Admiro la paradoja. Gabo lucha sobre la biblia encarnizadamente para rememorar a sus putas tristes, mientras yo me esfuerzo por no recordar más. Más de una vez les referencie que no me fio de los sentidos, y sin embargo, una vez más soy víctima de su estímulo. Percibo los olores de la casa. Escucho un viejo disco en la obscuridad. Y automáticamente me remonto a un mismo sábado a la noche de unos nueve años atrás. Otro sábado en el que de adolescente, aún no sabía que hacer conmigo, pero que en aquél momento, era perfectamente normal. Sumergido en la cama, invadido por la total obscuridad del ambiente, percibo una a una las tristes melodías. La tenue brisa primaveral que se cuela por una ventana abierta trayéndome el olor al pasto recién cortado. Los ruídos de afuera delatan a mi viejo terminando sus quehaceres, a mi vieja guardando los platos en la cocina, y a un atolondrado adolescente esperando que repique la campana del teléfono, para mantener horas de conversaciones absurdas en las que demuestra sus ínfulas de grandeza y de tipo maduro y evolucionado. Pero heme aquí. Ocho o nueve años después. Siendo un tipo tan distinto, y tan igual a la vez. Piedra y arena. Papel y lápiz. Sudor y lágrimas. Salgo al balcón y enciendo un cigarrillo. Observo con cierta angustia la noche estrellada, y me lamento que esa campana no repique más, no al menos para mí. Pienso un instante y busco inspirarme con algo. Todo cuanto me rodea me empapa de recuerdos, de sensaciones, de sentidos, de percepciones, de ideas que brotan y que quieren plasmarse, pero que no hayan un orden, una forma, un control. Un avión pasa y tintinea. Un Papá Noel de acero y turbinas, que se adelanta a su fecha de célebre aparición. Las siempre fieles Tres Marías se posan encima de la antiquísima antena de televisión del vecino. Las nubes que se apuran con el viento para llegar hacia el otro lado de la habitación, mientras descubren y desnudan a una Luna pálida y solitaria, que juega a las cartas con los dioses, como una jovencita coqueta, o como la más cruel de las féminas, o la más cara de todas las putas, indiferente a los lobos, a los toros, y a los amantes que pretenden alzarle la falda. Por eso retomo lo que primogénitamente me disponía a hacer una noche como hoy: dejarles una historia. Pero no una historia cualquiera, claro que no, una escrita por mí, para ustedes. Tal vez no sea completamente inventada. Tal vez traspase ese delgado límite que distancia la ficción de la realidad. Tal vez cada hecho, historia y/o personaje tenga un correlato serio con hechos, historias y sujetos de esta vida que todos acordamos en llamar real. Entonces vuelvo, y les empiezo a contar la historia de… digamos Mauro. Mauro es un tipo normal, común, como ustedes, como yo, como cualquier Mauro que hayan conocido. No es un tipo especial ni descollante. No tiene ninguna virtud ni encanto que generen asombro o expectativa alguna. Es un tipo tan sencillo y corriente que se levanta cada mañana para ir a trabajar. Viste de manera sencilla pero pulcra. Un sujeto delgado, mediana estatura. No tiene un gran parecido. No tiene una billetera acaudalada. No tiene su vida resuelta ni mucho menos. Mauro cada día despierta a las 7.15 am. Se ducha y se emprolija para ir a trabajar. Jean y camisa, y mocasines constituyen su uniforme diario. En ocasiones cuando está fresco suele llevar un sweater o una campera según el caso. Mauro desayuna una taza de café y alguna que otra galletita que encuentre en la alacena. Mide su tiempo. Media hora para aprontarse y salir a la calle. Su obsesión por el tiempo lo hace tan común como cualquiera que hayamos visto alguna vez. 7.45 am se dispone a cerrar con dos vueltas de llave la puerta de su casa. Tantea el picaporte para corroborar que esos muros permanezcan inexpugnables en tanto el se ausente de su domicilio. Tres veces forcejea con la puerta. Finalmente sale a la calle, y se dirige a esperar el colectivo. Camina dos cuadras, y llega a la parada. En su recorrida pasa por una panadería cuyo perfume contamina al barrio con su inconfundible fragancia a bolas de fraile, tortitas negras y hogar. Dos puestos de diarios de diarios atraviesa hasta dar con su destino. Una florista, tres farmacias y una casa de cotillón que permanece cerrada cada mañana. El interno 122 de la línea 67 lo conduce hasta su empleo. Un colectivo de un amarillo gastado y bastante enfermizo, con vivos rojos son los característicos de la empresa. Habitualmente saluda a un perplejo chofer que no está habituado a la cordialidad y camaradería de los viajantes. “Hola, $1.20”, suele decir. Se sienta hacia el medio del monstruo automotor urbano, lejos de los asientos destinados a las personas con movilidad reducida, pues le gusta sentarse, pero siente culpa y no se hace el dormido cuando una de estas personas se aproxima al asiento en el que viaja. Si es posible se sienta cerca de la puerta, para evitar problemas al bajar cuando el bondi está lleno. Mauro observa a la gente que sube y viaja con él. Mira furtivamente a la gente estrafalaria, maleducada y con ganas de llamar la atención. Repara sin embargo en la gente sencilla o que parece contar una historia con la mirada, con las manos, con la vestimenta, y con las cosas que llevan. En cada viaje en colectivo sueña despierto. Es un tipo sumamente observador y detallista. No se pierde de nada, y posee un gran control del entorno. Sigue en el próximo post........
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Armestt, Brujo Eterno de las Sombras de Alsius Et certe cuiusque rei potissima pars, principium est. [Gaius; Digestorum L. I; T. II; 1] |
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Continúa del post anterior.
Mauro es un tipo sensible. Alguien alguna vez lo catalogó como un romántico empedernido. Otros más soeces como un marmota o un inmaduro. Sin embargo, y no dejándose abatir por ello, Mauro siempre se vio abierto a la idea de que todo es posible. La vida, las cosas, las situaciones, todo depende de uno, y de cómo se decida a vivirlo. Tanto es así, que muchas veces hacía furtivas amistades con sus compañeros de asiento. Charlas pequeñas, y otras tantas profundas tenían lugar cuando él estaba cerca. Sin embargo, lo que Mauro más disfrutaba, eran los enamoramientos arriba del bondi. Nunca faltaba la ocasión en que una agraciada señorita se dispusiera a compartir transporte con él. En ese instante, volaba la imaginación por los aires, y cientos de charlas inconclusas se reproducían en su cabeza. “Buenos días, ¿cómo está usted?” o “Sos más linda que en mis sueños” constituían frases de apertura que nunca se daban, pues Mauro era harto tímido. No obstante no faltó la ocasión para que descendiera hasta diez cuadras antes de su parada, para seguir a una señorita, y ver si de alguna misteriosa manera, se generaba una charla más sincera que “disculpe, ¿me diría la hora?”, o por el contrario, se daba la situación más absurda y desopilante, en la que se apostaba a sí mismo que si le tocaba boleto capicúa, debía proponerle matrimonio a una morocha de ojos color almendra. Su pavor desapareció luego de convencerse de que todos los ceros que precedían a su boleto “00000007447”, constituían parte del número, y por lo tanto no se trataba de un boleto capicúa. Entre tantas idas, venidas, y viajes tan cargados de emociones, Mauro saca un cuadernito algo maltrecho de su bolso, y comienza a escribir. Si, a Mauro le gusta escribir cosas. Nada en particular. A veces un cuentito, otras veces un relato. Muchas veces frases inconexas, o cosas que se le ocurren y le parecen ingeniosas. Reflexiona acerca de lo que ve y de lo que escucha. No le gusta escuchar música mientras viaja. Prefiere oír el murmullo de las personas y el ruido de la ciudad. Está convencido de que las personas pueden aportarle algo. En esto nos parecemos muy poco él y yo. Birome en mano, Mauro comienza a garabatear unas líneas. Posee una cuidada grafía que se ve alterada por el traqueteo de un colectivo viejo, y una calzada maltrecha por los años, el tránsito intenso, y los parches provisorios. Sin embargo no se detiene. Hace tiempo que está pensando en una idea. Una historia que puede ser genial, al menos para lo que él concibe de las cosas. Un día estaba leyendo un cuento. Un cuento en el que el relator omnisciente comentaba todos y cada uno de los pasos y sensaciones que iba teniendo el protagonista. La historia contaba de un relator que anticipaba los hechos de tal manera, que quitaban el suspenso a la historia. Mataba con cada medida palabra el interés que podía generar en el lector, y esta idea a Mauro le fascinaba. Es por ello que decidió hacer algo así. Su historia comenzaba con un sujeto. Un tipo habitual, como cualquier amigo de él, o mejor aún: como él mismo. Alguna vez escuchó que una de las maneras más sencillas de escribir, era haciéndolo sobre cosas que nos resulten familiares. Situaciones, hechos, recuerdos, personas que conozcamos, en fín, cualquier cosa que pudiéramos manejar desde nuestra individualidad. Entonces Mauro decidió empezar. Comenzó a describir a un sujeto que le recordaba mucho a él en su juventud. Su protagonista era una extraña fusión de él de joven y de él mismo, como se imaginaba de viejo. Tenía mucho de sus amigos, y de su familia, pero una gran impronta de cómo quisiera ser él. Entonces así dio vida a su protagonista: Fabricio. Fabricio es un sujeto inteligente. Amable, pero duro. Su aspecto era de un muchacho devenido en hombre a la fuerza. Un dualismo lo invadía. Un niño alegre, crédulo, imaginativo, gracioso, y plagado de sueños, convivía con un hombre áspero, serio, taciturno, melancólico y estructurado. El tipo era ya un solitario resignado. Tal vez en algún momento fue un sujeto sociable, aún no lo había decidido, pero de todas maneras, estaba seguro de que siempre prefirió tener una cuota importante de su soledad y espacio propio. Fabricio disfrutaba tanto de la lectura, como del drama y la música. Había noches enteras en que la pasaba leyendo algún libro por segunda o tercera vez, mientras entre penumbras disfrutaba de un tabaco, un whisky y un buen disco. Prefería la soledad de su habitación y sus cosas, a la compañía fría, chata y estéril, de algún transeúnte eventual con las limitaciones de una generación acribillada por la televisión, las apariencias y los horrores lingüísticos. Es entonces que comienza a describirse el cuento. Fabricio se encuentra en su habitación. Se halla solo entre sus cosas, pensando en qué hacer a continuación. Hastiado de la música, y el entorno que le fue descripto, Fabricio quiere hacer algo más. Algo distinto, algo nuevo, algo que le sacuda la modorra de una pluma perezosa, torpe e inexperta. Y es aquí donde Mauro comete su mayor error. Le obsequia a su creación una voz. Le otorga algo más perdurable y más simbólico aún, un lápiz. De hecho, le otorga un ordenador, pero comprenderán, mis estimados, que a los efectos del impacto discursivo, es indistinto. Fue así como Fabricio comienza a escribir. Comienza por describir con pasividad sus cosas. Su ambiente, su lugar. Sigue el juego de su creador relatando afablemente su estrecha realidad. Sin prisa y sin malicia, describe una serie de sensaciones que posee, impregnado y determinado por el medio y el ambiente que le tocó. La personalidad que ha desarrollado, como producto de la idea de alguien más. De un ser superior, una entelequia, una idea, o simplemente un perverso o un sádico. Logra llevarte con él a esa sensación que lo habita. Es bueno para plantarte una espinita en el corazón, sobre todo a aquellas personas que en algún momento se dedicaron a vivir. Cuenta con dificultad sus vivencias. Intenta exteriorizar sus miedos, sus temores, pero a la vez, sus pensamientos –dados y adquiridos- que lo definen como sujeto, como persona, como hombre, y es ahí donde a pesar de esa suerte de desvirtudes él infla el pecho y dice aquí estoy. “Esto soy yo, y a partir de aquí, de ahora SOY, independientemente de alguien más”. Ya no debía ser cuanto le dijeran. "Ser" deja de ser una fantasía, una ficción o una idea –dada-, para convertirse en una realidad –mis reservas. El personaje se ha envestido de vida a sí mismo, y decide hacer algo con ella. A continuación, coge fuerte su ordenador, y decide comenzar con un vuelco en su relato. Decide ampliar su mundo. Nuevos trazos amplían su horizonte. Ya no es una repisa, un escritorio y una cama ajenos. Ahora hay una ventana. Esa ventana tiene cielo. En ese cielo hay viento, nubes, olores, aviones, nubes, estrellas, y hasta una Luna puta. La creación se arma de coraje y va más lejos. Deja de ser un mero narrador de espacios, para convertirse en un narrador de historias. Y aquí comienza su macabro e inocente juego: decide contar la historia de alguien más. La de un muchacho común, sin gracias, sin fortunas, sin nada que lo distinga. Un sujeto tan normal como cualquiera. Tan sencillo y tan habitual, que podría ser él mismo. Su relato se extiende por la cotidianeidad de su individuo. Desde sus quehaceres diarios, hasta sus profundas sensaciones. Sus viajes de colectivo, y sus enamoradas no profesas, pero para las que guarda un muy sentido recuerdo. Todo cuanto le es, tanto propio como ajeno, lo vuelca en su pequeña computadora portátil, la cual, no pareciera apagarse jamás. Línea a línea cosifica a su creador. Lo objetiviza. Lo disminuye, lo baja a su plano, o como él prefiere pensarlo, suben juntos. Es así, como los dos sujetos se encuentran describiéndose mutuamente. El creado se enfrenta a su creador y viceversa. Uno a otro se cuentan las cosas. Una lucha encarnizada se desata entre los dos sujetos. Mutuamente se miran a los ojos y se dicen las cosas. Guardan silencio. Conservan la calma. Llevan a cabo un pacto. Son caballeros, y están agradecidos, pues las alegrías de uno se reflejan en la suerte del otro, y las desdichas y flaquezas del carácter se observan en la individualidad del restante. Ninguno puede distraerse de allí en más de sus obligaciones para con el otro, pues ambos son sujetos temerosos de sus creadores, pero más temerosos son de los engendros que han creado. A cada paso que realizan, intentan superarse. Uno quiere ser más grandioso del que le precede –o del que le continúa, ya es difícil saberlo. Simplemente, los dos sujetos se encuentran atrapados y a merced de su propio ingenio. Día a día, momento a momento se repiten las historias. Elogio tras elogio. Situación desopilante tras otra, cada uno se supera intentando humillar a quien ejecuta por si mismo los designios de un tercero. Más de una vez escuché decir algo así como que “ya todo esta escrito”, no sé si me corresponda replicar a eso, pues tal vez esta historia ya haya sido contada, o muy por el contrario, alguien más la esté pensando en este momento por mí.
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Armestt, Brujo Eterno de las Sombras de Alsius Et certe cuiusque rei potissima pars, principium est. [Gaius; Digestorum L. I; T. II; 1] Last edited by armestt; 12-10-2009 at 05:11 AM. |
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#693 |
Master
![]() ![]() ![]() Join Date: Mar 2008
Location: Acracia
Posts: 434
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@Valsu, Ear, Angy, Fede, Naz, Luca lindos textos, ya los comentaré con mayor profundidad.
Por lo pronto quiero dar las gracias a: (en orden de participación) Juan, Luca, Fede, Angy, Flor, Milu, el feo, Hugo, Marialeila (cuyo nombre desconozco), Bernardo, Lonesrata, Iaco, Xephy, "leoelkapo", Moff, Rith, Samara, Alexita, Gimli, Pescau, Max, Icewizard, Maryan, Celerian, Luca (colorado), Tere, Sasaroly, Lintonce, Albus, TheInducted (quién se limitó a decir que no le gusta mi trabajo), Estrella, "Cosita-linda" (npi de este ![]() Ustedes han dado vida a este rincón del mundo. Hemos cumplido el primer año, cafeteros, feliz aniversario ![]()
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#694 |
Apprentice
![]() Join Date: Aug 2007
Location: R'lyeh, bajo el lago del Parque de Mendoza.
Posts: 90
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Santa Virgen de la Papaya. Un año de café, quién lo diría.
Brindo por cientos más. Por la inmortalidad. Por todos ustedes. Por Lobo, y una idea que nunca sabremos si alguna vez fue suya. Feliz aniversario, cafeteros!!! PD: Curioso sobrenombre. Me gustó.
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LoneSword - El Peor Clan de RegnuM "El enemigo anónimo es un halago. No sólo le importa lo suficiente para odiarlo a uno, sino que por algún motivo no puede dar su nombre. Es un motivo de alegría, camarada." (MalditoLobo)
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#695 |
Banned
![]() ![]() Join Date: Jun 2007
Location: Patagony Argentina
Posts: 108
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#696 | |
Apprentice
![]() Join Date: Jun 2008
Location: Buenos Aires - Argentina
Posts: 72
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El tiempo parece nada en lo que respecta a este espacio. Muchos de aquí considerarán, al igual que yo, que este Café Literario tomó vida propia hace bastante. Y, si bien tuvo y tiene sus etapas, siempre me resultó un lugar muy ameno, más allá de tener mi propio sitio para expresarme. Una vuelta se ha completado. ¡Demos muchas más! Cálidos saludos a los lectores. Besos y ánimos a los cafeteros ![]() ![]()
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Inexperta al atake
C H I Z I Last edited by angy_pnsandnalgoweno; 12-10-2009 at 09:43 AM. Reason: error de tipeo |
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#697 |
Apprentice
![]() Join Date: Feb 2007
Posts: 98
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![]() ![]() Un poquito del alma y las emociones de cada uno de nosotros, de nuestras ideas, una pequeña porción de nuestro aire interior está ahora impregnado en estas 70 páginas. Brindo... Por mil años más de... No. Mil años más de vida y mil páginas más del Café. Muchas gracias, Diego. Muchas felicidades a todos ![]() Saludos, Ear.
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Earwin Spellstrike - Prisioneros del Lag
¿Por qué no nos dejamos todos de joder, de insultar y le ponemos buena onda al juego y a los comentarios en el foro? Tenemos algo en común: Jugamos Regnum! |
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#698 |
Initiate
![]() ![]() Join Date: Apr 2007
Posts: 209
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Brindo, por lo que dijo mi hermanito del alma Diego... por todos ustedes, por nosotros, los que alguna que otra vez vamos contando nuestros sentimientos a través del texto... por las personas que pasan y leen, que no comentan pero sabemos que están ahí. Por todas las personas que seguirán pasando en el café... que contarán historias, que seguirán leyendo... por todos esos brindo hoy en este cumpleaños del Café Literario.
Hermanito, gracias por aportarnos con este espacio que tomó vida propia... gracias por mostrar tus pensamientos, ideas y sentimientos... gracias por dejar que nosotros mismos vayamos expresando sentimientos y desarrollando ideas. Brindo por todos, que el café cumpla muchísimo tiempo más acá... Salud!
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Alexita Ickle "Se vuoi la pace, prepara la guerra" |
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#699 |
Master
![]() ![]() ![]() Join Date: Mar 2008
Location: Acracia
Posts: 434
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NOTA: El aniversario fue el 8, pero me olvidé de posear
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#700 |
Pledge
Join Date: Mar 2006
Location: Buenos Aires, Argentina
Posts: 15
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Mis felicidades para todos.... bueno, la mía mía no, porque en ese caso no van a ser muchas, de hecho no sé si tendría que decir "felicidades", más bien sería un "circunstancias" o "ahí va". En fin, creo que todos ven el punto, en el que quiero destacar un saludo a todas aquellas personas que forman parte de este lugarcito en el que entramos a dar rienda suelta a la imaginación, a los deseos, a los caprichos, a las sensaciones (algunos), a las ideas (otros), y a las ínfulas de grandeza (ejem).
Bueno, como se habrán percatado, entré a este lugar hace mucho menos que un año... pero sin embargo, me apropié de una mesita, un trozo de pared, y de una parva de miradas y amigotes.... Gracias por compartir, por apoyar, por criticar, por comentar y por estar ahí, haciendo lo que hacen... inspirando cosas y proveyendome/nos de nuevos puntos de vista. Mis saludos, cariños, agradecimientos, besos, abrazos, chirlos, y lo que corresponda según sea el caso, o conforme lo prefieran. Y bueno, proximamente saldremos de la cueva y seguiremos aumentando las hojas de este librito sin borra.
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Armestt, Brujo Eterno de las Sombras de Alsius Et certe cuiusque rei potissima pars, principium est. [Gaius; Digestorum L. I; T. II; 1] |
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